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Columnista - 20 enero, 2013

Democracia y participación ciudadana

La participación activa de los ciudadanos es condición básica para el funcionamiento de toda democracia, pero hay diversas formas de participar. En la democracia representativa el ciudadano se limita a delegar, mediante el voto

Por: Imelda Daza Cotes

 

La participación activa de los ciudadanos es condición básica para el funcionamiento de toda democracia, pero hay diversas formas de participar. En la democracia representativa el ciudadano se limita a delegar, mediante el voto, su representación en voceros de unos partidos políticos que como únicos actores y convertidos en empresas electorales desvirtuaron la esencia de la democracia y la redujeron a elecciones periódicas; la ciudadanía permanece pasiva, no actúa, no decide más y ni siquiera controla.

 

El poder real no reside en el pueblo. Esta democracia electoral está viciada y caracterizada por el dominio de unos grupos cuyos intereses tienen poco que ver con los de la mayoría. El resultado de esto son sociedades plagadas de injusticias y de inequidades de donde se derivan la violencia y la inseguridad. Los ciudadanos inermes terminan buscando en los dioses y/o en los brujos solución a tantas calamidades porque no encuentran mecanismos para influir y modificar un orden de cosas que no les satisfacen

 

La reciente encuesta de percepción ciudadana Valledupar Cómo vamos 2012 además de indicadores y opiniones muy puntuales sobre economía, salud, educación, transporte y otros servicios públicos, reflejó otros resultados muy interesantes y  preocupantes en materia de participación y comportamiento ciudadano que son un serio llamado de atención a políticos y gobernantes y deberían, por eso, despertar gran interés en los  observadores sociales e inspirar nuevas políticas de promoción ciudadana.

 

En general, la encuesta muestra el deterioro en las condiciones de vida de  muchos pobladores que consideran que su economía ha empeorado y les preocupa enormemente el desempleo, un 35% se considera pobre. La insatisfacción con los servicios de salud, movilidad, vías urbanas, energía, acueducto y alcantarillado se incrementó.

 

Este descontento ciudadano es un reto. Sin embargo, el gran desafío lo constituyen la frágil convivencia ciudadana y el divorcio gobierno-ciudadanía que revela la encuesta. Si bien un 75% de los encuestados se siente orgulloso de la ciudad, la mayoría podría calificarse como malos ciudadanos que no respetan las normas ambientales, ni de tránsito, ni de construcción, ni de conexión a servicios, no usan adecuadamente los espacios públicos y tampoco cuidan ni respetan los bienes públicos. Comparados los resultados con los de 2011 se observa que ahora es menos el respeto por los vecinos, por los discapacitados, ancianos, niños y mujeres y en este contexto el respeto por la vida es el menor lo cual constituye una verdadera amenaza social y debería alarmar

 

Sorprenden otros resultados: Sólo un 47% de los habitantes se reconoce solidario pero un 72% de los mismos no ejecutó en 2012 ninguna acción con miras a resolver un problema comunitario. Prevalece el individualismo, la consigna parece ser, que cada cual se las arregle como pueda. Es muy débil la capacidad organizativa, un 74% de los encuestados no participa en ninguna organización social y es casi nula la capacidad de reaccionar colectivamente ante problemas que afectan a la comunidad.

 

En 2012 un escaso 9%  formuló peticiones y reclamos en forma organizada y apenas un 4% asistió a marchas y manifestaciones. De manera similar las acciones en pro de ideas o proyectos comunitarios son muy escasas. Un 64% no realizó ninguna acción en este sentido y sólo un 6% hizo parte de organizaciones de voluntariado. Pero es bueno destacar que el 69% de las personas activas y solidarias lo hacen convencidas de que es un deber ciudadano. Cualquier acción para fortalecer estas actitudes debe apoyarse en los estratos medios que así piensan. En una ciudad donde todos los días se violan los derechos humanos sólo un 1% pertenece a una organización que los defiende

 

El Concejo municipal resultó severamente cuestionado. Un 49% de los ciudadanos no sabe de su existencia y entre los que sí lo reconocen un 53% tiene una imagen desfavorable y un 39% descalifica su gestión. Este resultado invita a una seria reflexión

 

La democracia representativa hizo crisis y es tiempo de pensar en promover la participación ciudadana y la democracia participativa que brinde a los habitantes la posibilidad de intervenir en las decisiones que les afectan colectivamente, a desarrollar una sociedad más justa y sobre todo más humana donde prevalezcan la solidaridad, la fraternidad y se fortalezca el sentido de lo colectivo.  

   

 

Columnista
20 enero, 2013

Democracia y participación ciudadana

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

La participación activa de los ciudadanos es condición básica para el funcionamiento de toda democracia, pero hay diversas formas de participar. En la democracia representativa el ciudadano se limita a delegar, mediante el voto


Por: Imelda Daza Cotes

 

La participación activa de los ciudadanos es condición básica para el funcionamiento de toda democracia, pero hay diversas formas de participar. En la democracia representativa el ciudadano se limita a delegar, mediante el voto, su representación en voceros de unos partidos políticos que como únicos actores y convertidos en empresas electorales desvirtuaron la esencia de la democracia y la redujeron a elecciones periódicas; la ciudadanía permanece pasiva, no actúa, no decide más y ni siquiera controla.

 

El poder real no reside en el pueblo. Esta democracia electoral está viciada y caracterizada por el dominio de unos grupos cuyos intereses tienen poco que ver con los de la mayoría. El resultado de esto son sociedades plagadas de injusticias y de inequidades de donde se derivan la violencia y la inseguridad. Los ciudadanos inermes terminan buscando en los dioses y/o en los brujos solución a tantas calamidades porque no encuentran mecanismos para influir y modificar un orden de cosas que no les satisfacen

 

La reciente encuesta de percepción ciudadana Valledupar Cómo vamos 2012 además de indicadores y opiniones muy puntuales sobre economía, salud, educación, transporte y otros servicios públicos, reflejó otros resultados muy interesantes y  preocupantes en materia de participación y comportamiento ciudadano que son un serio llamado de atención a políticos y gobernantes y deberían, por eso, despertar gran interés en los  observadores sociales e inspirar nuevas políticas de promoción ciudadana.

 

En general, la encuesta muestra el deterioro en las condiciones de vida de  muchos pobladores que consideran que su economía ha empeorado y les preocupa enormemente el desempleo, un 35% se considera pobre. La insatisfacción con los servicios de salud, movilidad, vías urbanas, energía, acueducto y alcantarillado se incrementó.

 

Este descontento ciudadano es un reto. Sin embargo, el gran desafío lo constituyen la frágil convivencia ciudadana y el divorcio gobierno-ciudadanía que revela la encuesta. Si bien un 75% de los encuestados se siente orgulloso de la ciudad, la mayoría podría calificarse como malos ciudadanos que no respetan las normas ambientales, ni de tránsito, ni de construcción, ni de conexión a servicios, no usan adecuadamente los espacios públicos y tampoco cuidan ni respetan los bienes públicos. Comparados los resultados con los de 2011 se observa que ahora es menos el respeto por los vecinos, por los discapacitados, ancianos, niños y mujeres y en este contexto el respeto por la vida es el menor lo cual constituye una verdadera amenaza social y debería alarmar

 

Sorprenden otros resultados: Sólo un 47% de los habitantes se reconoce solidario pero un 72% de los mismos no ejecutó en 2012 ninguna acción con miras a resolver un problema comunitario. Prevalece el individualismo, la consigna parece ser, que cada cual se las arregle como pueda. Es muy débil la capacidad organizativa, un 74% de los encuestados no participa en ninguna organización social y es casi nula la capacidad de reaccionar colectivamente ante problemas que afectan a la comunidad.

 

En 2012 un escaso 9%  formuló peticiones y reclamos en forma organizada y apenas un 4% asistió a marchas y manifestaciones. De manera similar las acciones en pro de ideas o proyectos comunitarios son muy escasas. Un 64% no realizó ninguna acción en este sentido y sólo un 6% hizo parte de organizaciones de voluntariado. Pero es bueno destacar que el 69% de las personas activas y solidarias lo hacen convencidas de que es un deber ciudadano. Cualquier acción para fortalecer estas actitudes debe apoyarse en los estratos medios que así piensan. En una ciudad donde todos los días se violan los derechos humanos sólo un 1% pertenece a una organización que los defiende

 

El Concejo municipal resultó severamente cuestionado. Un 49% de los ciudadanos no sabe de su existencia y entre los que sí lo reconocen un 53% tiene una imagen desfavorable y un 39% descalifica su gestión. Este resultado invita a una seria reflexión

 

La democracia representativa hizo crisis y es tiempo de pensar en promover la participación ciudadana y la democracia participativa que brinde a los habitantes la posibilidad de intervenir en las decisiones que les afectan colectivamente, a desarrollar una sociedad más justa y sobre todo más humana donde prevalezcan la solidaridad, la fraternidad y se fortalezca el sentido de lo colectivo.