Dos sandieganas disputarán la Gobernación. Tiene riesgos la tradicional forma de ganar las elecciones.
A 34 días de las elecciones de este 29 de octubre, en medio de pronósticos, opiniones y especulaciones de todo tipo, y el nerviosismo y temor de los equipos políticos, avanzan las campañas. El cuadro muestra un grado intenso de rivalidad, de alianzas que se perfilan, se insinúan y mueren. Es evidente lo que está en juego para el departamento y sus 25 municipios: si se mantiene una gobernación de un clan familiar, pero, sin limitarse a ello, una organización política, que fue elegida por los votos del territorio al primer cargo seccional y al Congreso de la República.
Todas las apuestas están en que esa maquinaria, que se aprecia formidable, se impondrá en octubre, manteniendo su predominio. Ese pronóstico se basa en un efectivo trabajo político, basado en los favores, puestos y contratos, de familiares, compadres y amigos —la forma habitual de ejercer la política en la provincia colombiana—, en la efectividad de un sector de gobierno que completaría casi 30 años en el poder y ha gozado de recursos fiscales extraordinarios por la minería del carbón, las cuales se han aplicado, no pocas veces, según reiteradas denuncias, en obras inconclusas, inoperantes o fruto del despilfarro.
Esa formación ha contado con aliados que ‘comen en el mismo plato’, de ingredientes y sabores complementarios. Son los congresistas, intermediarios de los servicios y obras entre la Nación y las alcaldías, que, de diversos orígenes subregionales del departamento, predominando los de Valledupar, algunos de hereditarias familias, constituyen la denominada clase política. Junto a la familia Monsalvo Gnecco, encontramos en la misma foto del absoluto poder local a los senadores José Alfredo Gnecco, Didier Lobo y a los representantes Ape Cuello, Libardo Cruz, Eliécer Salazar y Carlos Felipe Quintero. También se suman los alcaldes o candidatos a alcaldía.
“Todos tienen temor de desafiar la jerarquía de la gran alianza, pues obtienen parte, cada vez más pequeña, frente a la parte del clan principal”, se quejan de puestos, favores y contratos, que generan los recursos para financiar sus campañas o enriquecerse personalmente.
Cuando no son satisfechos pero se aproxima la nueva elección, que casi siempre es la reelección, en los miedosos días finales, son complacidos por un voluminoso apoyo económico en efectivo que desde la alta cúpula les cae como anillo al dedo en el balance de cosas. Si no están en la alianza probablemente se ahoguen. O lo ahogan. No quieren ver perder una jugosa curul que les genera el dulce sueño de poder decidir la suerte de los otros, amplios salarios y beneficios.
No dejes de leer: Fracasó audiencia contra Elvia Milena Sanjuán: continuará después de elecciones
La cohesión que ha logrado la alta cúpula, se explica en que el ejercicio de la política, por esos políticos, se ha convertido en una forma de vida, de actividades y de ingresos. Sirven, no desinteresadamente, adquieren estatus, dinero, y no les afana algún interés trascendental y genuino de transformar el país o el Cesar, o de hacer valer un programa que exprese una conformación de la sociedad más democrática, incluyente, pacífica y equitativa. Se pliegan a lo que le presenten en el departamento o en la Nación si se aseguran las fuentes, económicas y políticas, de su supervivencia. Cuando se visten con el ropaje de imponer una idea o impulsar una obra solo lo hacen en la medida en que se satisfaga el ego personal, el acomodo a la jefatura política del partido, o el direccionamiento a un contratista amigo que provee los medios para su subsistencia. Si hay excepciones son difíciles de encontrar, como aguja en un pajar.
Lo que ha sucedido con los audios hechos públicos con el actual alcalde de Codazzi, Omar Benjumea, que muchos aspiraban a ver como expresión de la nueva política, confirma, aún más, los muros detrás de los que se esconde el sistema de corrupción en municipios y el departamento del Cesar . En uno de ellos, dice Benjumea, que por cada millón de financiación de su campaña, lo acostumbrado es que se regrese en los cuatro años, al ritmo de ganancias en contratos de un millón cada año.
Los acuerdos entre los aspirantes distintos al de esa maquinaria oficial representada en la candidata Elvia Milena Sanjuán, a un mes de las elecciones no se han materializado. Impera el desbordado egocentrismo y en la población hay la idea de que desde la Casa de Gobierno departamental y sus aliados se generan incentivos para mantener las cosas así. “Divide y reinarás”. También se han expuesto razones ideológicas y de afinidad o contrariedad con el gobierno que encabeza Gustavo Petro, como requisito para despejar el camino de los acuerdos.
Lo cierto es que la gente en el Cesar votará por el respectivo candidato o candidata, independientemente del partido o partidos que lo avalen. Nadie va a votar por Petro o contra Petro, ni por Uribe o contra Uribe. Ni por la derecha o la izquierda. Menos del 5 % de los electores, según evidencias empíricas y el análisis del comportamiento frente a las urnas, tiene en consideración la pertenencia a un partido político.
La conformación de una candidata fuerte, como Elvia Milena Sanjuán, y un amplio número de competidores en el tarjetón, en buena parte alternativos y afines al gobierno Petro o a líneas llamadas progresistas, es un hecho inédito en la historia del departamento. En medio de las alternativas ha venido emergiendo por su mayor visibilidad y trayectoria la diputada y excandidata a la Gobernación Claudia Margarita Zuleta que obtuvo hace 4 años 100.000 votos frente a los 280.000 del ganador Luis Alberto Monsalvo. Certamen en el que también el hoy candidato Kaleb Villalobos logró 55.000.
No se requiere ser un experto analista de la política para prever que las campañas tienden a polarizarse y las elecciones se definirán entre Elvia Milena Sanjuán y Claudia Margarita Zuleta. La primera ungida por la Casa Monsalvo Gnecco y avalada por los aliados congresistas y la segunda porque desde la Asamblea del Cesar ha mantenido una permanente oposición al Gobierno departamental, tiene experiencia administrativa, un discurso enérgico y fue aspirante en las pasadas elecciones a la Gobernación con un guarismo significativo. Su militancia en el Centro Democrático genera incomodidad en facciones intelectuales afines a los otros candidatos, pero progresivamente se va constituyendo en el ‘voto útil’ para buena parte de la población. Su partido, según encuestas internas conocidas por este diario, no le estaría restando. “Al contrario, está dándole base popular que pide seguridad y buena economía”, dice un compañero de la Duma Departamental.
Esto es corroborado por la reciente publicación en el Instagram de EL PILÓN de la denuncia contra Sanjuán por presuntamente haber ofrecido 500.000 pesos para que un competidor se abstuviera de aspirar en unas elecciones en su municipio, en la que, de 1.000 comentarios en la red social, que se hicieron en las siguientes 24 horas, el 90 % aludía a los nombres de las dos candidatas Elvia Milena y Claudia Margarita. El resto nombraba otros asuntos o a los otros candidatos.
Te puede interesar: Viviana Monsalvo, ¿el futuro político de los Gnecco?
Hay otras claves de la evolución de la campaña, además del nivel de gasto que superará en las narices inodoras de la autoridades electorales los topes: la posición sobre la reactivación de las minas de carbón, que probablemente influya en la decisión de los municipios mineros, las insatisfacciones del sur con el manejo centralista del norte, la escasa participación y diálogo que en el Gobierno departamental han tenido los gremios de la producción, el ascenso protagónico de la mujer en la política, el desgaste del gobierno, sus acusaciones de corrupción, la crisis económica, y la convicción que los cesarenses tienen de que la bonanza de las regalías mineras pasará en los próximos años (pues tarde que temprano se vendrá la descarbonización energética) y si no se aprovechan bien habrá sido una oportunidad perdida para siempre. Se está buscando al mejor guardián de la heredad.
Dos sandieganas disputarán la Gobernación. Tiene riesgos la tradicional forma de ganar las elecciones.
A 34 días de las elecciones de este 29 de octubre, en medio de pronósticos, opiniones y especulaciones de todo tipo, y el nerviosismo y temor de los equipos políticos, avanzan las campañas. El cuadro muestra un grado intenso de rivalidad, de alianzas que se perfilan, se insinúan y mueren. Es evidente lo que está en juego para el departamento y sus 25 municipios: si se mantiene una gobernación de un clan familiar, pero, sin limitarse a ello, una organización política, que fue elegida por los votos del territorio al primer cargo seccional y al Congreso de la República.
Todas las apuestas están en que esa maquinaria, que se aprecia formidable, se impondrá en octubre, manteniendo su predominio. Ese pronóstico se basa en un efectivo trabajo político, basado en los favores, puestos y contratos, de familiares, compadres y amigos —la forma habitual de ejercer la política en la provincia colombiana—, en la efectividad de un sector de gobierno que completaría casi 30 años en el poder y ha gozado de recursos fiscales extraordinarios por la minería del carbón, las cuales se han aplicado, no pocas veces, según reiteradas denuncias, en obras inconclusas, inoperantes o fruto del despilfarro.
Esa formación ha contado con aliados que ‘comen en el mismo plato’, de ingredientes y sabores complementarios. Son los congresistas, intermediarios de los servicios y obras entre la Nación y las alcaldías, que, de diversos orígenes subregionales del departamento, predominando los de Valledupar, algunos de hereditarias familias, constituyen la denominada clase política. Junto a la familia Monsalvo Gnecco, encontramos en la misma foto del absoluto poder local a los senadores José Alfredo Gnecco, Didier Lobo y a los representantes Ape Cuello, Libardo Cruz, Eliécer Salazar y Carlos Felipe Quintero. También se suman los alcaldes o candidatos a alcaldía.
“Todos tienen temor de desafiar la jerarquía de la gran alianza, pues obtienen parte, cada vez más pequeña, frente a la parte del clan principal”, se quejan de puestos, favores y contratos, que generan los recursos para financiar sus campañas o enriquecerse personalmente.
Cuando no son satisfechos pero se aproxima la nueva elección, que casi siempre es la reelección, en los miedosos días finales, son complacidos por un voluminoso apoyo económico en efectivo que desde la alta cúpula les cae como anillo al dedo en el balance de cosas. Si no están en la alianza probablemente se ahoguen. O lo ahogan. No quieren ver perder una jugosa curul que les genera el dulce sueño de poder decidir la suerte de los otros, amplios salarios y beneficios.
No dejes de leer: Fracasó audiencia contra Elvia Milena Sanjuán: continuará después de elecciones
La cohesión que ha logrado la alta cúpula, se explica en que el ejercicio de la política, por esos políticos, se ha convertido en una forma de vida, de actividades y de ingresos. Sirven, no desinteresadamente, adquieren estatus, dinero, y no les afana algún interés trascendental y genuino de transformar el país o el Cesar, o de hacer valer un programa que exprese una conformación de la sociedad más democrática, incluyente, pacífica y equitativa. Se pliegan a lo que le presenten en el departamento o en la Nación si se aseguran las fuentes, económicas y políticas, de su supervivencia. Cuando se visten con el ropaje de imponer una idea o impulsar una obra solo lo hacen en la medida en que se satisfaga el ego personal, el acomodo a la jefatura política del partido, o el direccionamiento a un contratista amigo que provee los medios para su subsistencia. Si hay excepciones son difíciles de encontrar, como aguja en un pajar.
Lo que ha sucedido con los audios hechos públicos con el actual alcalde de Codazzi, Omar Benjumea, que muchos aspiraban a ver como expresión de la nueva política, confirma, aún más, los muros detrás de los que se esconde el sistema de corrupción en municipios y el departamento del Cesar . En uno de ellos, dice Benjumea, que por cada millón de financiación de su campaña, lo acostumbrado es que se regrese en los cuatro años, al ritmo de ganancias en contratos de un millón cada año.
Los acuerdos entre los aspirantes distintos al de esa maquinaria oficial representada en la candidata Elvia Milena Sanjuán, a un mes de las elecciones no se han materializado. Impera el desbordado egocentrismo y en la población hay la idea de que desde la Casa de Gobierno departamental y sus aliados se generan incentivos para mantener las cosas así. “Divide y reinarás”. También se han expuesto razones ideológicas y de afinidad o contrariedad con el gobierno que encabeza Gustavo Petro, como requisito para despejar el camino de los acuerdos.
Lo cierto es que la gente en el Cesar votará por el respectivo candidato o candidata, independientemente del partido o partidos que lo avalen. Nadie va a votar por Petro o contra Petro, ni por Uribe o contra Uribe. Ni por la derecha o la izquierda. Menos del 5 % de los electores, según evidencias empíricas y el análisis del comportamiento frente a las urnas, tiene en consideración la pertenencia a un partido político.
La conformación de una candidata fuerte, como Elvia Milena Sanjuán, y un amplio número de competidores en el tarjetón, en buena parte alternativos y afines al gobierno Petro o a líneas llamadas progresistas, es un hecho inédito en la historia del departamento. En medio de las alternativas ha venido emergiendo por su mayor visibilidad y trayectoria la diputada y excandidata a la Gobernación Claudia Margarita Zuleta que obtuvo hace 4 años 100.000 votos frente a los 280.000 del ganador Luis Alberto Monsalvo. Certamen en el que también el hoy candidato Kaleb Villalobos logró 55.000.
No se requiere ser un experto analista de la política para prever que las campañas tienden a polarizarse y las elecciones se definirán entre Elvia Milena Sanjuán y Claudia Margarita Zuleta. La primera ungida por la Casa Monsalvo Gnecco y avalada por los aliados congresistas y la segunda porque desde la Asamblea del Cesar ha mantenido una permanente oposición al Gobierno departamental, tiene experiencia administrativa, un discurso enérgico y fue aspirante en las pasadas elecciones a la Gobernación con un guarismo significativo. Su militancia en el Centro Democrático genera incomodidad en facciones intelectuales afines a los otros candidatos, pero progresivamente se va constituyendo en el ‘voto útil’ para buena parte de la población. Su partido, según encuestas internas conocidas por este diario, no le estaría restando. “Al contrario, está dándole base popular que pide seguridad y buena economía”, dice un compañero de la Duma Departamental.
Esto es corroborado por la reciente publicación en el Instagram de EL PILÓN de la denuncia contra Sanjuán por presuntamente haber ofrecido 500.000 pesos para que un competidor se abstuviera de aspirar en unas elecciones en su municipio, en la que, de 1.000 comentarios en la red social, que se hicieron en las siguientes 24 horas, el 90 % aludía a los nombres de las dos candidatas Elvia Milena y Claudia Margarita. El resto nombraba otros asuntos o a los otros candidatos.
Te puede interesar: Viviana Monsalvo, ¿el futuro político de los Gnecco?
Hay otras claves de la evolución de la campaña, además del nivel de gasto que superará en las narices inodoras de la autoridades electorales los topes: la posición sobre la reactivación de las minas de carbón, que probablemente influya en la decisión de los municipios mineros, las insatisfacciones del sur con el manejo centralista del norte, la escasa participación y diálogo que en el Gobierno departamental han tenido los gremios de la producción, el ascenso protagónico de la mujer en la política, el desgaste del gobierno, sus acusaciones de corrupción, la crisis económica, y la convicción que los cesarenses tienen de que la bonanza de las regalías mineras pasará en los próximos años (pues tarde que temprano se vendrá la descarbonización energética) y si no se aprovechan bien habrá sido una oportunidad perdida para siempre. Se está buscando al mejor guardián de la heredad.