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Editorial - 7 febrero, 2016

El llamado de la tierra

La calamidad pública que decretaron en nueve municipios de los 25 que tiene el Cesar es una de las estrategias que puede ayudar a mitigar los efectos del fenómeno del Niño, que implica el desabastecimiento de agua por las severas sequías que se registran y que afectan notoriamente los ríos y quebradas. Las fotografías que […]

La calamidad pública que decretaron en nueve municipios de los 25 que tiene el Cesar es una de las estrategias que puede ayudar a mitigar los efectos del fenómeno del Niño, que implica el desabastecimiento de agua por las severas sequías que se registran y que afectan notoriamente los ríos y quebradas.

Las fotografías que nos llegan de todos los rincones del departamento son dolorosas, muestran el estado deprimente de los ríos por los que ya no corre agua, solo quedan las piedras y la arena.

Por eso ante la fuerte sequía y la afectación de los ríos que surten a los acueductos de nueve municipios, se declaró la calamidad pública en el Cesar.

Hoy en nuestro informe dominical la periodista Yuneydi Villazón Zalabata muestra otra cara de la situación y describe lo que ocurre en la Sierra Nevada, donde también los ríos, quebradas y manantiales también sufren los efectos devastadores del cambio climático.

Es necesario entender la cosmogonía indígena frente al cuidado de la naturaleza, la misma que hoy todos invitan y quieren cuidar.

El río Guatapuri, por ejemplo, nace a más de cinco mil metros de altura en la Sierra Nevada, sus aguas iniciales emanan de unas lagunas derivadas de los glaciares, que representan el 30 % de su caudal, y en sus cuentas alta y media aparecen manantiales, quebradas, humedales y afluentes que lo alimentan en un 65 %.

Todo el río se debe cuidar y presevar, pero con mayor ahínco en las cuencas alta y media. Por eso se requiere la aplicación rigurosa del POMCA (Plan de Ordenamiento), acompañada de la concertación con las etnias que habitan en la Sierra, y la conservación de parte de la comunidad que se beneficia de este río.

La tierra hace un llamado y hay que escucharlo.

Editorial
7 febrero, 2016

El llamado de la tierra

La calamidad pública que decretaron en nueve municipios de los 25 que tiene el Cesar es una de las estrategias que puede ayudar a mitigar los efectos del fenómeno del Niño, que implica el desabastecimiento de agua por las severas sequías que se registran y que afectan notoriamente los ríos y quebradas. Las fotografías que […]


La calamidad pública que decretaron en nueve municipios de los 25 que tiene el Cesar es una de las estrategias que puede ayudar a mitigar los efectos del fenómeno del Niño, que implica el desabastecimiento de agua por las severas sequías que se registran y que afectan notoriamente los ríos y quebradas.

Las fotografías que nos llegan de todos los rincones del departamento son dolorosas, muestran el estado deprimente de los ríos por los que ya no corre agua, solo quedan las piedras y la arena.

Por eso ante la fuerte sequía y la afectación de los ríos que surten a los acueductos de nueve municipios, se declaró la calamidad pública en el Cesar.

Hoy en nuestro informe dominical la periodista Yuneydi Villazón Zalabata muestra otra cara de la situación y describe lo que ocurre en la Sierra Nevada, donde también los ríos, quebradas y manantiales también sufren los efectos devastadores del cambio climático.

Es necesario entender la cosmogonía indígena frente al cuidado de la naturaleza, la misma que hoy todos invitan y quieren cuidar.

El río Guatapuri, por ejemplo, nace a más de cinco mil metros de altura en la Sierra Nevada, sus aguas iniciales emanan de unas lagunas derivadas de los glaciares, que representan el 30 % de su caudal, y en sus cuentas alta y media aparecen manantiales, quebradas, humedales y afluentes que lo alimentan en un 65 %.

Todo el río se debe cuidar y presevar, pero con mayor ahínco en las cuencas alta y media. Por eso se requiere la aplicación rigurosa del POMCA (Plan de Ordenamiento), acompañada de la concertación con las etnias que habitan en la Sierra, y la conservación de parte de la comunidad que se beneficia de este río.

La tierra hace un llamado y hay que escucharlo.