Sus familiares denunciaron que lleva más de nueve años de servicio en un depósito de maderas en Valledupar y no ha sido afiliado a una EPS.
Entre la vida y la muerte se debate un operador de máquina sinfín de un depósito de maderas, localizado en Valledupar, tras sufrir trauma craneoencefálico severo y fracturas en la pierna derecha, al igual que golpes en diferentes partes del cuerpo, al ser arrollado por el conductor de un vehículo de servicio público, que al parecer se voló la escuadra en la carrera 22 con calle 32 del barrio San Martín, al sur de Valledupar.
Se trata de Miguel Ángel Jiménez Maestre, de 26 años, natural de Valledupar y residente en el barrio San Martín de esta misma capital, a pocas cuadras de donde se produjo el percance en la madrugada de ayer domingo, cuando a bordo de una motocicleta y en estado de alicoramiento, según sus familiares, había salido a comprar una botella de licor para continuar la parranda.
“Nosotros estábamos tomando en casa en el barrio ‘Las Manuelitas', pero decidimos dejar las motocicletas, para no arriesgarnos a conducir ebrios. No sé en qué momento se nos escapó de dónde estábamos y retornó a mi casa para llevarse la motocicleta, la cual tenía cinco días de haberla comprado. Mi mujer se opuso en todo momento a que le entregara las llaves de la moto por el estado en que se encontraba, pero él le insistió a que se las entregara y hasta que la convenció y sacó la motocicleta. No habían transcurrido muchos minutos, cuando me llamaron, que se había accidentado, que un carro se lo había llevado y lo habían trasladado hasta el hospital Rosario Pumarejo de López”, relató uno de sus amigos.
Agregó que un compañero de parranda pasó por el lugar del accidente y se percató de lo ocurrido, encontrándose con que era Miguel Ángel Jiménez quien estaba tirado en un andén, a la espera de ser recogido por una ambulancia pero como este vehículo se demoró en llegar, lo recogieron y se lo llevaron en un taxi pero el conductor de este vehículo, de manera inicial se opuso a llevarlo, porque le ensuciaba los cojines de sangre, lo que ocasionó una discusión y hasta intercambio de golpes, hasta que lo obligaron a que transportara al accidentado.
“Amigo no me deje morir”
“Mi hermano quedó consciente después del accidente; aún tirado en uno de los andenes le decía al amigo que lo ayudara, que no lo dejara morir, que lo llevara de inmediato a un hospital, porque quería seguir viviendo y tenía que velar por sus tres hijos”, expresó Alexander Jiménez Maestre, quien no salía de su asombro por lo sucedido, por cuanto ellos se habían comprometido a que no iban a seguir tomando en las motocicletas.
Ayer en la mañana, Miguel Ángel fue sometido a una delicada intervención quirúrgica en la cabeza, para extraerle un coágulo en el cerebro, debido al fuerte golpe que recibió en el cráneo.
Familiares del afectado, denunciaron el hecho ante las autoridades locales, quienes de inmediato adelantaron las investigaciones para tratar de ubicar al taxi causante del accidente, cuyo conductor emprendió la huida.
Por Abdel Martínez Pérez
[email protected]
Sus familiares denunciaron que lleva más de nueve años de servicio en un depósito de maderas en Valledupar y no ha sido afiliado a una EPS.
Entre la vida y la muerte se debate un operador de máquina sinfín de un depósito de maderas, localizado en Valledupar, tras sufrir trauma craneoencefálico severo y fracturas en la pierna derecha, al igual que golpes en diferentes partes del cuerpo, al ser arrollado por el conductor de un vehículo de servicio público, que al parecer se voló la escuadra en la carrera 22 con calle 32 del barrio San Martín, al sur de Valledupar.
Se trata de Miguel Ángel Jiménez Maestre, de 26 años, natural de Valledupar y residente en el barrio San Martín de esta misma capital, a pocas cuadras de donde se produjo el percance en la madrugada de ayer domingo, cuando a bordo de una motocicleta y en estado de alicoramiento, según sus familiares, había salido a comprar una botella de licor para continuar la parranda.
“Nosotros estábamos tomando en casa en el barrio ‘Las Manuelitas', pero decidimos dejar las motocicletas, para no arriesgarnos a conducir ebrios. No sé en qué momento se nos escapó de dónde estábamos y retornó a mi casa para llevarse la motocicleta, la cual tenía cinco días de haberla comprado. Mi mujer se opuso en todo momento a que le entregara las llaves de la moto por el estado en que se encontraba, pero él le insistió a que se las entregara y hasta que la convenció y sacó la motocicleta. No habían transcurrido muchos minutos, cuando me llamaron, que se había accidentado, que un carro se lo había llevado y lo habían trasladado hasta el hospital Rosario Pumarejo de López”, relató uno de sus amigos.
Agregó que un compañero de parranda pasó por el lugar del accidente y se percató de lo ocurrido, encontrándose con que era Miguel Ángel Jiménez quien estaba tirado en un andén, a la espera de ser recogido por una ambulancia pero como este vehículo se demoró en llegar, lo recogieron y se lo llevaron en un taxi pero el conductor de este vehículo, de manera inicial se opuso a llevarlo, porque le ensuciaba los cojines de sangre, lo que ocasionó una discusión y hasta intercambio de golpes, hasta que lo obligaron a que transportara al accidentado.
“Amigo no me deje morir”
“Mi hermano quedó consciente después del accidente; aún tirado en uno de los andenes le decía al amigo que lo ayudara, que no lo dejara morir, que lo llevara de inmediato a un hospital, porque quería seguir viviendo y tenía que velar por sus tres hijos”, expresó Alexander Jiménez Maestre, quien no salía de su asombro por lo sucedido, por cuanto ellos se habían comprometido a que no iban a seguir tomando en las motocicletas.
Ayer en la mañana, Miguel Ángel fue sometido a una delicada intervención quirúrgica en la cabeza, para extraerle un coágulo en el cerebro, debido al fuerte golpe que recibió en el cráneo.
Familiares del afectado, denunciaron el hecho ante las autoridades locales, quienes de inmediato adelantaron las investigaciones para tratar de ubicar al taxi causante del accidente, cuyo conductor emprendió la huida.
Por Abdel Martínez Pérez
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