Tres años después de haber entregado su último álbum discográfico, el intérprete de ‘Cartas de verano’ regresa a la industria del disco.
“Me ha tocado batallar con dos cosas: el tiempo y las ofensas”. Así resume el cantante Ernesto Mendoza su trance en la música vallenata, en la que debutó cuando tenía 17 años.
Nació en el corregimiento de Badillo (norte de Valledupar), pero lo llevaron muy niño a Villanueva, La Guajira, por eso considera que “es de donde creció”. Cantando serenatas abrió paso a su carrera, después fue llevado por Gabriel y Orangel Maestre a cantar en los patios, quioscos y festivales de la región. Así ganó experiencia y consiguió un reconocimiento local, por aquello de su gran calidad vocal.
Los estudios, dice, haberlos cursado con juicio hasta quinto de primaria. “De ahí en adelante no serví porque me di cuenta que cantaba y hasta luego”. Era cantante de baño. Sus amigos lo invitaron una vez a dar serenata, entonces encontró lo que quería hacer en su vida. Siguió los estudios en el Colegio Santo Tomás de Villanueva, pero nunca apartó de su mente la interpretación de balada, el género de la época. “En mis serenatas muy rara vez cantaba vallenato, eran baladas de los artistas más famosos de la historia. A mí no me encontraron cantando y me llevaron a un estudio de grabación, yo trabajé y me lo gané desde muy niño”.
Al pasar de la niñez a la adolescencia, Mendoza comenzó su curso en la interpretación de canciones inéditas en los festivales. Paisanos como Wilmar Bolaños y ‘Poncho’ Cotes Jr. lo escogían para presentar sus obras en el concurso, que después ocupaban los primeros lugares.
“Tengo que agradecer algo importante en mi carrera y fue mi paso por los festivales, donde cantaba las canciones de los compositores como Wilmar Bolaños y ‘Ponchito’ Cotes (Q.E.P.D); así como mi etapa con ‘Chiche’ y ‘Pangue’ Maestre: puedo decir que con ellos dos aprendí y me convertí en un cantante de verdad”, recalca el intérprete de ‘Nube viajera’.
Con la esperanza de integrar una agrupación, Ernesto Mendoza llegó a Barranquilla buscando un cupo en Código 3, en la que después compartiría micrófonos con Carlos Calero y Shady Mahmoud.
“Recuerdo que se abrió un concurso en la revista VSD de El Heraldo para escoger los tres cantantes del proyecto Código 3, de ‘Chelito’ de Castro. Yo no fui a ninguno de los casting porque cuando me percaté, era tarde. A mí me llamó Gregori Julio, el cajero de las audiciones, me dijo que había un espacio para una voz como la mía. Así fue, cogí el bus y me fui de Villanueva a Barranquilla”, dice Ernesto, quien destacó que ya el productor ‘Chelito’ De Castro tenía escogidas las voces de Calero y del libanés Mahmoud.
“Faltaba uno y fue cuando me le presenté a ‘Chelito’, lo mejor del encuentro fue que a las dos horas me estaba entregando las letras para aprenderme las canciones. Así entré a Código 3”.
En 1996 fue publicado el álbum ‘La cita’, con las voces de Carlos Calero y Shady Mahmoud. Le dieron la oportunidad de interpretar dos canciones como solista, una de ellas ‘Ódiame o ámame’ de la autoría de Wilmar Bolaños.
“Cuando fui a grabar ya había pasado concursos intercolegiados, festivales. De esa manera llegué a BMG, que era una disquera nueva en un proyecto de esta manera. Canté dos canciones como solista, el resto fue en grupo como
‘La cita’, que fue el gran éxito del disco. Carlos Calero y Shady Mahmoud no continuaron en la música”.
Le quedó “una gran enseñanza”, porque el proyecto no tardó más de dos años cuando ya se había disuelto. Aunque era algo novedoso, al tener tres cantantes en un solo escenario. El vídeo de ‘La cita’ alcanzó a estar programado en el canal internacional HTV.
Se cerró el capítulo de la agrupación de ‘Chelito’ de Castro y apareció su padre musical, como él mismo lo dijo en esta entrevista para NUESTRO FOLCLOR, Gabriel ‘El Chiche’ Maestre como su compañero de fórmula.
En 1998 presentaron el primer disco, titulado ‘La gran compañía’, y un año después entregaron ‘Por un mundo nuevo’. De estos discos se desprenden canciones como ‘No me niegues tu amor’, ‘Cariñito de mi vida’, ‘Decídete’, ‘Ando buscando quién me quiera’, entre otras.
“Con ‘Chiche’ hice dos discos y así gané un reconocimiento regional como cantante. Fueron cerca de dos años trabajando y para la época tenía cerca de 20 años”.
Luego vino el paso de Ernesto por Los Diablitos del Vallenato, con Omar Geles y Álex Manga.
“Grabé 10 canciones, cinco en cada disco que participé. Llegué por los comentarios de la gente, porque la mejor carta de presentación es uno mismo. Venía luchando. Álex era la figura representativa y yo lo respetaba, entré a cantar canciones vallenatas y juveniles, con todo que soy un cantante romántico. La intención de Omar, era estar más presentes en la costa”.
De la mano con el rey vallenato Omar Geles se abrió cancha a nivel nacional e internacional, grabó éxitos como ‘No me niegues tu amor’, ‘Nube viajera’ y ‘La tengo’.
“Yo inicié por un simple amor a cantar, al arte, eso permanece en mí y le sumé que tengo sueños y aspiraciones. Mi sueño era ser cada día mejor, que conocieran mi talento, pero ahora tengo la idea de cristalizar esta carrera.
En mis proyectos nunca pensé en la inestabilidad, creo que así Dios lo tenía dispuesto: no terminaba cada etapa porque quería, ni premeditado, era porque mi afán de salir adelante terminaba una y comenzaba otra”, asegura Ernesto.
Después de Los Diablitos apareció quizás el mejor momento para este cantante. Al oficializar unión con Rolando Ochoa, apareció la consolidación para ambos en el género.
“Con Rolando ya soy Ernesto Mendoza y me enfrento al mundo vallenato artístico, poniéndole el pecho a la brisa. Grabamos en 2001 y sacamos el disco en 2002; el disco se llama ‘Señales de amor’ y fue creado con ganas e ilusiones infantiles por ese amor por la música y el arte. No había aspiraciones de dinero”.
Canciones como ‘Lejos de mí’ y ‘Cartas de verano’ fueron éxito nacional. “Así como tocábamos hoy en Patillal, al siguiente día íbamos a Medellín, ya ocupábamos un espacio grande”.
Pero volvió y apareció el virus de la separatitis. Ernesto y Rolando tomaron caminos distintos después del compacto ‘Que viva el amor’, un experimento de la disquera Codiscos que no funcionó.
La reinvención de las disqueras afectó el proceso, dice Ernesto Mendoza. Para esa época (2003), la disquera Codiscos decidió sacar para la música vallenata un formado llamado DG7 (digi7 – solo siete canciones). “No habíamos programado un disco para siete canciones, lo teníamos para 12. Cuando nos toca escoger el disco no quedó como lo teníamos pensando, las canciones era complementos; una de la otra. Además teníamos dos canciones como anticipo; ‘Tú me tramas’ y ‘Despacito’. Las otras cinco canciones están en manos de Codiscos y nunca salieron al aire. Sufrimos un altibajo en la carrera con Rolando, eso dio pie para fracturar la relación, no le dimos a la gente lo que se esperaba. No lo llamo fracaso, pero los momentos bajos forman más que el éxito”.
De ahí en adelante Mendoza comenzó a decaer, dejando libre un campo que ya tenía ganado, por encima de artistas como Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, quienes solo comenzaban a cantar y grabar. Después grabó con el rey vallenato Julián Rojas, también con ‘Franco’ Argüelles, Carlos Mario Ramírez y Andrés Beleño.
“Hay que reinventarse y en eso estoy. No se trata de hacer las cosas por moda. Una gracia puede convertirse en una morisqueta. Estoy en el proceso de reencontrarme musicalmente, de seguir creciendo como cantante y la reinvención viene con todo el proceso. Yo no puedo como artista hacer lo que hice hace dos años, tengo que venir con algo nuevo”, señala.
Por eso prepara un nuevo disco, especialmente un objetivo que es de su autoría. “Ya la terminamos y estoy a la espera del vídeo que fue filmado en Caracas (Venezuela), con Nuno Gómez, productor de talla internacional. Eso hace parte de mi proceso. Grabamos en Valledupar, con integrantes de otros géneros musicales, la mezcla fue de Javier Garza, de los más grandes ingenieros de la música latina”.
“He tenido ratos de desespero. Han pasado por mi mente todos los momentos, pero lo único claro que tengo es mi talento: Dios me lo dio y Él sabe para qué. Yo sigo mostrando mí obra, que es mi objetivo, como lo hace el escultor.
Lo que yo más amo es cantar”, puntualiza Ernesto Mendoza, no sin antes recordar que está residenciado en Valledupar y sigue cumpliendo compromisos con su agrupación.
11 compactos
1 – Código 3
2 – Gabriel ‘Chiche’ Maestre (2)
3 – Los Diablitos (2)
4 – Rolando Ochoa (2)
5 – Julián Rojas
6 – ‘Franco’ Argüelles
7 – Carlos Mario Ramírez
8 – Andrés Beleño
En el álbum ‘Señales de amor’, grabado con Rolando Ochoa, Ernesto Mendoza alcanzó su punto más alto en la música vallenata.
En 2011, Silvestre Dangond apadrinó la producción ‘Y aquí estoy’, que grabó Mendoza con el acordeón de Carlos Mario Ramírez.
La reinvención de las disqueras afectó el proceso, dice Ernesto Mendoza. Para esa época (2003), la disquera Codiscos decidió sacar para la música vallenata un formado llamado DG7.
De 17 años debutó Ernesto Mendoza en las grabaciones. De la mano de ‘Chelito’ de Castro y la agrupación Código 3.
“He tenido ratos de desespero. Han pasado por mi mente todos los momentos, pero lo único claro que tengo es mi talento: Dios me lo dio y Él sabe para qué. Yo sigo mostrando mí obra, que es mi objetivo, como lo hace el escultor”.
Carlos Mario Jiménez
[email protected]
Tres años después de haber entregado su último álbum discográfico, el intérprete de ‘Cartas de verano’ regresa a la industria del disco.
“Me ha tocado batallar con dos cosas: el tiempo y las ofensas”. Así resume el cantante Ernesto Mendoza su trance en la música vallenata, en la que debutó cuando tenía 17 años.
Nació en el corregimiento de Badillo (norte de Valledupar), pero lo llevaron muy niño a Villanueva, La Guajira, por eso considera que “es de donde creció”. Cantando serenatas abrió paso a su carrera, después fue llevado por Gabriel y Orangel Maestre a cantar en los patios, quioscos y festivales de la región. Así ganó experiencia y consiguió un reconocimiento local, por aquello de su gran calidad vocal.
Los estudios, dice, haberlos cursado con juicio hasta quinto de primaria. “De ahí en adelante no serví porque me di cuenta que cantaba y hasta luego”. Era cantante de baño. Sus amigos lo invitaron una vez a dar serenata, entonces encontró lo que quería hacer en su vida. Siguió los estudios en el Colegio Santo Tomás de Villanueva, pero nunca apartó de su mente la interpretación de balada, el género de la época. “En mis serenatas muy rara vez cantaba vallenato, eran baladas de los artistas más famosos de la historia. A mí no me encontraron cantando y me llevaron a un estudio de grabación, yo trabajé y me lo gané desde muy niño”.
Al pasar de la niñez a la adolescencia, Mendoza comenzó su curso en la interpretación de canciones inéditas en los festivales. Paisanos como Wilmar Bolaños y ‘Poncho’ Cotes Jr. lo escogían para presentar sus obras en el concurso, que después ocupaban los primeros lugares.
“Tengo que agradecer algo importante en mi carrera y fue mi paso por los festivales, donde cantaba las canciones de los compositores como Wilmar Bolaños y ‘Ponchito’ Cotes (Q.E.P.D); así como mi etapa con ‘Chiche’ y ‘Pangue’ Maestre: puedo decir que con ellos dos aprendí y me convertí en un cantante de verdad”, recalca el intérprete de ‘Nube viajera’.
Con la esperanza de integrar una agrupación, Ernesto Mendoza llegó a Barranquilla buscando un cupo en Código 3, en la que después compartiría micrófonos con Carlos Calero y Shady Mahmoud.
“Recuerdo que se abrió un concurso en la revista VSD de El Heraldo para escoger los tres cantantes del proyecto Código 3, de ‘Chelito’ de Castro. Yo no fui a ninguno de los casting porque cuando me percaté, era tarde. A mí me llamó Gregori Julio, el cajero de las audiciones, me dijo que había un espacio para una voz como la mía. Así fue, cogí el bus y me fui de Villanueva a Barranquilla”, dice Ernesto, quien destacó que ya el productor ‘Chelito’ De Castro tenía escogidas las voces de Calero y del libanés Mahmoud.
“Faltaba uno y fue cuando me le presenté a ‘Chelito’, lo mejor del encuentro fue que a las dos horas me estaba entregando las letras para aprenderme las canciones. Así entré a Código 3”.
En 1996 fue publicado el álbum ‘La cita’, con las voces de Carlos Calero y Shady Mahmoud. Le dieron la oportunidad de interpretar dos canciones como solista, una de ellas ‘Ódiame o ámame’ de la autoría de Wilmar Bolaños.
“Cuando fui a grabar ya había pasado concursos intercolegiados, festivales. De esa manera llegué a BMG, que era una disquera nueva en un proyecto de esta manera. Canté dos canciones como solista, el resto fue en grupo como
‘La cita’, que fue el gran éxito del disco. Carlos Calero y Shady Mahmoud no continuaron en la música”.
Le quedó “una gran enseñanza”, porque el proyecto no tardó más de dos años cuando ya se había disuelto. Aunque era algo novedoso, al tener tres cantantes en un solo escenario. El vídeo de ‘La cita’ alcanzó a estar programado en el canal internacional HTV.
Se cerró el capítulo de la agrupación de ‘Chelito’ de Castro y apareció su padre musical, como él mismo lo dijo en esta entrevista para NUESTRO FOLCLOR, Gabriel ‘El Chiche’ Maestre como su compañero de fórmula.
En 1998 presentaron el primer disco, titulado ‘La gran compañía’, y un año después entregaron ‘Por un mundo nuevo’. De estos discos se desprenden canciones como ‘No me niegues tu amor’, ‘Cariñito de mi vida’, ‘Decídete’, ‘Ando buscando quién me quiera’, entre otras.
“Con ‘Chiche’ hice dos discos y así gané un reconocimiento regional como cantante. Fueron cerca de dos años trabajando y para la época tenía cerca de 20 años”.
Luego vino el paso de Ernesto por Los Diablitos del Vallenato, con Omar Geles y Álex Manga.
“Grabé 10 canciones, cinco en cada disco que participé. Llegué por los comentarios de la gente, porque la mejor carta de presentación es uno mismo. Venía luchando. Álex era la figura representativa y yo lo respetaba, entré a cantar canciones vallenatas y juveniles, con todo que soy un cantante romántico. La intención de Omar, era estar más presentes en la costa”.
De la mano con el rey vallenato Omar Geles se abrió cancha a nivel nacional e internacional, grabó éxitos como ‘No me niegues tu amor’, ‘Nube viajera’ y ‘La tengo’.
“Yo inicié por un simple amor a cantar, al arte, eso permanece en mí y le sumé que tengo sueños y aspiraciones. Mi sueño era ser cada día mejor, que conocieran mi talento, pero ahora tengo la idea de cristalizar esta carrera.
En mis proyectos nunca pensé en la inestabilidad, creo que así Dios lo tenía dispuesto: no terminaba cada etapa porque quería, ni premeditado, era porque mi afán de salir adelante terminaba una y comenzaba otra”, asegura Ernesto.
Después de Los Diablitos apareció quizás el mejor momento para este cantante. Al oficializar unión con Rolando Ochoa, apareció la consolidación para ambos en el género.
“Con Rolando ya soy Ernesto Mendoza y me enfrento al mundo vallenato artístico, poniéndole el pecho a la brisa. Grabamos en 2001 y sacamos el disco en 2002; el disco se llama ‘Señales de amor’ y fue creado con ganas e ilusiones infantiles por ese amor por la música y el arte. No había aspiraciones de dinero”.
Canciones como ‘Lejos de mí’ y ‘Cartas de verano’ fueron éxito nacional. “Así como tocábamos hoy en Patillal, al siguiente día íbamos a Medellín, ya ocupábamos un espacio grande”.
Pero volvió y apareció el virus de la separatitis. Ernesto y Rolando tomaron caminos distintos después del compacto ‘Que viva el amor’, un experimento de la disquera Codiscos que no funcionó.
La reinvención de las disqueras afectó el proceso, dice Ernesto Mendoza. Para esa época (2003), la disquera Codiscos decidió sacar para la música vallenata un formado llamado DG7 (digi7 – solo siete canciones). “No habíamos programado un disco para siete canciones, lo teníamos para 12. Cuando nos toca escoger el disco no quedó como lo teníamos pensando, las canciones era complementos; una de la otra. Además teníamos dos canciones como anticipo; ‘Tú me tramas’ y ‘Despacito’. Las otras cinco canciones están en manos de Codiscos y nunca salieron al aire. Sufrimos un altibajo en la carrera con Rolando, eso dio pie para fracturar la relación, no le dimos a la gente lo que se esperaba. No lo llamo fracaso, pero los momentos bajos forman más que el éxito”.
De ahí en adelante Mendoza comenzó a decaer, dejando libre un campo que ya tenía ganado, por encima de artistas como Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, quienes solo comenzaban a cantar y grabar. Después grabó con el rey vallenato Julián Rojas, también con ‘Franco’ Argüelles, Carlos Mario Ramírez y Andrés Beleño.
“Hay que reinventarse y en eso estoy. No se trata de hacer las cosas por moda. Una gracia puede convertirse en una morisqueta. Estoy en el proceso de reencontrarme musicalmente, de seguir creciendo como cantante y la reinvención viene con todo el proceso. Yo no puedo como artista hacer lo que hice hace dos años, tengo que venir con algo nuevo”, señala.
Por eso prepara un nuevo disco, especialmente un objetivo que es de su autoría. “Ya la terminamos y estoy a la espera del vídeo que fue filmado en Caracas (Venezuela), con Nuno Gómez, productor de talla internacional. Eso hace parte de mi proceso. Grabamos en Valledupar, con integrantes de otros géneros musicales, la mezcla fue de Javier Garza, de los más grandes ingenieros de la música latina”.
“He tenido ratos de desespero. Han pasado por mi mente todos los momentos, pero lo único claro que tengo es mi talento: Dios me lo dio y Él sabe para qué. Yo sigo mostrando mí obra, que es mi objetivo, como lo hace el escultor.
Lo que yo más amo es cantar”, puntualiza Ernesto Mendoza, no sin antes recordar que está residenciado en Valledupar y sigue cumpliendo compromisos con su agrupación.
11 compactos
1 – Código 3
2 – Gabriel ‘Chiche’ Maestre (2)
3 – Los Diablitos (2)
4 – Rolando Ochoa (2)
5 – Julián Rojas
6 – ‘Franco’ Argüelles
7 – Carlos Mario Ramírez
8 – Andrés Beleño
En el álbum ‘Señales de amor’, grabado con Rolando Ochoa, Ernesto Mendoza alcanzó su punto más alto en la música vallenata.
En 2011, Silvestre Dangond apadrinó la producción ‘Y aquí estoy’, que grabó Mendoza con el acordeón de Carlos Mario Ramírez.
La reinvención de las disqueras afectó el proceso, dice Ernesto Mendoza. Para esa época (2003), la disquera Codiscos decidió sacar para la música vallenata un formado llamado DG7.
De 17 años debutó Ernesto Mendoza en las grabaciones. De la mano de ‘Chelito’ de Castro y la agrupación Código 3.
“He tenido ratos de desespero. Han pasado por mi mente todos los momentos, pero lo único claro que tengo es mi talento: Dios me lo dio y Él sabe para qué. Yo sigo mostrando mí obra, que es mi objetivo, como lo hace el escultor”.
Carlos Mario Jiménez
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