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Columnista - 21 abril, 2018

Croniquilla. La primera gramática castellana

Quién escribió el primer texto de gramática castellana, fue un sevillano nacido en Nebrija que vio la luz del mundo en 1441. El texto le fue entregado a Isabel la Católica, en 1492, pocos meses antes que sus huestes guerreras arrojaran de Granada a la última taifa de moros musulmanes que por ochocientos años señorearon […]

Quién escribió el primer texto de gramática castellana, fue un sevillano nacido en Nebrija que vio la luz del mundo en 1441. El texto le fue entregado a Isabel la Católica, en 1492, pocos meses antes que sus huestes guerreras arrojaran de Granada a la última taifa de moros musulmanes que por ochocientos años señorearon en España, y quince días después de que el genovés Cristóforo Colombo capitaneara sus tres carabelas hacía el mar desconocido para gestar la más famosa aventura de la humanidad.

Cuando el autor le entregó el manuscrito a la soberana, ésta sorprendida le preguntó para qué serviría el mamotreto, a lo que Nebrija desconcertado no atinaba a explicar, pero presente el obispo de Ávila, dio la razón de que se emplearía en enseñar el castellano entre la gente nueva que las tres naos de Colón descubrieran en Cipango (Japón) y Catay (China), presuntos lugares de llegada de los navegantes que habían levado anclas desde Puerto Palos de la Frontera, porque no se sospechaba la existencia de América, un continente interpuesto.

Cuando estudié en la Universidad de Salamanca, me detenía a leer una placa que recordaba que en ese claustro medieval había sido escolar y después catedrático de gramática y latín Antonio Martínez de Cala y Xaraba. Supe también que había estudiado en la Universidad de Bolonia donde se aplicó en teología y latín, la lengua culta de ese entonces, y que a su retorno a España adoptó el nombre de Elio, por lo que es más conocido como Elio Antonio de Nebrija.

Antes de Nebrija publicaron ensayos “del bien escribir”, entre ellos el rey Alfonso el Sabio, sin tanta trascendencia en una lengua romance y vulgar como era catalogado el castellano de aquel entonces. La mayoría de los libros de la época, entre ellos su Gramática, los reprodujo allí. En la antigua biblioteca de tal Universidad se pueden apreciar, pues se conservan como incunables (los primeros o de cuna) en unas urnas de vidrio y publicados antes de la Pascua de 1501.

Nebrija fue además pionero de los derechos de autor. En su época no existía tal legislación, pero él cobró los suyos antes de que se convirtiera en una práctica habitual.

La gramática de Nebrija fue texto obligado por siglos en el mundo hispano. Así, cuando en el Colegio de San Bartolomé, en nuestra Santafé, se supo la muerte de Simón Bolívar ocurrida en una hacienda de bueyes y trapiches por la costa caribe, unos bartolinos, antibolivarianos, salían de una cátedra de gramática, y como manifestación del desbordado regocijo por la noticia que conocían, lanzaron al aire los textos nebrijanos.

Nebrija murió el 5 de julio de 1522, en Alcalá de Henares. Su hijo y nietos fueron impresores en la Calle de Libreros, en Salamanca, por la vieja muralla, frente al río Tormes, donde el judío converso y perseguido por el tribunal de la Inquisición, Fernando de Rojas, escribió La Celestina, pero esa es otra historia para otro día.

Columnista
21 abril, 2018

Croniquilla. La primera gramática castellana

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Ortega Montero

Quién escribió el primer texto de gramática castellana, fue un sevillano nacido en Nebrija que vio la luz del mundo en 1441. El texto le fue entregado a Isabel la Católica, en 1492, pocos meses antes que sus huestes guerreras arrojaran de Granada a la última taifa de moros musulmanes que por ochocientos años señorearon […]


Quién escribió el primer texto de gramática castellana, fue un sevillano nacido en Nebrija que vio la luz del mundo en 1441. El texto le fue entregado a Isabel la Católica, en 1492, pocos meses antes que sus huestes guerreras arrojaran de Granada a la última taifa de moros musulmanes que por ochocientos años señorearon en España, y quince días después de que el genovés Cristóforo Colombo capitaneara sus tres carabelas hacía el mar desconocido para gestar la más famosa aventura de la humanidad.

Cuando el autor le entregó el manuscrito a la soberana, ésta sorprendida le preguntó para qué serviría el mamotreto, a lo que Nebrija desconcertado no atinaba a explicar, pero presente el obispo de Ávila, dio la razón de que se emplearía en enseñar el castellano entre la gente nueva que las tres naos de Colón descubrieran en Cipango (Japón) y Catay (China), presuntos lugares de llegada de los navegantes que habían levado anclas desde Puerto Palos de la Frontera, porque no se sospechaba la existencia de América, un continente interpuesto.

Cuando estudié en la Universidad de Salamanca, me detenía a leer una placa que recordaba que en ese claustro medieval había sido escolar y después catedrático de gramática y latín Antonio Martínez de Cala y Xaraba. Supe también que había estudiado en la Universidad de Bolonia donde se aplicó en teología y latín, la lengua culta de ese entonces, y que a su retorno a España adoptó el nombre de Elio, por lo que es más conocido como Elio Antonio de Nebrija.

Antes de Nebrija publicaron ensayos “del bien escribir”, entre ellos el rey Alfonso el Sabio, sin tanta trascendencia en una lengua romance y vulgar como era catalogado el castellano de aquel entonces. La mayoría de los libros de la época, entre ellos su Gramática, los reprodujo allí. En la antigua biblioteca de tal Universidad se pueden apreciar, pues se conservan como incunables (los primeros o de cuna) en unas urnas de vidrio y publicados antes de la Pascua de 1501.

Nebrija fue además pionero de los derechos de autor. En su época no existía tal legislación, pero él cobró los suyos antes de que se convirtiera en una práctica habitual.

La gramática de Nebrija fue texto obligado por siglos en el mundo hispano. Así, cuando en el Colegio de San Bartolomé, en nuestra Santafé, se supo la muerte de Simón Bolívar ocurrida en una hacienda de bueyes y trapiches por la costa caribe, unos bartolinos, antibolivarianos, salían de una cátedra de gramática, y como manifestación del desbordado regocijo por la noticia que conocían, lanzaron al aire los textos nebrijanos.

Nebrija murió el 5 de julio de 1522, en Alcalá de Henares. Su hijo y nietos fueron impresores en la Calle de Libreros, en Salamanca, por la vieja muralla, frente al río Tormes, donde el judío converso y perseguido por el tribunal de la Inquisición, Fernando de Rojas, escribió La Celestina, pero esa es otra historia para otro día.