Con la seguridad que brinda una segunda presentación, los menores que van tras la Corona Infantil del 46 Festival de la Leyenda Vallenata sacaron al ruedo su destreza y versatilidad en el acordeón para ejecutar los aires de la puya y el son.
Por ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
La competencia de acordeón infantil se ‘enciende’ cada vez más. Ayer los niños y niñas que aspiran ser los sucesores de Mélida Andrea Galvis Lafont demostraron su casta al digitar con pasión y fuerza los ritmos de la puya y son vallenato. Habilidad y velocidad en la interpretación de los pitos, fue el factor predominante de los pequeños que se subieron a la tarima para exhibir la puya, aire que por ser complejo brindó la oportunidad a los participantes de mostrarse en su esplendor. También fue el momento para que los guacharaqueros y cajeros se convirtieran en protagonistas por cuestión de instantes; los acordeoneritos le daban paso a sus acompañantes para que revelaran sus destrezas.
Una fiesta de emoción, frenesí y alegría, fue lo que produjo en el público escuchar las notas rápidas del principal instrumento del vallenato. Desde ya empiezan a perfilarse favoritos, pero la última palabra será solo del jurado calificador. A la hora del son se sintió la ‘majestad’ de los bajos. De forma suave y sutil, los pequeños abrieron y cerraron los fuelles del acordeón, seduciendo los oídos de los presentes.
Entre más pequeño fuera el concursante, mayor era la expectativa y curiosidad de los presentes. El acordeón se percibía más grande que su estatura, lo que no fue impedimento para que demostraran sus habilidades musicales.
En cualquier rincón del parque de El Helado los concursantes afinan sus notas musicales antes de la presentación en tarima.
Con la seguridad que brinda una segunda presentación, los menores que van tras la Corona Infantil del 46 Festival de la Leyenda Vallenata sacaron al ruedo su destreza y versatilidad en el acordeón para ejecutar los aires de la puya y el son.
Por ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
La competencia de acordeón infantil se ‘enciende’ cada vez más. Ayer los niños y niñas que aspiran ser los sucesores de Mélida Andrea Galvis Lafont demostraron su casta al digitar con pasión y fuerza los ritmos de la puya y son vallenato. Habilidad y velocidad en la interpretación de los pitos, fue el factor predominante de los pequeños que se subieron a la tarima para exhibir la puya, aire que por ser complejo brindó la oportunidad a los participantes de mostrarse en su esplendor. También fue el momento para que los guacharaqueros y cajeros se convirtieran en protagonistas por cuestión de instantes; los acordeoneritos le daban paso a sus acompañantes para que revelaran sus destrezas.
Una fiesta de emoción, frenesí y alegría, fue lo que produjo en el público escuchar las notas rápidas del principal instrumento del vallenato. Desde ya empiezan a perfilarse favoritos, pero la última palabra será solo del jurado calificador. A la hora del son se sintió la ‘majestad’ de los bajos. De forma suave y sutil, los pequeños abrieron y cerraron los fuelles del acordeón, seduciendo los oídos de los presentes.
Entre más pequeño fuera el concursante, mayor era la expectativa y curiosidad de los presentes. El acordeón se percibía más grande que su estatura, lo que no fue impedimento para que demostraran sus habilidades musicales.
En cualquier rincón del parque de El Helado los concursantes afinan sus notas musicales antes de la presentación en tarima.