“Y es que desde muy temprana edad la inquietud por la radio me movía”
Es el año 1981, y el 30 de agosto Radio Guatapurí cumplió su mayoría de edad, 18 años, como recordatorio, el ingenioso Manuel Pineda Bastidas, entregó lo que simulaba ser una cédula de ciudadanía, pues su consentida ya era mayor de edad. Precisamente en ese año, apenas comenzando la década, en un mes de mayo con solo 14 años tuve mi entrada a los estudios de esta emisora, la cual se convertiría en el árbol que le diera sombra a mi vida.
Lee también: El retorno de dos colosos de la buena radio
Y es que desde a muy temprana edad la inquietud por la radio me movía y cada vez que tenía oportunidad en mis jornadas de vendedor de paletas, llegaba hasta el radioteatro de dicha emisora, me sentaba en los escalones que conducen a la tarima, y en aquella época, desde allí podía apreciar la operación en la sala de controles.
Haciendo un poco de historia respecto a esta etapa de vendedor de paletas, me contaba mi padre que fuimos desplazados desde tierras cordobesas hasta Valledupar, precisamente por la violencia que siempre se ha vivido en este país, y fue así como huyendo de esa guerra entre liberales y conservadores – imagino que él era liberal, pues siempre me inculcó que las necesidades vividas eran culpa de Laureano Gómez- llegamos a Valledupar en el año 1967, cuando apenas yo cumplía un año de vida. Mi madre enfermó y en 1976 falleció, dejándome de solo 10 años; desde entonces empecé a ganarme la vida por mis propios medios y uno de esos oficios que tuve fue vender paletas.
En 2 habitaciones que tenía nuestra casa, ubicada, para entonces, en la invasión Rojas Pinilla, hoy barrio Los Fundadores, en una dormían mis 5 hermanas y en la otra mi padre, mi hermano menor y yo. Créanme que de allí es que nace mi inquietud por la radio, pues mi papá tenía un radio de batería, su compañero en las noches después que falleció mi madre, y en esa habitación donde colgábamos 3 hamacas, a cualquier hora de la noche o madrugada, él encendía el radio y lógico por el ruido yo despertaba; recuerdo que siempre tenía sintonizada a Radio Guatapurí, que a esas horas se encadenaba con la cadena Todelar, emisora de la cual era filial.
Sí, no tengo dudas, de allí me nació esa inquietud por la radio, de cómo sonaba una propaganda detrás de otra, de cómo era que participaban los locutores, la programación de la música, en fin, inquietudes que Dios me permitió no solo conocer, sino ser protagonista de las mismas.
A comienzos de 1981, José Molina, conocido como ‘Mencha’ era el chófer de Manuel Pineda Bastidas, y por esas coincidencias de la vida, Molina se enamoró de una de mis hermanas, recuerden que eran 5, todas mayores que yo. Llegó ‘Mencha’, como mandado de Dios, pues tan pronto le comenté a mi hermana Clara Sedit (su enamorada), que le contara de mi interés en aprender a controlar y que en qué me podría ayudar, como era de esperarse, él, en su calidad de enamorado, resolvió en la inmediatez y al día siguiente de ella haberle referido mi mensaje me entregó una orden firmada por Régulo Pineda Dávila, hermano de don Manuel y director de la emisora, dónde me autorizaba para tener acceso a la sala de controles para mi aprendizaje.
No lo podía creer, el primer día, conocí a Mario de J. Puerta, el locutor más cotizado en ese momento, a José Luis Parada y al inolvidable Régulo Pineda, voz que todos los días escuchamos a las “12 en punto medio día”, que en paz descanse, entre otros.
Pero mi intención primordial era todo lo relacionado con mis controles de sonido, y el primero en recibirme fue José Villarreal Armenta ‘Cheo’, del que siempre viviré agradecido; él no se guardó nada y me enseñó los secretos de cartucheras, enlaces, torna mesa y todo lo que se manejaba en la época, claro sin desconocer el apoyo de Arnold Castillo, Rogelio Guette y Antonio Castillo (Q.E.P.D).
No dejes de leer: Los decibeles que han marcado la ruta de la radio vallenata
Pasó un año, para ser más exactos, un primero de agosto de 1982, después de superar los impases por el problema de mi edad, con la colaboración de Régulo Pineda ya hacía parte de la nómina de Radio Guatapurí. En julio de 1984 falleció mi padre, pero tengo total certeza que se fue orgulloso, pues me cuentan que en su largo padecer por un cáncer que lo afectó, en su lecho de enfermo siempre le acompañaba su radio, y cuando yo tenía turno en horas de noticiero, escuchaba a Isaac León Duran decir: “Con los servicios técnicos de Roger Redondo Vertel, les habla …”, él, con orgullo a pesar de su padecimiento decía “ese es mi hijo”.
El camino no ha sido fácil. Después de la muerte de don Manuel Pineda un 4 de abril de 1985 por una afectación cardiaca, la emisora experimentó una crisis administrativa a tal punto que fue vendida, y esa venta también tuvo su lucha, porque como lo comenté en otro escrito, era Lucas Genecco el que la pretendía comprar, pero esta apuesta si se la ganó Consuelo Araujo, quien junto a otros vallenatos fundaron ‘Vallenatos Asociados’, para que la emisora quedara en buenas manos.
Si bien no fue fácil para los nuevos dueños, pues encontraron una emisora desmejorada en sus equipos de transmisores, con la templanza de ‘La Cacica’ la pudieron sacar adelante conservando este primer lugar de sintonía en toda la región.
Desde entonces, han pasado muchas administraciones, quienes valoran a los que estamos comprometidos con la empresa; en mi caso, sigo controlando, porque me gusta, además, hago locución, tengo mi título de Comunicador Social que ejerzo, complementando esto con mi rol de ser el narrador deportivo de esta casa radial, y lo más importante, la disposición de hacer las cosas bien, con el apoyo de Andrés Molina Araujo, actual gerente.
Hace unos días despedimos a dos compañeros: Wilfran Saurith y Eva Cataño, quienes alcanzaron su pensión laboral; lamentando siempre no haber podido hacer lo mismo con William Rosado, quien, a un año de su edad de pensión, Dios lo llevó a su reino.
Te puede interesar: Saúl Lallemand le apuesta a su proyecto musical con la cantante Kathe Amarís
Aspiro que, en cinco años, cuando cumpla 62, Dios mediante pueda decirle adiós a esta emisora que me ha dado todo, principalmente, la oportunidad de formar a mis 4 hijos, hoy todos profesionales. Radio Guatapurí 60 años, y 42 de ellos brindándome la sombra que solo un árbol tan fuerte puede dar a un ser humano en días de mucho sol.
POR: ROGER REDONDO VERTEL/ ESPECIAL PARA EL PILÓN.
“Y es que desde muy temprana edad la inquietud por la radio me movía”
Es el año 1981, y el 30 de agosto Radio Guatapurí cumplió su mayoría de edad, 18 años, como recordatorio, el ingenioso Manuel Pineda Bastidas, entregó lo que simulaba ser una cédula de ciudadanía, pues su consentida ya era mayor de edad. Precisamente en ese año, apenas comenzando la década, en un mes de mayo con solo 14 años tuve mi entrada a los estudios de esta emisora, la cual se convertiría en el árbol que le diera sombra a mi vida.
Lee también: El retorno de dos colosos de la buena radio
Y es que desde a muy temprana edad la inquietud por la radio me movía y cada vez que tenía oportunidad en mis jornadas de vendedor de paletas, llegaba hasta el radioteatro de dicha emisora, me sentaba en los escalones que conducen a la tarima, y en aquella época, desde allí podía apreciar la operación en la sala de controles.
Haciendo un poco de historia respecto a esta etapa de vendedor de paletas, me contaba mi padre que fuimos desplazados desde tierras cordobesas hasta Valledupar, precisamente por la violencia que siempre se ha vivido en este país, y fue así como huyendo de esa guerra entre liberales y conservadores – imagino que él era liberal, pues siempre me inculcó que las necesidades vividas eran culpa de Laureano Gómez- llegamos a Valledupar en el año 1967, cuando apenas yo cumplía un año de vida. Mi madre enfermó y en 1976 falleció, dejándome de solo 10 años; desde entonces empecé a ganarme la vida por mis propios medios y uno de esos oficios que tuve fue vender paletas.
En 2 habitaciones que tenía nuestra casa, ubicada, para entonces, en la invasión Rojas Pinilla, hoy barrio Los Fundadores, en una dormían mis 5 hermanas y en la otra mi padre, mi hermano menor y yo. Créanme que de allí es que nace mi inquietud por la radio, pues mi papá tenía un radio de batería, su compañero en las noches después que falleció mi madre, y en esa habitación donde colgábamos 3 hamacas, a cualquier hora de la noche o madrugada, él encendía el radio y lógico por el ruido yo despertaba; recuerdo que siempre tenía sintonizada a Radio Guatapurí, que a esas horas se encadenaba con la cadena Todelar, emisora de la cual era filial.
Sí, no tengo dudas, de allí me nació esa inquietud por la radio, de cómo sonaba una propaganda detrás de otra, de cómo era que participaban los locutores, la programación de la música, en fin, inquietudes que Dios me permitió no solo conocer, sino ser protagonista de las mismas.
A comienzos de 1981, José Molina, conocido como ‘Mencha’ era el chófer de Manuel Pineda Bastidas, y por esas coincidencias de la vida, Molina se enamoró de una de mis hermanas, recuerden que eran 5, todas mayores que yo. Llegó ‘Mencha’, como mandado de Dios, pues tan pronto le comenté a mi hermana Clara Sedit (su enamorada), que le contara de mi interés en aprender a controlar y que en qué me podría ayudar, como era de esperarse, él, en su calidad de enamorado, resolvió en la inmediatez y al día siguiente de ella haberle referido mi mensaje me entregó una orden firmada por Régulo Pineda Dávila, hermano de don Manuel y director de la emisora, dónde me autorizaba para tener acceso a la sala de controles para mi aprendizaje.
No lo podía creer, el primer día, conocí a Mario de J. Puerta, el locutor más cotizado en ese momento, a José Luis Parada y al inolvidable Régulo Pineda, voz que todos los días escuchamos a las “12 en punto medio día”, que en paz descanse, entre otros.
Pero mi intención primordial era todo lo relacionado con mis controles de sonido, y el primero en recibirme fue José Villarreal Armenta ‘Cheo’, del que siempre viviré agradecido; él no se guardó nada y me enseñó los secretos de cartucheras, enlaces, torna mesa y todo lo que se manejaba en la época, claro sin desconocer el apoyo de Arnold Castillo, Rogelio Guette y Antonio Castillo (Q.E.P.D).
No dejes de leer: Los decibeles que han marcado la ruta de la radio vallenata
Pasó un año, para ser más exactos, un primero de agosto de 1982, después de superar los impases por el problema de mi edad, con la colaboración de Régulo Pineda ya hacía parte de la nómina de Radio Guatapurí. En julio de 1984 falleció mi padre, pero tengo total certeza que se fue orgulloso, pues me cuentan que en su largo padecer por un cáncer que lo afectó, en su lecho de enfermo siempre le acompañaba su radio, y cuando yo tenía turno en horas de noticiero, escuchaba a Isaac León Duran decir: “Con los servicios técnicos de Roger Redondo Vertel, les habla …”, él, con orgullo a pesar de su padecimiento decía “ese es mi hijo”.
El camino no ha sido fácil. Después de la muerte de don Manuel Pineda un 4 de abril de 1985 por una afectación cardiaca, la emisora experimentó una crisis administrativa a tal punto que fue vendida, y esa venta también tuvo su lucha, porque como lo comenté en otro escrito, era Lucas Genecco el que la pretendía comprar, pero esta apuesta si se la ganó Consuelo Araujo, quien junto a otros vallenatos fundaron ‘Vallenatos Asociados’, para que la emisora quedara en buenas manos.
Si bien no fue fácil para los nuevos dueños, pues encontraron una emisora desmejorada en sus equipos de transmisores, con la templanza de ‘La Cacica’ la pudieron sacar adelante conservando este primer lugar de sintonía en toda la región.
Desde entonces, han pasado muchas administraciones, quienes valoran a los que estamos comprometidos con la empresa; en mi caso, sigo controlando, porque me gusta, además, hago locución, tengo mi título de Comunicador Social que ejerzo, complementando esto con mi rol de ser el narrador deportivo de esta casa radial, y lo más importante, la disposición de hacer las cosas bien, con el apoyo de Andrés Molina Araujo, actual gerente.
Hace unos días despedimos a dos compañeros: Wilfran Saurith y Eva Cataño, quienes alcanzaron su pensión laboral; lamentando siempre no haber podido hacer lo mismo con William Rosado, quien, a un año de su edad de pensión, Dios lo llevó a su reino.
Te puede interesar: Saúl Lallemand le apuesta a su proyecto musical con la cantante Kathe Amarís
Aspiro que, en cinco años, cuando cumpla 62, Dios mediante pueda decirle adiós a esta emisora que me ha dado todo, principalmente, la oportunidad de formar a mis 4 hijos, hoy todos profesionales. Radio Guatapurí 60 años, y 42 de ellos brindándome la sombra que solo un árbol tan fuerte puede dar a un ser humano en días de mucho sol.
POR: ROGER REDONDO VERTEL/ ESPECIAL PARA EL PILÓN.