Ya comienza el Festival vinieron a invitarme ya se van los provincianos que estudian conmigo ayer tarde que volvieron preferí negarme pa’ no tener que explicarle a nadie mis motivos. Yo que me muero por ir y es mi deber quedarme me quedo en la capital por cosas del destino.
“No me atrevía a cantar, yo nunca había cantado en público y estaba muy frustrado, ‘El Cachaquito’ Jiménez se negó a cantarme la canción, afortunadamente el doctor Armando Morelli Socarrás me regaló una panchita de aguardiente, me tomé media y quedé como para patearle la espinilla a un policía”, recordó el compositor Rafael Manjarrez, aquella anécdota festivalera que terminó inmortalizando su Ausencia Sentimental.
El creador de un centenar de canciones llenas de poesías, encarnadas por el celo costumbrista, tiene intactos aquellos recuerdos de estudiante, que encerrado en un cuarto de la fría capital, se puso su guitarra en el pecho para plasmar una vivencia alegórica, calcada por la desilusión y nostalgia de perderse un festival vallenato.
En 1977 no pudo cumplir su cita en Valledupar. Tenía 16 años y estaba en Bogotá, donde estudiaba Derecho en la Universidad Nacional. La condición humilde de sus padres, agricultor y maestra de escuela, no le permitía darse el lujo de devolverse para su tierra antes de terminar el semestre y tuvo que tragarse la nostalgia que le causaba estar lejos del Festival Vallenato para que sus conterráneos no se dieran cuenta.
“Eso fue una vivencia en Bogotá, todos los estudiantes que vivían conmigo en el apartamento se vinieron para el festival, ellos tenían mayores facilidades económicas que yo, Llamé a mi papá y me dijo que qué venía a buscar a Valledupar, me dio mucha nostalgia y tristeza, pero al final lo superé porque había venido a muchos festivales, aprovechando que vivía en La Jagua del Pilar, a unos 40 minutos de Valledupar”, recordó el compositor de éxitos como Benditos versos, Canciones Lindas, Señora, entre otros.
Es el dueño de la canción más escuchada antes y durante el Festival Vallenato, por eso carga sobre sus hombros el nombre de una creación musical que se convirtió en leyenda, debido a su contenido, pero que reconoce la hizo cuando todavía no era un reconocido compositor.
“Esa vivencia quedó ahí y cuando me volví compositor me senté en el suelo con mi guitarra y mi compadre Hugo Aroca, en una colchoneta y compuse la canción. En aquella época no había ni correos ni todas las facilidades que hay ahora y no tenía con quién mandarla para participar, las inscripciones se cerraban como a las seis de la tarde, afortunadamente Armando Morelli me las llevó, incluso él la firmó por mí y me toma del pelo diciéndome que algún día me la va a quitar”, recordó Rafael Manjarrez.
Su creación musical se convirtió en una obra que describe las riquezas del entorno del Valle del Cacique Upar, vivencias, jolgorios y tradiciones que rodean una fiesta que “para no mortificarse hay que atreverse a escuchar la radio para ver si el mango está en la plaza igual o si el maestro Escalona asistió…”
“Cuando compuse Ausencia Sentimental no pensé que fuera a tener esos estándares de aceptación o que se convirtiera en el himno del máximo evento de acordeones en el mundo, uno nunca visualiza el éxito que pueda tener una obra, pero cuando compongo lo hago con aspiraciones, convicción y responsabilidad”, aseguró el compositor al que le han grabado más de 250 canciones.
“Antes de presentar Ausencia sentimental había participado como en dos o tres oportunidades en el Festival Vallenato, en una me descalificaron porque me emborraché y se me olvidó la canción”, dijo el autor guajiro.
Fue la canción ganadora del Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1986, tiene sabor a parranda, a música, a encuentro con amigos, a nostalgia, a paseo en el balneario Hurtado, ingredientes que la impregnaron en el corazón de un pueblo como la más querida de todas las inéditas. Su éxito es universal, cada año es escuchada por propios y turistas que vienen a la fiesta de acordeones.
Rafael Manjárrez nació en La Jagua del Pilar, La Guajira, tierra que lo ha inspirado para hacer muchas de sus canciones, las mismas que lo tienen posicionado como uno de los mejores compositores de la música vallenata.
Rafael Manjarrez tiene autoridad para hablar de calidad y contenido musical, sin embargo asegura que “la brecha entre las canciones festivaleras y comerciales se ha hecho más grande; antes las obras tenían ambos ingredientes y eso se fue distanciando a medida que pasaba el festival, los compositores han bajado las facturas de calidad”.
Reconoció que “ante las canciones que ganaban en el festival eran grabadas y luego se convertían en éxito, incluso las que quedaban en el segundo y tercer lugar también tenían esas riquezas para ser llevadas a la pasta fonográfica. Hay que convencer a los concursantes para que se exijan más y sus obras tengan el toque folclórico pero también comercial, esto no es problema generacional porque hay talentos jóvenes como Jhon Mindiola que tiene canciones de ese corte y poseen elementos poéticos. En estos momentos hay un facilismo en torno a las obras que hoy se graban”.
Dijo que “la crisis en las composiciones no toca solo al vallenato, también la hay en baladas, salsas y rancheras, muchos piensan en el tema comercial y no en darle rienda suelta a sus inspiraciones poéticas que le dan vida a una canción”.
Para Manjarrez las mujeres son la savia de sus composiciones. Les ha escrito a mujeres que no gustan de él, a señoras que tienen dueño y a doncellas angelicales. Si ellas no existieran, afirma, se colgaría de una cuerda.
Nibaldo Bustamante/EL PILÓN
Ya comienza el Festival vinieron a invitarme ya se van los provincianos que estudian conmigo ayer tarde que volvieron preferí negarme pa’ no tener que explicarle a nadie mis motivos. Yo que me muero por ir y es mi deber quedarme me quedo en la capital por cosas del destino.
“No me atrevía a cantar, yo nunca había cantado en público y estaba muy frustrado, ‘El Cachaquito’ Jiménez se negó a cantarme la canción, afortunadamente el doctor Armando Morelli Socarrás me regaló una panchita de aguardiente, me tomé media y quedé como para patearle la espinilla a un policía”, recordó el compositor Rafael Manjarrez, aquella anécdota festivalera que terminó inmortalizando su Ausencia Sentimental.
El creador de un centenar de canciones llenas de poesías, encarnadas por el celo costumbrista, tiene intactos aquellos recuerdos de estudiante, que encerrado en un cuarto de la fría capital, se puso su guitarra en el pecho para plasmar una vivencia alegórica, calcada por la desilusión y nostalgia de perderse un festival vallenato.
En 1977 no pudo cumplir su cita en Valledupar. Tenía 16 años y estaba en Bogotá, donde estudiaba Derecho en la Universidad Nacional. La condición humilde de sus padres, agricultor y maestra de escuela, no le permitía darse el lujo de devolverse para su tierra antes de terminar el semestre y tuvo que tragarse la nostalgia que le causaba estar lejos del Festival Vallenato para que sus conterráneos no se dieran cuenta.
“Eso fue una vivencia en Bogotá, todos los estudiantes que vivían conmigo en el apartamento se vinieron para el festival, ellos tenían mayores facilidades económicas que yo, Llamé a mi papá y me dijo que qué venía a buscar a Valledupar, me dio mucha nostalgia y tristeza, pero al final lo superé porque había venido a muchos festivales, aprovechando que vivía en La Jagua del Pilar, a unos 40 minutos de Valledupar”, recordó el compositor de éxitos como Benditos versos, Canciones Lindas, Señora, entre otros.
Es el dueño de la canción más escuchada antes y durante el Festival Vallenato, por eso carga sobre sus hombros el nombre de una creación musical que se convirtió en leyenda, debido a su contenido, pero que reconoce la hizo cuando todavía no era un reconocido compositor.
“Esa vivencia quedó ahí y cuando me volví compositor me senté en el suelo con mi guitarra y mi compadre Hugo Aroca, en una colchoneta y compuse la canción. En aquella época no había ni correos ni todas las facilidades que hay ahora y no tenía con quién mandarla para participar, las inscripciones se cerraban como a las seis de la tarde, afortunadamente Armando Morelli me las llevó, incluso él la firmó por mí y me toma del pelo diciéndome que algún día me la va a quitar”, recordó Rafael Manjarrez.
Su creación musical se convirtió en una obra que describe las riquezas del entorno del Valle del Cacique Upar, vivencias, jolgorios y tradiciones que rodean una fiesta que “para no mortificarse hay que atreverse a escuchar la radio para ver si el mango está en la plaza igual o si el maestro Escalona asistió…”
“Cuando compuse Ausencia Sentimental no pensé que fuera a tener esos estándares de aceptación o que se convirtiera en el himno del máximo evento de acordeones en el mundo, uno nunca visualiza el éxito que pueda tener una obra, pero cuando compongo lo hago con aspiraciones, convicción y responsabilidad”, aseguró el compositor al que le han grabado más de 250 canciones.
“Antes de presentar Ausencia sentimental había participado como en dos o tres oportunidades en el Festival Vallenato, en una me descalificaron porque me emborraché y se me olvidó la canción”, dijo el autor guajiro.
Fue la canción ganadora del Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1986, tiene sabor a parranda, a música, a encuentro con amigos, a nostalgia, a paseo en el balneario Hurtado, ingredientes que la impregnaron en el corazón de un pueblo como la más querida de todas las inéditas. Su éxito es universal, cada año es escuchada por propios y turistas que vienen a la fiesta de acordeones.
Rafael Manjárrez nació en La Jagua del Pilar, La Guajira, tierra que lo ha inspirado para hacer muchas de sus canciones, las mismas que lo tienen posicionado como uno de los mejores compositores de la música vallenata.
Rafael Manjarrez tiene autoridad para hablar de calidad y contenido musical, sin embargo asegura que “la brecha entre las canciones festivaleras y comerciales se ha hecho más grande; antes las obras tenían ambos ingredientes y eso se fue distanciando a medida que pasaba el festival, los compositores han bajado las facturas de calidad”.
Reconoció que “ante las canciones que ganaban en el festival eran grabadas y luego se convertían en éxito, incluso las que quedaban en el segundo y tercer lugar también tenían esas riquezas para ser llevadas a la pasta fonográfica. Hay que convencer a los concursantes para que se exijan más y sus obras tengan el toque folclórico pero también comercial, esto no es problema generacional porque hay talentos jóvenes como Jhon Mindiola que tiene canciones de ese corte y poseen elementos poéticos. En estos momentos hay un facilismo en torno a las obras que hoy se graban”.
Dijo que “la crisis en las composiciones no toca solo al vallenato, también la hay en baladas, salsas y rancheras, muchos piensan en el tema comercial y no en darle rienda suelta a sus inspiraciones poéticas que le dan vida a una canción”.
Para Manjarrez las mujeres son la savia de sus composiciones. Les ha escrito a mujeres que no gustan de él, a señoras que tienen dueño y a doncellas angelicales. Si ellas no existieran, afirma, se colgaría de una cuerda.
Nibaldo Bustamante/EL PILÓN