Andrew Simon Tucker es director y productor de documentales con una maestría en Antropología Visual de la Universidad de Manchester, Reino Unido. Desde el año 2003 ha trabajado en el cine documental en Europa y Latinoamérica y ha producido y dirigido más de 20 proyectos audiovisuales.
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Su trabajo en Colombia incluye el largometraje documental ‘El viaje del acordeón’, en codirección con Reinaldo Sagbini, ganador de un premio India Catalina en el Festival Internacional de Cine Cartagena (FICCI 2013), seleccionado en más de 30 festivales de cine en todo el mundo y estrenado en salas de cine en Alemania y Colombia.
¿Cómo nació la película? ¿Por qué ese tema? ¿Cómo llegaron al guion?
La idea nació en Alemania. Un día Reinaldo Sagbini, que nació en Valledupar, me sugirió hacer una película sobre la música de acordeón. La primera idea fue recoger imágenes y testimonios entre Alemania y Colombia y mirar adonde esto nos iba a llevar.
En Valledupar conocimos a Manuel Vega, Jairo Suarez y Dionisio Bertel, que se estaban presentando en el Festival de la Leyenda Vallenata. Manuel había participado tantas veces, pero siempre quedaba en el segundo o tercer lugar. Sin embargo, siempre seguía presentándose.
La resiliencia de Manuel nos inspiró a contar su historia. Nunca pierde la esperanza, después de cada caída se levanta de nuevo y enfrenta todos los obstáculos con valentía y fe. Supimos que habíamos encontrado la historia que queríamos contar.
En general no podemos hablar de un guion en el sentido estricto de la palabra, sino que la historia se fue tejiendo continuamente en un proceso bastante colaborativo y espontáneo. Cuando empezamos a rodar, no supimos hacia dónde nos iba a llevar la historia. Esperábamos que Manuel ganara el Festival de la Leyenda Vallenata, pero en los tres años que los acompañábamos con la cámara, esto no sucedió. Es así como la versión definitiva del guion se dio en la sala de edición. Dejamos que el material que habíamos filmado nos hablara, y poco a poco encontramos la historia que hoy es la película ‘El viaje del acordeón’.
¿Cómo fue la actuación de los actores, incluido Manuel Vega?
No los llamaría actores, ya que Manuel, Jairo y Dionisio protagonizaron sus propias vidas. Más bien, filmamos cómo el conjunto vivió este tiempo que pasamos juntos. En el cine documental, la cámara puede provocar ciertas reacciones o comportamientos de los protagonistas, pero en el caso de ‘El viaje del acordeón’, en muchas ocasiones se olvidaron de nuestra presencia, y la cámara se volvió invisible. Además, los músicos están muy acostumbrados a tener un público, así que nunca se sintieron incómodos con la presencia de la cámara.
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Es una película tipo documental, tan de moda en este periodo… ¿Dentro de qué género se ubica?
Creo que ‘El viaje del acordeón’ no se siente como un documental televisivo con entrevistas y una voz en off, porque optamos por dejar que la historia de nuestros protagonistas hablara por sí sola. Este estilo de filmar, basado en los estilos documentalistas del Ciné Vérité y el Direct Cinema, requiere mucho tiempo y paciencia. Así que duramos casi tres años grabando y generamos más de 120 horas de material audiovisual.
Muchas veces el público se asusta cuando escucha la palabra “documental”, pensando que debe ser aburrido y algo serio. Lo que quisiéramos demostrar con ‘El viaje del acordeón’ es que un documental puede ser una experiencia cinematográfica a la par con películas de ficción, en donde el público puede reír y llorar con los protagonistas.
Tuvo gran reconocimiento y premios internacionales…
‘El viaje del acordeón’ era muy popular cuando se estrenó en el Festival Internacional de Cine en Cartagena en 2013, y donde ganó una India Catalina en la categoría Premio del Público. Desde ese momento la película desarrolló una vida propia y se ha presentado en festivales en todo el mundo, desde Cuba hasta Australia. Ha sido estrenado en salas de cine en Colombia y Alemania, la han mostrado en canales de televisión en varios países, y ahora está disponible en las plataformas en línea de Amazon Prime, Mubi y Videósferas de la Universidad del Magdalena.
¿Qué sensación te dejó el triunfo de Manuel Vega?
Estoy muy feliz por Manuel. ¡Por fin ha ganado el Festival de la Leyenda Vallenata! Este triunfo es muy merecido, ya que creo es uno de los mejores acordeoneros en Colombia. Siempre creía que algún día lo iba a lograr.
¿Qué haces ahora y qué proyectos desarrollas? ¿Has perdido la relación con la región Caribe colombiana?
Actualmente estoy desarrollando un nuevo proyecto de realidad virtual con los grupos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y con el apoyo de la Universidad del Magdalena. Además, estoy preparando el rodaje de un nuevo largometraje documental con el título ‘Máscaras de la Sierra’. En esta película voy a buscar las máscaras sagradas de los indígenas de la Sierra que durante siglos, misioneros y exploradores han saqueado y llevado a diferentes museos europeos. La idea es poder viajar (una vez que se acabe la pandemia) con una delegación de la Sierra a Europa en búsqueda de sus tesoros sagrados con el fin de devolverlos al territorio ancestral. Ahora trabajo desde Holanda y, por lo mencionado, he aplazado mi viaje a Colombia en la que pensé inicialmente estar en julio.
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EL PILÓN tiene una iniciativa: hacer este mes de octubre un Festival de Cine hecho en celular y su propósito es hacer un gran festival anual en la ciudad con el fin de promover la industria y hacer más visibles las historias locales. ¿Qué sugerirías para que esos eventos fuesen efectivos y transformadores?
Creo que es importante expandir el horizonte de las películas que se muestran en un festival de cine en Valledupar. Es fácil quedarse con historias locales y del folclor vallenato, pero para realmente lograr un impacto creo que hay que buscar la universalidad dentro de las historias, para que cualquier persona se pueda conectar emocionalmente con las películas.
¿Qué desearías agregar?
En este momento vivimos una polarización de la sociedad muy fuerte. Las imágenes y los vídeos que se comparten en las redes sociales pueden desinformar y profundizar la brecha entre diferentes posiciones y opiniones. Corremos el peligro de no querer ver o entender la posición del otro. Creo que, como cineastas, sobre todo los documentalistas, tenemos una gran responsabilidad en mostrar otras realidades, diferentes mundos y encontrar nuestra humanidad compartida. Espero que a través del arte podamos estimular el pensamiento crítico y construir puentes para facilitar un diálogo intercultural horizontal.
Por Redacción/EL PILÓN