A través de su cuenta de X (antes Twitter), el escritor y profesor de filosofía, Rafael Narbona, realizó una profunda reflexión sobre la soledad y la vejez. En EL PILÓN compartimos de forma íntegra el escrito que se viralizó por su valor reflexivo y emocional.
“Qué duro es superar los 60 años sin familia. Mi mujer y yo no tenemos hijos ni sobrinos. Yo he perdido a mis tres hermanos y mi mujer sufre algo peor: la desafección de dos hermanos por culpa de una herencia. Los amigos solo son una brizna de afecto en el vasto océano de la soledad. Y no cabe esperar nada de la sociedad. En una gran ciudad, nadie conoce a nadie. Ya no existe sentido de comunidad.
No sé qué le sucederá a mi biblioteca, con más de 20.000 volúmenes y muchas primeras ediciones dedicadas. No es fácil donar algo así. Casi todas las instituciones están desbordadas. Nos conformamos con que nuestros perros y gatos no nos sobrevivan.
Si la vida solo es esto, un viaje efímero entre dos océanos de oscuridad, Camus y Sartre tenían razón: la vida es absurda. Cuando Teresa de Jesús dijo “Solo Dios basta”, sabía que solo el Absoluto, sea lo que sea, puede salvar al ser humano del desamparo y la sensación de impotencia. Cioran escribió: “Imagino mis cenizas desperdigadas por todo el planeta, frenéticamente agitadas por el viento, diseminándome en el espacio como un reproche contra este mundo”. No puede imaginarse otro futuro para cada uno de nosotros si solo somos un capricho de la evolución, una pavorosa forma de azar”.
Segunda parte
Tras el inesperado impacto de la primera parte, el escritor completó su reflexión personal.
“No esperaba que una breve reflexión sobre lo que significa envejecer sin hijos, tuviera tanta repercusión. Mi mujer y yo no elegimos esta situación. Intentamos tener hijos y la biología lo impidió. Tras tres abortos espontáneos, los médicos nos aconsejearon abstenernos de nuevas tentativas. No pudimos adoptar porque mi mujer sufrió una grave depresión y yo, al cabo del tiempo, transité por el mismo camino. Esa circunstancia es motivo de exclusión para optar a la adopción. Ahora, con más de 60 años, sería una insensatez acoger un niño, pues mi mujer ha pasado por un cáncer y yo por dos intervenciones cardíacas. Bastante nos preocupa saber si podremos cuidar a nuestros perros y gatos hasta el final de sus vidas.
Algunos energúmenos han señalado el contraste que aprecian entre mis libros y mis tuits, supuestamente iracundos. No hay tal contraste (…). Casi nadie elige la vida que le toca. No elegí que mi padre muriera cuando yo era un niño, ni que mi hermano mayor se suicidara, ni que mi madre y mi hermana murieran con veinte días de diferencia. Sí he elegido a mis amigos y algunos me han decepcionado amargamente. He intentado cultivar la amistad con personas de derechas y he comprendido muy tarde que era un error, pues la ideología política no es una elección inocua, sino una actitud existencial asociada a una serie de valores.
Gracias a los que me han manifestado su afecto y mi total indiferencia hacia los que aprovechan cualquier circunstancia para insultar y acosar”.












