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Columnista - 11 noviembre, 2016

Autoridad

Todo vallenato que se respete tiene en el patio o en la puerta de su casa o edificio un frondoso palo de mango de hilacha o puerco, chancleta, de azúcar, pico e loro y especialmente el manzana, que es el predilecto y lo cuida con esmero en señal de agradecimiento por darnos frutos y frescura; […]

Todo vallenato que se respete tiene en el patio o en la puerta de su casa o edificio un frondoso palo de mango de hilacha o puerco, chancleta, de azúcar, pico e loro y especialmente el manzana, que es el predilecto y lo cuida con esmero en señal de agradecimiento por darnos frutos y frescura; yo no soy la excepción y al frente del edificio donde vivo Luis Rafael Gutiérrez Lacouture, el famoso piloto de fumigación, más conocido como ‘El Cabrito’ sembró uno que creció rápidamente bajo los especiales cuidados del ingeniero Luis Cabello, pero para sorpresa salió machorrón, uno que otro manguito regao, pero este año algo le hico Lucho, como que lo montó bien y comenzó a parir como loco y cuando me levanto muy temprano rayando el sol me asomó a la terraza viéndolos crecer e imaginándomelos maduritos para comerlos, en pulpa o jugo, pero qué frustración cuando ayer me asomé y vi con asombro y terror que todos los mangos grandes, jechos, pequeños y bichecitos habían desaparecido, porque la terrible plaga que los azota los acabó y hasta ahora no se ha conseguido un insecticida que la combata, porque se necesita uno específico y aquí en el Valle escasea que se llama AUTORIDAD, sí, autoridad para combatir a esos vándalos que andan por las calles, machete en mano, de a pie, bicicletas y ahora en mototaxi que como raspachines arrasan con cuanto manguito hay y después los llevan a los reducidores que los hay públicamente, dueños de grandes locales y bodegas que sin sembrar un solo palo de mango compran a precios irrisorios la cosecha de 300 o más hectáreas y se han vuelto ricos en un santiamén comprando frutos robados, sin ningún control, llámese de la Policía, ICA, Corpocesar o secretarías de salud, mangos que son despachados en docenas de camiones para Cali, Medellín, Bogotá y Barranquilla para la fabricación de jugos, que tienen mango, pero no son de mango, salsa de tomate y los bichecitos para la producción de finos perfumes, carros que sin ningún control salen de la ciudad y pasan por las narices de la Policía que no es siquiera capaz de preguntar por su procedencia.

Necesitamos un buen piloto de fumigación, como ‘El Cabrito’ para fumigar, con AUTORIDAD los árboles de mango y combatir y erradicar la plaga que los azota inmisericordemente.

Y otra de frutas: los vendedores que en cumplimiento de la ley se mudaron para el nuevo Pabellón de Frutas, al lado de el de Pescado están al borde de la ruina y la quiebra, porque la mayoría de ellos, en abierto desacato de la ley se han quedado alrededor del Estadio y en la calle, en un espectáculo denigrante de desaseo y contaminación para los puestos de comida que allí se encuentran y las colmenas que les adjudicaron o compraron en el Pabellón de las Frutas las tienen desocupadas o de bodegas. Da grima y dolor ver la cantidad de frutas y verduras podridas de los pocos propietarios que en cumplimiento de la ley las expenden en el Pabellón, porque la gente tercamente continúa colaborando para que los indisciplinados hagan de las suyas ya que las autoridades no los obligan a cumplir con la ley.

Columnista
11 noviembre, 2016

Autoridad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Todo vallenato que se respete tiene en el patio o en la puerta de su casa o edificio un frondoso palo de mango de hilacha o puerco, chancleta, de azúcar, pico e loro y especialmente el manzana, que es el predilecto y lo cuida con esmero en señal de agradecimiento por darnos frutos y frescura; […]


Todo vallenato que se respete tiene en el patio o en la puerta de su casa o edificio un frondoso palo de mango de hilacha o puerco, chancleta, de azúcar, pico e loro y especialmente el manzana, que es el predilecto y lo cuida con esmero en señal de agradecimiento por darnos frutos y frescura; yo no soy la excepción y al frente del edificio donde vivo Luis Rafael Gutiérrez Lacouture, el famoso piloto de fumigación, más conocido como ‘El Cabrito’ sembró uno que creció rápidamente bajo los especiales cuidados del ingeniero Luis Cabello, pero para sorpresa salió machorrón, uno que otro manguito regao, pero este año algo le hico Lucho, como que lo montó bien y comenzó a parir como loco y cuando me levanto muy temprano rayando el sol me asomó a la terraza viéndolos crecer e imaginándomelos maduritos para comerlos, en pulpa o jugo, pero qué frustración cuando ayer me asomé y vi con asombro y terror que todos los mangos grandes, jechos, pequeños y bichecitos habían desaparecido, porque la terrible plaga que los azota los acabó y hasta ahora no se ha conseguido un insecticida que la combata, porque se necesita uno específico y aquí en el Valle escasea que se llama AUTORIDAD, sí, autoridad para combatir a esos vándalos que andan por las calles, machete en mano, de a pie, bicicletas y ahora en mototaxi que como raspachines arrasan con cuanto manguito hay y después los llevan a los reducidores que los hay públicamente, dueños de grandes locales y bodegas que sin sembrar un solo palo de mango compran a precios irrisorios la cosecha de 300 o más hectáreas y se han vuelto ricos en un santiamén comprando frutos robados, sin ningún control, llámese de la Policía, ICA, Corpocesar o secretarías de salud, mangos que son despachados en docenas de camiones para Cali, Medellín, Bogotá y Barranquilla para la fabricación de jugos, que tienen mango, pero no son de mango, salsa de tomate y los bichecitos para la producción de finos perfumes, carros que sin ningún control salen de la ciudad y pasan por las narices de la Policía que no es siquiera capaz de preguntar por su procedencia.

Necesitamos un buen piloto de fumigación, como ‘El Cabrito’ para fumigar, con AUTORIDAD los árboles de mango y combatir y erradicar la plaga que los azota inmisericordemente.

Y otra de frutas: los vendedores que en cumplimiento de la ley se mudaron para el nuevo Pabellón de Frutas, al lado de el de Pescado están al borde de la ruina y la quiebra, porque la mayoría de ellos, en abierto desacato de la ley se han quedado alrededor del Estadio y en la calle, en un espectáculo denigrante de desaseo y contaminación para los puestos de comida que allí se encuentran y las colmenas que les adjudicaron o compraron en el Pabellón de las Frutas las tienen desocupadas o de bodegas. Da grima y dolor ver la cantidad de frutas y verduras podridas de los pocos propietarios que en cumplimiento de la ley las expenden en el Pabellón, porque la gente tercamente continúa colaborando para que los indisciplinados hagan de las suyas ya que las autoridades no los obligan a cumplir con la ley.