Las máquinas de coser ya no se sienten como antes puesto que el pedal que las impulsa ha ‘bajado la guardia’ ante la crisis económica que arrastra el coronavirus. Los grandes afectados son las modistas, diseñadores y todo el personal que trabaja en el área de la confección.
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Este es el caso de Carmen Martínez Acuña, una modista que alterna su profesión de asesora en ventas con la confección de atuendos femeninos. Ella ha notado la disminución de sus ganancias en cerca de un 40 al 50 % en el mes de mayo, donde normalmente las madres e hijas encargan prendas por borbotones.
“Ha bajado la vida social, y por ende, las clientas no se arreglan como antes. Vivíamos en un entorno donde las mujeres les gustaba estar bien arregladas al momento de salir; ahora ha bajado la compra de vestidos. Este año aunque vivo más metida en casa para actividades de modistería, este mes no se pudo hacer la misma producción de años anteriores”, comentó quien se ve obligada a comprar telas por redes sociales o por WhatsApp, las cuales luego se las llevan a la casa.
Darío Valencia, un reconocido diseñador de la ciudad,asegura que esta situación se torna más difícil cada día. “Estamos tratando de darle un cambio al ADN de nuestra marca, pero no es fácil”, afirmó, haciendo referencia a la marca que abarca: el logotipo, la comunicación, las acciones, productos, entre otros aspectos.
“Cuanto más claras estén esas características en el momento de crear la marca, más coherentes serán para el cliente. La mía es ropa para eventos, ahora estamos tratando que sea más básica sin tanto diseño y más económica”, acotó.
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Él tiene un equipo de 17 personas, que han seguido recibiendo su sueldo, pero a medida que pasan los días se torna más complicado sostener esta nómina, puesto que si no hay ventas, de dónde puede sacar para pagarles.
“Hemos tratado de estar ahí hasta donde podamos, pero si la cosa sigue como hasta ahora nos tocará cerrar. Es a lo que no hemos querido llegar porque nos dolería mucho; todo se va desvaneciendo hasta el punto que todo se acabe. El apoyo no se ha visto y sé que en Valledupar son pocas las empresas que hay; duele los años trabajados en lo que construiste una empresa y pensar que se vaya a acabar”, cerró.
Valencia informó que desde que empezó la cuarentena nacional ha perdido más de 200 millones de pesos, y se desilusiona de seguir creando diseños porque hay pocos compradores.
Irina Vargas, quien diseña especialmente para eventos especiales de mujeres como bodas, 15 años, graduaciones, cumpleaños, entre otros, recalcó: “Personalmente creo que el tema de reinventarse en el caso de mi marca no sería correcto, ya que la aceptación de la línea era maravillosa; estábamos haciendo las cosas bien, antes de toda esta situación inesperada para nosotros”.
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Ella tiene la tranquilidad y la confianza que todo pasará para reactivar la marca en eventos mucho más pequeños, pero igual de importantes. “Entiendo que por otro lado está la necesidad de tener ingresos económicos y los eventos están paralizados; sin embargo en mi caso reinventar mi marca no es algo que tengo dentro de los planes. Estamos evaluando una marca alterna para poner a producir nuestro taller nuevamente”, manifestó.
Los retos que se traza la profesional en la alta costura son mantener viva su marca en lo digital, mejorar los canales de comunicación con los clientes, reforzar los procesos internos del taller, con más agilidad; y repensar cómo digitalizarse, si es posible en una parte o en su totalidad.
Por su parte, José Cuello, quiendiseña para damas y caballeros,manifestó que existe un inventario relegado. “Toca aceptar y desechar cosas, más de tipo mental que físico porque uno estaba acostumbrado a un tipo de prendas, ventas y precios. Ahora toca estrategias online, crear nuevas alternativas, aprender a escuchar más a la gente, a mirar a qué le dicen sí y que no”, sostuvo.
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Aunque tiene buenas intenciones, pone de presente que no ha sido fácil este cambio puesto que a los microempresarios les dan alivio tributario por tres meses, donde no se siente tanto, pero ya está llegando el tiempo en que requieren productividad. “Nos ha tocado pagar una nómina como podemos porque no hay afluencia de clientes. Con lo que vamos haciendo se trata de cubrir lo pendiente”, dijo.
Como alternativa de solución, le apuesta a pensar en cómo están vistiendo las personas en la actualidad, donde se es más sedentario, al frente de un computador y donde imperan las reuniones virtuales. Por ello propone prendas casuales, urbanas, elaboradas en algodón y licras.
“Es ropa ligera, de partes superiores destacadas por el tema de teletrabajo; hay camisetas, piyamas, prendas deportivas, vestidos camisetas, vestidos tipo polo, donde nada es ceñido, pensada en una persona cosmopolita que usa prendas para casa, pero con los que también pueda salir al supermercado o hacer diligencias bancarias”, explicó.
POR: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN annelise.barriga@elpilon.com.co