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Informes Especiales - 2 julio, 2019

Migrantes: el drama de aprender la prostitución

La historia de Kathe*, como llamaremos a esta mujer, trabajadora sexual de nacionalidad venezolana, es similar al de cientos de estas mujeres que están en Valledupar. La hallamos en un evento masivo de Salud Municipal para trabajadoras sexuales y allí nos contó sus penurias y sus sueños, a los que no renuncia pese a la tragedia.

En su antigua vida, cursaba quinto año de bachillerato y se dedicaba además a las labores de belleza.

FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.
En su antigua vida, cursaba quinto año de bachillerato y se dedicaba además a las labores de belleza. FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

La llegada de Kathe* a Colombia hace seis meses no fue nada fácil, como la de la mayoría de sus compatriotas que se vieron obligados a salir de su amada Venezuela por la situación que hoy en día todos ya conocemos.

Con la voz entrecortada, y las lágrimas a punto de caer por sus mejillas, nos cuenta que el padre de su hijo de un año fue asesinado en diciembre pasado, por lo que decide viajar desde el estado Trujillo, en el vecino país de Venezuela, hasta el municipio de San Juan del Cesar, sur de La Guajira.


“Llegué en enero a San Juan, en La Guajira, por medio de unas amistades de allá de Venezuela que se radicaron en este pueblo. Sabía que debía convertirme en una trabajadora sexual sin que mis padres lo supieran, porque por estar sin papeles era imposible conseguir un empleo normal y en el que pagaran bien”, expresó.


En este lugar se tuvo que enfrentar a muchas cosas, incluso a un hombre que intentó abusar sexualmente de ella, mientras caminaba por calles cercanas a la ‘casa de citas’ donde trabajaba.

Actualmente residía en su tierra natal, el estado Trujillo en Venezuela. FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.


A raíz de ese incidente y de los tratos inhumanos que recibía, una amiga de infancia y coterránea que se encontraba radicada en la capital del Cesar la contactó; también se dedicaba a prestar servicios sexuales y le estaba ofreciendo empezar a laborar en el mismo lugar donde ella lo hacía.


“Esto ha sido muy fuerte y no es fácil o por gusto como todo el mundo cree, me ha tocado aguantar las peores humillaciones de mi vida, agresiones físicas y verbales, los hombres lo maltratan mucho a uno, no es fácil; sin pensarlo dos veces, luego de lo que me pasó en San Juan, me vine a Valledupar, incluso mi actual jefe hasta me pagó los pasajes porque no tenía cómo venirme”, manifestó esta joven de 18 años.


Actualmente labora en una casa de citas ubicada en el centro de Valledupar, está por cumplir tres meses en este lugar y asegura que sus ingresos semanales han aumentado mucho, de tal forma que le ha alcanzado para reunir suficiente dinero y viajar a Venezuela en dos oportunidades a ver a su hijo y demás familiares, sin olvidar el dinero y ayudas que por su trabajo logra llevarles.

“NOS MENOSPRECIAN TODO EL TIEMPO”

Sobre la rivalidad que existe entre las mujeres colombianas que se dedican a esto, y las que como ella son del país vecino, asegura que no sucede con todas, pues así como hay compañeras ‘buena gente’ y amables, existen otras que les hacen malas caras, las humillan y piensan que van a “acaparar” todo.


“A pesar de esto que hacemos, que sabemos que no es honroso, nosotras también somos seres humanos, tenemos sentimientos y corazón; es muy feo y humillante cuando nos tratan de venecas, nosotras no somos venecas, somos venezolanas y no todas somos malas personas”, puntualizó.

Agrega además que resulta muy incómodo cuando camina sola por la calle y los hombres empiezan a decirle vulgaridades y a faltarle el respeto, se siente intimidada y es imposible que su mente no evoque los recuerdos de lo sucedido en el municipio guajiro.


En el burdel donde labora, diariamente deben pagar seis mil pesos de convivencia, por medio de los cuales tienen el beneficio de recibir las tres comidas y un lugar donde vivir.

‘FICHAR’ PUEDE GENERAR UN INGRESO EXTRA

Tomar alcohol con sus clientes le genera un ingreso monetario extra. FOTO: REFERENCIA.

Al momento de hacer referencia a las tarifas que manejan por los servicios sexuales que prestan, explica que todo depende del día, pues un precio estipulado como tal no tienen. “Depende de cómo esté el día así ganamos. Por ejemplo, cuando el día está bueno, que son los fines de semana, nos podemos ganar hasta 800.000 pesos en una noche, acostándonos con tres o cuatro hombres, todo depende si nos toca ‘fichar’ con ellos”.


Añade que ‘fichar’ significa tomar alcohol con sus clientes, “uno los acompaña y luego va a tener sexo, por ejemplo, si uno se toma una cerveza le pagan 5.000, por cada cerveza que uno se tome va ganando un poco más de dinero extra, del que nos pagan por acostarnos con ellos. Cuando los días están muy malos y uno no ‘ficha’ se puede hacer 100.000 pesos o 200.000 y tiene uno que acostarse con tres o cuatro hombres también”.


De ese dinero, que como meretrices se ganan, deben entregar un porcentaje que no quiso revelar, al administrador de prostíbulo; el horario que manejan es netamente nocturno, los fines de semana inician a las 7:00 de la noche y terminan de 4:30 a 5:00 de la mañana, mientras que los días de semana también inician a las 7:00 de la noche pero terminan de 2:30 a 3:00 de la mañana.


“En el día somos libres de hacer lo que queramos, por lo general siempre estamos unidas y nos gusta hacer planes de personas normales, ir a un parque, salir a caminar; la gente nos ve como como si fuésemos menos y no es para nada agradable”, indicó.

ANHELA QUE MEJORE LA SITUACIÓN DE SU PAÍS

Uno de los sueños de Kathe es que la situación de su tierra natal mejore de una vez por todas, para retornar a su antigua vida, donde cursaba quinto año de bachillerato y se dedicaba además a las labores de belleza, como arreglar uñas y cabello.


“Quiero irme para Venezuela, a seguir con la vida que tenía allá y olvidarme de todo lo malo que pasó aquí. El día que cruce esa frontera estaré feliz de saber que este mal capítulo se acabó. Dejo todo eso en el olvido y quiero pensar que no pasó nada, no me perdonaría que mis padres se enteraran, porque esto no fue lo que me enseñaron, pero por la crítica situación me vi obligada a hacerlo”.

DANNIA DELGADO CARDONA / EL PILÓN
@dannidelgadoc

Informes Especiales
2 julio, 2019

Migrantes: el drama de aprender la prostitución

La historia de Kathe*, como llamaremos a esta mujer, trabajadora sexual de nacionalidad venezolana, es similar al de cientos de estas mujeres que están en Valledupar. La hallamos en un evento masivo de Salud Municipal para trabajadoras sexuales y allí nos contó sus penurias y sus sueños, a los que no renuncia pese a la tragedia.


En su antigua vida, cursaba quinto año de bachillerato y se dedicaba además a las labores de belleza.

FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.
En su antigua vida, cursaba quinto año de bachillerato y se dedicaba además a las labores de belleza. FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

La llegada de Kathe* a Colombia hace seis meses no fue nada fácil, como la de la mayoría de sus compatriotas que se vieron obligados a salir de su amada Venezuela por la situación que hoy en día todos ya conocemos.

Con la voz entrecortada, y las lágrimas a punto de caer por sus mejillas, nos cuenta que el padre de su hijo de un año fue asesinado en diciembre pasado, por lo que decide viajar desde el estado Trujillo, en el vecino país de Venezuela, hasta el municipio de San Juan del Cesar, sur de La Guajira.


“Llegué en enero a San Juan, en La Guajira, por medio de unas amistades de allá de Venezuela que se radicaron en este pueblo. Sabía que debía convertirme en una trabajadora sexual sin que mis padres lo supieran, porque por estar sin papeles era imposible conseguir un empleo normal y en el que pagaran bien”, expresó.


En este lugar se tuvo que enfrentar a muchas cosas, incluso a un hombre que intentó abusar sexualmente de ella, mientras caminaba por calles cercanas a la ‘casa de citas’ donde trabajaba.

Actualmente residía en su tierra natal, el estado Trujillo en Venezuela. FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.


A raíz de ese incidente y de los tratos inhumanos que recibía, una amiga de infancia y coterránea que se encontraba radicada en la capital del Cesar la contactó; también se dedicaba a prestar servicios sexuales y le estaba ofreciendo empezar a laborar en el mismo lugar donde ella lo hacía.


“Esto ha sido muy fuerte y no es fácil o por gusto como todo el mundo cree, me ha tocado aguantar las peores humillaciones de mi vida, agresiones físicas y verbales, los hombres lo maltratan mucho a uno, no es fácil; sin pensarlo dos veces, luego de lo que me pasó en San Juan, me vine a Valledupar, incluso mi actual jefe hasta me pagó los pasajes porque no tenía cómo venirme”, manifestó esta joven de 18 años.


Actualmente labora en una casa de citas ubicada en el centro de Valledupar, está por cumplir tres meses en este lugar y asegura que sus ingresos semanales han aumentado mucho, de tal forma que le ha alcanzado para reunir suficiente dinero y viajar a Venezuela en dos oportunidades a ver a su hijo y demás familiares, sin olvidar el dinero y ayudas que por su trabajo logra llevarles.

“NOS MENOSPRECIAN TODO EL TIEMPO”

Sobre la rivalidad que existe entre las mujeres colombianas que se dedican a esto, y las que como ella son del país vecino, asegura que no sucede con todas, pues así como hay compañeras ‘buena gente’ y amables, existen otras que les hacen malas caras, las humillan y piensan que van a “acaparar” todo.


“A pesar de esto que hacemos, que sabemos que no es honroso, nosotras también somos seres humanos, tenemos sentimientos y corazón; es muy feo y humillante cuando nos tratan de venecas, nosotras no somos venecas, somos venezolanas y no todas somos malas personas”, puntualizó.

Agrega además que resulta muy incómodo cuando camina sola por la calle y los hombres empiezan a decirle vulgaridades y a faltarle el respeto, se siente intimidada y es imposible que su mente no evoque los recuerdos de lo sucedido en el municipio guajiro.


En el burdel donde labora, diariamente deben pagar seis mil pesos de convivencia, por medio de los cuales tienen el beneficio de recibir las tres comidas y un lugar donde vivir.

‘FICHAR’ PUEDE GENERAR UN INGRESO EXTRA

Tomar alcohol con sus clientes le genera un ingreso monetario extra. FOTO: REFERENCIA.

Al momento de hacer referencia a las tarifas que manejan por los servicios sexuales que prestan, explica que todo depende del día, pues un precio estipulado como tal no tienen. “Depende de cómo esté el día así ganamos. Por ejemplo, cuando el día está bueno, que son los fines de semana, nos podemos ganar hasta 800.000 pesos en una noche, acostándonos con tres o cuatro hombres, todo depende si nos toca ‘fichar’ con ellos”.


Añade que ‘fichar’ significa tomar alcohol con sus clientes, “uno los acompaña y luego va a tener sexo, por ejemplo, si uno se toma una cerveza le pagan 5.000, por cada cerveza que uno se tome va ganando un poco más de dinero extra, del que nos pagan por acostarnos con ellos. Cuando los días están muy malos y uno no ‘ficha’ se puede hacer 100.000 pesos o 200.000 y tiene uno que acostarse con tres o cuatro hombres también”.


De ese dinero, que como meretrices se ganan, deben entregar un porcentaje que no quiso revelar, al administrador de prostíbulo; el horario que manejan es netamente nocturno, los fines de semana inician a las 7:00 de la noche y terminan de 4:30 a 5:00 de la mañana, mientras que los días de semana también inician a las 7:00 de la noche pero terminan de 2:30 a 3:00 de la mañana.


“En el día somos libres de hacer lo que queramos, por lo general siempre estamos unidas y nos gusta hacer planes de personas normales, ir a un parque, salir a caminar; la gente nos ve como como si fuésemos menos y no es para nada agradable”, indicó.

ANHELA QUE MEJORE LA SITUACIÓN DE SU PAÍS

Uno de los sueños de Kathe es que la situación de su tierra natal mejore de una vez por todas, para retornar a su antigua vida, donde cursaba quinto año de bachillerato y se dedicaba además a las labores de belleza, como arreglar uñas y cabello.


“Quiero irme para Venezuela, a seguir con la vida que tenía allá y olvidarme de todo lo malo que pasó aquí. El día que cruce esa frontera estaré feliz de saber que este mal capítulo se acabó. Dejo todo eso en el olvido y quiero pensar que no pasó nada, no me perdonaría que mis padres se enteraran, porque esto no fue lo que me enseñaron, pero por la crítica situación me vi obligada a hacerlo”.

DANNIA DELGADO CARDONA / EL PILÓN
@dannidelgadoc