Confiados en las altas tasas de rentabilidad que prometían, varios miembros de una misma familia unieron sus ahorros para invertir en un negocio que terminó siendo una estafa internacional.
Por Redacción EL PILÓN
Todo empezó en enero de 2021. Luego de ver una publicidad en redes sociales, Kevin Santos*, un joven vallenato que se dedica a la sastrería, se interesó por los retornos que ofrecía ‘My easy tron bot’, un sistema que pagaba grandes intereses a quienes invertían cierta cantidad de dinero.
Como ningún banco en el mundo ofrecía desembolsos diarios. “La empresa todos los días hacía presentaciones del negocio por Zoom, hablaban maravillas, que era un negocio de Dios. A Dios lo metían en todo”, narra Kevin Santos*.
Durante año y medio no hubo fallas. El pago diario silenciaba cualquier voz que alertara el riesgo de una estafa. Era el negocio perfecto. Los ‘líderes’ pagaban solo por aportar una cantidad de dinero. Un ingreso extra sin necesidad de trabajar.
Sin embargo, un día la pirámide se derrumbó. “De enero de 2021 a mayo de 2022 la empresa funcionó correctamente. Ese mes empezaron los problemas con los retiros. Uno hacía los retiros pero nunca llegaban. Cuando las personas empezaron a quejarse dijeron que había errores, pero que estaban trabajando. Así duraron varios meses”, cuenta Santos*.
Fallas, hackeo, limitación en los retiros. Similar estrategia a otras pirámides como Goarbit, denunciada públicamente por impedir el retiro de miles de personas que invirtieron sus recursos.
En medio de esas excusas, se hizo imposible retirar el dinero invertido. Fueron varios meses y miles de intentos, pero nada cambió. En ese momento, Kevin Santos*, su esposa, su suegra, un cuñado y un amigo entendieron que habían sido estafados.
Con una alta dosis de descaro, en mayo de 2022 los ‘líderes’ del negocio notificaron que ante las fallas del antiguo sistema crearían uno nuevo con el ‘pequeño’ detalle que perderían la anterior inversión y tendrían que volver a inyectar recursos. Muchos, sorpresivamente, les creyeron.
“Decían que sufrieron un desfalco y que el dinero que había no alcanzaba para pagar a todos. Anunciaron una actualización, pero el sistema nuevo funcionó poco más de un mes. Y luego otra vez se cayó”, relata Kevin Santos*.
Convencidos de que era una estafa, esta vez decidieron no aportar recursos. Pero ya el daño estaba hecho. Kevin Santos, además de invertir $5 millones, convenció a su esposa, su suegra, un cuñado y su amigo, y entre todos invirtieron casi $20 millones de pesos.
“Yo solo invertí $5 millones. Una señora de México con la que hablo invirtió 14.000 dólares (68 millones de pesos). En el canal de Telegram estábamos 89.000 personas. Que la mitad hayan invertido. Eso es mucha plata”, cuenta Santos. Incluso, relata que miles de personas nunca retiraron dinero porque se premiaba con intereses a quienes reinvertían las ‘utilidades’.
Sabiendo que todo era una estafa, en todas las reuniones programadas por Zoom, Juan Mota y Henry Acosta, de República Dominicana, aseguraban que ellos no eran los líderes del negocio y que el verdadero dueño no daba la cara por razones de impuesto. Sin embargo, nunca hubo confianza en esa versión.
“Todos sabían que los dueños eran ellos (Juan Mota y Henry Acosta). Porque incluso varios creadores de contenidos se dieron cuenta de las incoherencias que decían”, relató Kevin Santos.
Antes de desaparecer y eliminarlos del grupo de WhatsApp (el de Telegram sigue activo), Juan Mota simuló estar enfermo y aseguró que el médico le había prohibido revisar el celular (puede ver los chats). Luego de esos mensajes, decidió bloquear a los estafados.
Los presuntos responsables fueron denunciados en República Dominicana por más de 25 personas que fueron estafadas, sin embargo, señalan expertos, resulta difícil para el sistema jurídico controlar este tipo de inversiones no reguladas y que se extienden por varios países.
***
Para proteger la integridad de las personas afectadas, EL PILÓN decidió cambiar sus nombres. Kevin Santos no es el verdadero nombre de la víctima.
Confiados en las altas tasas de rentabilidad que prometían, varios miembros de una misma familia unieron sus ahorros para invertir en un negocio que terminó siendo una estafa internacional.
Por Redacción EL PILÓN
Todo empezó en enero de 2021. Luego de ver una publicidad en redes sociales, Kevin Santos*, un joven vallenato que se dedica a la sastrería, se interesó por los retornos que ofrecía ‘My easy tron bot’, un sistema que pagaba grandes intereses a quienes invertían cierta cantidad de dinero.
Como ningún banco en el mundo ofrecía desembolsos diarios. “La empresa todos los días hacía presentaciones del negocio por Zoom, hablaban maravillas, que era un negocio de Dios. A Dios lo metían en todo”, narra Kevin Santos*.
Durante año y medio no hubo fallas. El pago diario silenciaba cualquier voz que alertara el riesgo de una estafa. Era el negocio perfecto. Los ‘líderes’ pagaban solo por aportar una cantidad de dinero. Un ingreso extra sin necesidad de trabajar.
Sin embargo, un día la pirámide se derrumbó. “De enero de 2021 a mayo de 2022 la empresa funcionó correctamente. Ese mes empezaron los problemas con los retiros. Uno hacía los retiros pero nunca llegaban. Cuando las personas empezaron a quejarse dijeron que había errores, pero que estaban trabajando. Así duraron varios meses”, cuenta Santos*.
Fallas, hackeo, limitación en los retiros. Similar estrategia a otras pirámides como Goarbit, denunciada públicamente por impedir el retiro de miles de personas que invirtieron sus recursos.
En medio de esas excusas, se hizo imposible retirar el dinero invertido. Fueron varios meses y miles de intentos, pero nada cambió. En ese momento, Kevin Santos*, su esposa, su suegra, un cuñado y un amigo entendieron que habían sido estafados.
Con una alta dosis de descaro, en mayo de 2022 los ‘líderes’ del negocio notificaron que ante las fallas del antiguo sistema crearían uno nuevo con el ‘pequeño’ detalle que perderían la anterior inversión y tendrían que volver a inyectar recursos. Muchos, sorpresivamente, les creyeron.
“Decían que sufrieron un desfalco y que el dinero que había no alcanzaba para pagar a todos. Anunciaron una actualización, pero el sistema nuevo funcionó poco más de un mes. Y luego otra vez se cayó”, relata Kevin Santos*.
Convencidos de que era una estafa, esta vez decidieron no aportar recursos. Pero ya el daño estaba hecho. Kevin Santos, además de invertir $5 millones, convenció a su esposa, su suegra, un cuñado y su amigo, y entre todos invirtieron casi $20 millones de pesos.
“Yo solo invertí $5 millones. Una señora de México con la que hablo invirtió 14.000 dólares (68 millones de pesos). En el canal de Telegram estábamos 89.000 personas. Que la mitad hayan invertido. Eso es mucha plata”, cuenta Santos. Incluso, relata que miles de personas nunca retiraron dinero porque se premiaba con intereses a quienes reinvertían las ‘utilidades’.
Sabiendo que todo era una estafa, en todas las reuniones programadas por Zoom, Juan Mota y Henry Acosta, de República Dominicana, aseguraban que ellos no eran los líderes del negocio y que el verdadero dueño no daba la cara por razones de impuesto. Sin embargo, nunca hubo confianza en esa versión.
“Todos sabían que los dueños eran ellos (Juan Mota y Henry Acosta). Porque incluso varios creadores de contenidos se dieron cuenta de las incoherencias que decían”, relató Kevin Santos.
Antes de desaparecer y eliminarlos del grupo de WhatsApp (el de Telegram sigue activo), Juan Mota simuló estar enfermo y aseguró que el médico le había prohibido revisar el celular (puede ver los chats). Luego de esos mensajes, decidió bloquear a los estafados.
Los presuntos responsables fueron denunciados en República Dominicana por más de 25 personas que fueron estafadas, sin embargo, señalan expertos, resulta difícil para el sistema jurídico controlar este tipo de inversiones no reguladas y que se extienden por varios países.
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Para proteger la integridad de las personas afectadas, EL PILÓN decidió cambiar sus nombres. Kevin Santos no es el verdadero nombre de la víctima.