Hernando Marín falleció hace veintidós años. Dejó canciones vallenatas que le cantan al amor y a la injusticia. Fue un poeta del pueblo o un compositor rebelde. O también ambas cosas. Este texto es una crónica o un perfil sobre su vida. O también ambas cosas.
Voy a Google. Busco la noticia del accidente. El Tiempo titula: ‘Murió compositor vallenato’. Dice que fue un accidente en un taxi. Iban dos personas y Hernando Marín Lacouture. También dice que él murió el 6 de septiembre de 1999. El mismo año que mataron a Jaime Garzón. Nunca se conocieron, pero compartían dos cosas: las gafas y la rebeldía.
─La rebeldía de Marín viene de la condición de pobreza en la que vivió ─me cuenta Oscar Ariza Daza, que escribió el libro ‘La transgresión del silencio: aproximaciones a la poética musical de Hernando Marín’.
Nació en un caserío a unos minutos del municipio San Juan del Cesar. Nació sobre la arena abundante que predomina en La Guajira. Los recursos en su casa no eran tan abundantes. Antes de nacer, su padre lo abandonó. Un francés. De aquellos que se asentaron en esta región del país. Pero en la casa de Nando no se asentó.
Creció con su mamá. Arando la tierra, de sol a sol, bajo el calor incesante de El Tablazo. Le gustaba apreciar el paisaje de la región, que lo inspiró a componer. Al principio, compuso canciones relacionadas con su labor de campesino. Luego se inspiró en la naturaleza y la mujer. De esa inspiración nació ‘Sanjuanerita’, grabada por Jorge Oñate.
“Contemplándote bonita
Viendo tu cuerpo que brilla
Como el agua del Cesar
Y el murmullo de la brisa
Y el cascabel de tu risa
Me acompañan a cantar”
Beto Martínez fue el primero que le grabó una canción. Fue ‘Vallenato y Guajiro’. Lo recomendó Sergio Moya Molina, otro compositor vallenato que ya se presentaba en festivales. Nando había escuchado mucho de él y se fue a buscarlo un día al Festival del Retorno en Fonseca, La Guajira.
No se conocían, pero Nando quería subir a saludarlo a la tarima. El cuerpo logístico no lo dejaba subir. Sergio se dio cuenta del impase y lo autorizó. Se abrazaron como si se conocieran desde hacía mucho tiempo. Y desde ahí nació una amistad que duró mucho tiempo.
Sergio lo invitó a una parranda que tenía esa noche. Nando cantó sus canciones y gustaron. De parranda en parranda se fue conociendo el nombre de Hernando Marín, que no se despegaba de Sergio Moya.
─Las primeras canciones que yo le conocí eran canciones protesta. Ahí le fui escrudiñando otras que no eran protesta─ me cuenta Sergio Moya.
En esas andanzas, Beto Zabaleta también le grabó una canción a Nando: Lágrimas de Sangre. Beto hace referencia al Trío de Oro. Desde entonces así se le comenzó a llamar a este grupo de compositores amigos. Estaba conformado por Hernando Marín, Sergio Moya y otro compositor que aparece después, Máximo Movil.
El mismo Beto, tiempo después le grabó ‘La Ley del embudo’. Su primera canción protesta.
“La ley del embudo
Lo ancho pa’ ellos
Y lo angosto pa’ uno
Ley de la ballena
Lo agosto pa’ uno
Y lo angosto pa’ ella”
Las canciones de Nando comenzaban a tener reconocimiento. Muchos cantantes querían sus canciones. Otros querían sus parrandas. Como el grupo guerrillero M–19.
─Marín y yo tuvimos la oportunidad de vernos personalmente con Jaime Bateman por allá en las estribaciones de la Sierra Nevada─ me dice Sergio Moya, como si fuera una infidencia.
El mismo Jaime Bateman, comandante de este grupo, propuso la canción ‘La ley del embudo’ como su himno oficial. La votación resultó negativa. Pero se comenzaba a rumorar que Nando tenía cierta cercanía con los grupos guerrilleros.
Alguna vez invitaron a Sergio al Batallón La Popa de Valledupar. Se llevó a Nando a esa parranda. Un capitán había escuchado los rumores y sus canciones protesta. Así que lo echó del batallón. Sergio habló con sus amigos militares y ellos lograron convencer al capitán de que lo dejaran seguir en la parranda.
También siguió componiendo. Y sus canciones llegaron a artistas de más peso. El Binomio de Oro lanzó la canción de su autoría ‘La creciente’. Uno de los inicios más afamados de la música vallenata.
“Un par de nubarrones en el cielo
Ya se avecina una fuerte tormenta
Ya llega la mujer que yo más quiero
Por la que me desespero
Y hasta pierdo la cabeza”.
Diomedes Díaz fue el último de los grandes artistas en grabarle. ‘El gavilán mayor’ es otra canción que se volvió popular. Cuenta la historia de un tipo mujeriego y con poder en la región.
─Esa canción mi papá se la grabó a uno de los líderes marimberos de La Guajira─ cuenta en un video, en medio de una parranda, su hijo, Juan Pablo Marín.
─Mi hermano se aparta de la realidad y le mete otra cosa. Me tocó en alguna oportunidad llamarle la atención─ replica el hijo mayor, Deiner Marín, con un tono de molestia.
Nando ya parrandeaba solo. Sin Sergio. Y a viajar por muchos lugares. A él no le gustaba tanta restricción que su amigo le ponía. ─A mí no me gustaba mucho que él ratificara siempre esas canciones rebeldes en las parrandas─, me cuenta.
─A mí me tienen que dejá’ cantá’ lo que me dé la gana o si no me largo de esta vaina─, le respondía Nando a Sergio. -Compadre, pero es que aquí estamos es cantando no haciendo política.
La última etapa de su vida la terminó haciendo un poco de política. Andaba con el compositor Santander Durán Escalona. Ambos defensores de las canciones de los músicos. Estuvo con él en Sayco, vigilando que las regalías fueran bien entregadas.
Dejo este texto y me doy cuenta que Hernando Marín convirtió su rabia e inconformidad en canciones. Canciones que le cantaron a su entorno y a su pueblo. Canciones que se convirtieron en éxito. Estoy escuchando el comienzo de ‘La ley del embudo’ y dice:
“Yo soy el cantante del pueblo
Yo soy quien defiende a la población”.
Nando es el poeta del pueblo.
La última etapa de su vida la terminó haciendo un poco de política. Andaba con el compositor Santander Durán Escalona. Ambos defensores de las canciones de los músicos. Estuvo con él en Sayco, vigilando que las regalías fueran bien entregadas.
Por: Alberto González Martínez
Hernando Marín falleció hace veintidós años. Dejó canciones vallenatas que le cantan al amor y a la injusticia. Fue un poeta del pueblo o un compositor rebelde. O también ambas cosas. Este texto es una crónica o un perfil sobre su vida. O también ambas cosas.
Voy a Google. Busco la noticia del accidente. El Tiempo titula: ‘Murió compositor vallenato’. Dice que fue un accidente en un taxi. Iban dos personas y Hernando Marín Lacouture. También dice que él murió el 6 de septiembre de 1999. El mismo año que mataron a Jaime Garzón. Nunca se conocieron, pero compartían dos cosas: las gafas y la rebeldía.
─La rebeldía de Marín viene de la condición de pobreza en la que vivió ─me cuenta Oscar Ariza Daza, que escribió el libro ‘La transgresión del silencio: aproximaciones a la poética musical de Hernando Marín’.
Nació en un caserío a unos minutos del municipio San Juan del Cesar. Nació sobre la arena abundante que predomina en La Guajira. Los recursos en su casa no eran tan abundantes. Antes de nacer, su padre lo abandonó. Un francés. De aquellos que se asentaron en esta región del país. Pero en la casa de Nando no se asentó.
Creció con su mamá. Arando la tierra, de sol a sol, bajo el calor incesante de El Tablazo. Le gustaba apreciar el paisaje de la región, que lo inspiró a componer. Al principio, compuso canciones relacionadas con su labor de campesino. Luego se inspiró en la naturaleza y la mujer. De esa inspiración nació ‘Sanjuanerita’, grabada por Jorge Oñate.
“Contemplándote bonita
Viendo tu cuerpo que brilla
Como el agua del Cesar
Y el murmullo de la brisa
Y el cascabel de tu risa
Me acompañan a cantar”
Beto Martínez fue el primero que le grabó una canción. Fue ‘Vallenato y Guajiro’. Lo recomendó Sergio Moya Molina, otro compositor vallenato que ya se presentaba en festivales. Nando había escuchado mucho de él y se fue a buscarlo un día al Festival del Retorno en Fonseca, La Guajira.
No se conocían, pero Nando quería subir a saludarlo a la tarima. El cuerpo logístico no lo dejaba subir. Sergio se dio cuenta del impase y lo autorizó. Se abrazaron como si se conocieran desde hacía mucho tiempo. Y desde ahí nació una amistad que duró mucho tiempo.
Sergio lo invitó a una parranda que tenía esa noche. Nando cantó sus canciones y gustaron. De parranda en parranda se fue conociendo el nombre de Hernando Marín, que no se despegaba de Sergio Moya.
─Las primeras canciones que yo le conocí eran canciones protesta. Ahí le fui escrudiñando otras que no eran protesta─ me cuenta Sergio Moya.
En esas andanzas, Beto Zabaleta también le grabó una canción a Nando: Lágrimas de Sangre. Beto hace referencia al Trío de Oro. Desde entonces así se le comenzó a llamar a este grupo de compositores amigos. Estaba conformado por Hernando Marín, Sergio Moya y otro compositor que aparece después, Máximo Movil.
El mismo Beto, tiempo después le grabó ‘La Ley del embudo’. Su primera canción protesta.
“La ley del embudo
Lo ancho pa’ ellos
Y lo angosto pa’ uno
Ley de la ballena
Lo agosto pa’ uno
Y lo angosto pa’ ella”
Las canciones de Nando comenzaban a tener reconocimiento. Muchos cantantes querían sus canciones. Otros querían sus parrandas. Como el grupo guerrillero M–19.
─Marín y yo tuvimos la oportunidad de vernos personalmente con Jaime Bateman por allá en las estribaciones de la Sierra Nevada─ me dice Sergio Moya, como si fuera una infidencia.
El mismo Jaime Bateman, comandante de este grupo, propuso la canción ‘La ley del embudo’ como su himno oficial. La votación resultó negativa. Pero se comenzaba a rumorar que Nando tenía cierta cercanía con los grupos guerrilleros.
Alguna vez invitaron a Sergio al Batallón La Popa de Valledupar. Se llevó a Nando a esa parranda. Un capitán había escuchado los rumores y sus canciones protesta. Así que lo echó del batallón. Sergio habló con sus amigos militares y ellos lograron convencer al capitán de que lo dejaran seguir en la parranda.
También siguió componiendo. Y sus canciones llegaron a artistas de más peso. El Binomio de Oro lanzó la canción de su autoría ‘La creciente’. Uno de los inicios más afamados de la música vallenata.
“Un par de nubarrones en el cielo
Ya se avecina una fuerte tormenta
Ya llega la mujer que yo más quiero
Por la que me desespero
Y hasta pierdo la cabeza”.
Diomedes Díaz fue el último de los grandes artistas en grabarle. ‘El gavilán mayor’ es otra canción que se volvió popular. Cuenta la historia de un tipo mujeriego y con poder en la región.
─Esa canción mi papá se la grabó a uno de los líderes marimberos de La Guajira─ cuenta en un video, en medio de una parranda, su hijo, Juan Pablo Marín.
─Mi hermano se aparta de la realidad y le mete otra cosa. Me tocó en alguna oportunidad llamarle la atención─ replica el hijo mayor, Deiner Marín, con un tono de molestia.
Nando ya parrandeaba solo. Sin Sergio. Y a viajar por muchos lugares. A él no le gustaba tanta restricción que su amigo le ponía. ─A mí no me gustaba mucho que él ratificara siempre esas canciones rebeldes en las parrandas─, me cuenta.
─A mí me tienen que dejá’ cantá’ lo que me dé la gana o si no me largo de esta vaina─, le respondía Nando a Sergio. -Compadre, pero es que aquí estamos es cantando no haciendo política.
La última etapa de su vida la terminó haciendo un poco de política. Andaba con el compositor Santander Durán Escalona. Ambos defensores de las canciones de los músicos. Estuvo con él en Sayco, vigilando que las regalías fueran bien entregadas.
Dejo este texto y me doy cuenta que Hernando Marín convirtió su rabia e inconformidad en canciones. Canciones que le cantaron a su entorno y a su pueblo. Canciones que se convirtieron en éxito. Estoy escuchando el comienzo de ‘La ley del embudo’ y dice:
“Yo soy el cantante del pueblo
Yo soy quien defiende a la población”.
Nando es el poeta del pueblo.
La última etapa de su vida la terminó haciendo un poco de política. Andaba con el compositor Santander Durán Escalona. Ambos defensores de las canciones de los músicos. Estuvo con él en Sayco, vigilando que las regalías fueran bien entregadas.
Por: Alberto González Martínez