Un pintor consultado durante la investigación comentó: “Lo interpreto como un bautizo, y de los buenos, porque nosotros trabajamos con esas pinturas”. El asunto no escaló, y cualquier investigación oficial fue suspendida.
Este viernes en la madrugada se encendieron las alarmas: la Feria del Arte de Valledupar, ARTVA, recibió un ataque de pintura en las paredes de las casas patrimoniales donde se encuentran sus salas de exposición, en la Plaza Alfonso López. De inmediato, se pensó en un saboteo o amenaza de algún grupo sin nombre, o quizás en algunos habitantes nocturnos merodeando por las taciturnas calles del centro fundacional de Valledupar.
Aunque el hecho se manejó con discreción por los organizadores, con intervención policial, y se creyó inicialmente que habían ingresado a las salas, con las primeras luces del día quedó claro lo sucedido. La pintura fue rociada en las paredes externas, y el color empleado, verde, podría tener una interpretación que quizás el autor no había previsto: el verde de la esperanza.
Un pintor consultado durante la investigación comentó: “Lo interpreto como un bautizo, y de los buenos, porque nosotros trabajamos con esas pinturas”. El asunto no escaló, y cualquier investigación oficial fue suspendida.
Los dos días de éxito de ARTVA, que termina este sábado 30 de noviembre, han dado prueba de que este evento, interpretado con benevolencia, puede adoptar este incidente como un símbolo del arte de la Feria. Por ello, las pinturas no fueron removidas de las casas Pavajeau y Castro, y el hecho ha quedado en la historia como un misterioso acertijo cultural.
Un pintor consultado durante la investigación comentó: “Lo interpreto como un bautizo, y de los buenos, porque nosotros trabajamos con esas pinturas”. El asunto no escaló, y cualquier investigación oficial fue suspendida.
Este viernes en la madrugada se encendieron las alarmas: la Feria del Arte de Valledupar, ARTVA, recibió un ataque de pintura en las paredes de las casas patrimoniales donde se encuentran sus salas de exposición, en la Plaza Alfonso López. De inmediato, se pensó en un saboteo o amenaza de algún grupo sin nombre, o quizás en algunos habitantes nocturnos merodeando por las taciturnas calles del centro fundacional de Valledupar.
Aunque el hecho se manejó con discreción por los organizadores, con intervención policial, y se creyó inicialmente que habían ingresado a las salas, con las primeras luces del día quedó claro lo sucedido. La pintura fue rociada en las paredes externas, y el color empleado, verde, podría tener una interpretación que quizás el autor no había previsto: el verde de la esperanza.
Un pintor consultado durante la investigación comentó: “Lo interpreto como un bautizo, y de los buenos, porque nosotros trabajamos con esas pinturas”. El asunto no escaló, y cualquier investigación oficial fue suspendida.
Los dos días de éxito de ARTVA, que termina este sábado 30 de noviembre, han dado prueba de que este evento, interpretado con benevolencia, puede adoptar este incidente como un símbolo del arte de la Feria. Por ello, las pinturas no fueron removidas de las casas Pavajeau y Castro, y el hecho ha quedado en la historia como un misterioso acertijo cultural.