Con ‘pico y espuela’ llegaron los aspirantes a rey vallenato en la categoría Profesional en su ‘primera pelea’ en los aires de merengue y paseo. En total 34 de ellos se presentaron en la plaza Alfonso López y 38 en la plaza del Primero de Mayo. Uno de los que se muestra con paso firme es Javier Álvarez Orozco, oriundo de Valledupar, quien compone e interpreta sus canciones. Recientemente se coronó como rey de reyes en el Festival de El Paso, Cesar; a sus 28 años ostenta haber participado en 129 festivales.

“Mi nota es una expectativa que he venido forjando desde niño a base de los grandes maestros. No quiero tener plata ni fama porque para eso trabajo, pero para hacer folclor conservo las raíces de mi folclor. Por eso yo no estoy con ningún conjunto porque lo que yo propongo, que es para sostener un origen, ellos no lo quieren hacer”, enfatizó.

Entre las curiosidades está un barranquillero que lleva 10 años de estar viviendo en Santiago de Chile, donde se ha convertido en una especie de ícono de la música vallenata porque allá pocas personas ejecutan el instrumento.

Se trata de Enrique Barragán Luna, quien se ha presentado en varios festivales regionales: de Fundación, Magdalena; Campo de la Cruz, Atlántico, y Calamar, Bolívar. Es la primera vez que lo hace en el Festival de la Leyenda Vallenata. “Desde los 12 años toco acordeón piano, pero a mí lo que me gustaba era el acordeón criollo, así que a los 14 años mi papá me compró uno y fue allí cuando empecé a ejecutarlo, guiado por el maestro Julio Rojas”, sustentó.

Otro de los participantes de esta contienda es Alonso Miguel Andrade Mendihueta, de Algarrobo, Magdalena, quien tiene 34 años, de los cuales 22 lleva de tocar acordeón. El odontólogo de profesión y actualmente está en octavo semestre de medicina afirmó: “Me preocupé por hacer rutinas diferentes, por no repetir lo mismo que se hace siempre, con pases inéditos para ambientar el oído de las personas y no caer en la monotonía. He sido rey en Bosconia y El Paso, Cesar; así como en Fundación, Magdalena”.

Por: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/ EL PILÓN