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Columnista - 12 diciembre, 2016

Comentarios a la exhortación apostólica del Papa Francisco 

Aprovechando que estamos en el tiempo del Adviento, es decir, de la preparación para el nacimiento del redentor, me di a la tarea de leer el documento “Amoris Laetitia” del Papa Francisco. Es una exhortación apostólica que el Santo Padre publicó el pasado 19 de marzo,  y que ciertamente no tiene el carácter de infalible. En consecuencia se tiene  […]

Aprovechando que estamos en el tiempo del Adviento, es decir, de la preparación para el nacimiento del redentor, me di a la tarea de leer el documento “Amoris Laetitia” del Papa Francisco. Es una exhortación apostólica que el Santo Padre publicó el pasado 19 de marzo,  y que ciertamente no tiene el carácter de infalible. En consecuencia se tiene  como un ejercicio  del ministerio papal. No obstante, el tema escogido por el Sumo Pontífice en esta ocasión es la familia. El tema no podía ser de mayor interés, pues la familia, hoy por hoy, está siendo objeto de muchas amenazas entre ellas: la drogadicción, la violencia intrafamiliar, el matrimonio entre parejas del mismo sexo y un largo etcétera.

El documento de exhortación va dirigido a los obispos, pastores, diáconos, laicos y católicos en general, invita a la reflexión sobre temas como el papel de la evangelización  a través de la historia, la cual se encuentra dividida  en dos grandes vertientes: la de rechazar y la de integrar.

Se rechaza cuando juzgamos a los demás, imponiéndole pesadas cargas, que hacen difícil el camino hacia la conversión. Cuando nos creemos mejores que los demás, cuando exigimos del otro, y en nombre de la fe, aquello que no estaríamos dispuestos a soportar. Algo así como el fariseísmo moderno, donde el confesionario pasa a ser un espacio de tortura moral, más que de perdón y reconciliación.

La vertiente de la integración, en cambio, es aquella donde el perdón y la misericordia son prevalentes frente a situaciones de pecado. Brinda al pecador la posibilidad de sanación ofreciéndole el acceso a los sacramentos. Parte de la base de que muchas veces, ni siquiera merecemos ser perdonados, y es precisamente ese el gran error, pues no hay pecado por grave que sea, que supere la misericordia de Dios.

La exhortación del Papa Francisco, por muchos criticada, es en mi humilde opinión, una forma audaz de llegar hasta donde se encuentra la oveja perdida, rescatarla y llevarla de nuevo al redil, no de otra forma debe entenderse la misión pastoral. Entiendo que para muchos es difícil aceptar que personas casadas por lo civil y divorciadas reciban el sacramento de la comunión, pero se olvidan que el propio Jesús en su diálogo con la samaritana, conociendo sus pecados, la evangelizó. Lo propio hizo con la mujer adúltera. Ahora bien, es necesario que los pastores de nuestra amada Iglesia hagan  uso prudente y sabio, del discernimiento y sepan determinar, con buen juicio, cada situación de pecado en particular,  el proceso de sanación que se debe seguir, a efectos de evitar cometer errores que puedan resultar nefastos y contraproducentes.
El compromiso pastoral de nuestra Iglesia, implica la responsabilidad de salvar almas, y para ello es necesario no entrar a juzgar, pues el Señor Jesús en su infinita misericordia no lo hizo,  debemos estar  prestos al perdón y a la reconciliación, en el entendido de que nuestro rescate fue pagado con la preciosa sangre de nuestro Redentor.

Nota de cierre: Con este artículo concluyo por este año. Solo me resta desearles una Feliz Navidad y un próspero año nuevo.

Columnista
12 diciembre, 2016

Comentarios a la exhortación apostólica del Papa Francisco 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Aprovechando que estamos en el tiempo del Adviento, es decir, de la preparación para el nacimiento del redentor, me di a la tarea de leer el documento “Amoris Laetitia” del Papa Francisco. Es una exhortación apostólica que el Santo Padre publicó el pasado 19 de marzo,  y que ciertamente no tiene el carácter de infalible. En consecuencia se tiene  […]


Aprovechando que estamos en el tiempo del Adviento, es decir, de la preparación para el nacimiento del redentor, me di a la tarea de leer el documento “Amoris Laetitia” del Papa Francisco. Es una exhortación apostólica que el Santo Padre publicó el pasado 19 de marzo,  y que ciertamente no tiene el carácter de infalible. En consecuencia se tiene  como un ejercicio  del ministerio papal. No obstante, el tema escogido por el Sumo Pontífice en esta ocasión es la familia. El tema no podía ser de mayor interés, pues la familia, hoy por hoy, está siendo objeto de muchas amenazas entre ellas: la drogadicción, la violencia intrafamiliar, el matrimonio entre parejas del mismo sexo y un largo etcétera.

El documento de exhortación va dirigido a los obispos, pastores, diáconos, laicos y católicos en general, invita a la reflexión sobre temas como el papel de la evangelización  a través de la historia, la cual se encuentra dividida  en dos grandes vertientes: la de rechazar y la de integrar.

Se rechaza cuando juzgamos a los demás, imponiéndole pesadas cargas, que hacen difícil el camino hacia la conversión. Cuando nos creemos mejores que los demás, cuando exigimos del otro, y en nombre de la fe, aquello que no estaríamos dispuestos a soportar. Algo así como el fariseísmo moderno, donde el confesionario pasa a ser un espacio de tortura moral, más que de perdón y reconciliación.

La vertiente de la integración, en cambio, es aquella donde el perdón y la misericordia son prevalentes frente a situaciones de pecado. Brinda al pecador la posibilidad de sanación ofreciéndole el acceso a los sacramentos. Parte de la base de que muchas veces, ni siquiera merecemos ser perdonados, y es precisamente ese el gran error, pues no hay pecado por grave que sea, que supere la misericordia de Dios.

La exhortación del Papa Francisco, por muchos criticada, es en mi humilde opinión, una forma audaz de llegar hasta donde se encuentra la oveja perdida, rescatarla y llevarla de nuevo al redil, no de otra forma debe entenderse la misión pastoral. Entiendo que para muchos es difícil aceptar que personas casadas por lo civil y divorciadas reciban el sacramento de la comunión, pero se olvidan que el propio Jesús en su diálogo con la samaritana, conociendo sus pecados, la evangelizó. Lo propio hizo con la mujer adúltera. Ahora bien, es necesario que los pastores de nuestra amada Iglesia hagan  uso prudente y sabio, del discernimiento y sepan determinar, con buen juicio, cada situación de pecado en particular,  el proceso de sanación que se debe seguir, a efectos de evitar cometer errores que puedan resultar nefastos y contraproducentes.
El compromiso pastoral de nuestra Iglesia, implica la responsabilidad de salvar almas, y para ello es necesario no entrar a juzgar, pues el Señor Jesús en su infinita misericordia no lo hizo,  debemos estar  prestos al perdón y a la reconciliación, en el entendido de que nuestro rescate fue pagado con la preciosa sangre de nuestro Redentor.

Nota de cierre: Con este artículo concluyo por este año. Solo me resta desearles una Feliz Navidad y un próspero año nuevo.