EL PILON sigue en su propósito de meterse en la vida de los artistas regionales para que nos cuenten sobre sus obras, la forma de concebirlas y cómo perciben la vida, desde ese particular mundo de las sensaciones. Hoy escogimos una mujer, teniendo cuenta que todavía corre el mes de marzo en el que se han hecho varios homenajes y reconocimientos a las mujeres. Se trata de Norma Arena, una pintora que ha sabido combinar sus roles de artista, esposa y madre de dos hijos.
El encuentro no podría ser en otro lugar que no fuera su hogar, un lugar al que ha dedicado mucho tiempo, esfuerzo y amor, lleno de experiencias de vida, anécdotas, el lugar apacible del que emergen muchas de sus inspiraciones para pintar. Me recibe con un particular acento paisa que me hace pensar que no es de la región.
“Mi padre es pereirano y mi madre del Valle, nací en el Cairo, Valle, me crié en el Caquetá, viví un tiempo en Bogotá y tengo 25 años de estar en Valledupar”, dice; y agrega: “si me preguntan de dónde soy, siempre contesto que soy Colombiana”.
Las artes y la familia
El trabajo de su esposo y el amor innegociable por su familia la trajo a estas tierras, que la ha recibido como a una hija y hoy por su mente no existe otro lugar en el que quiera estar sino es aquí.
Sus inclinaciones por las artes siempre estuvieron presentes, le llamó la atención la música, el teatro, la danza, que poco a poco se fueron acomodando en su vida de diferentes formas.
Su llegada a la ciudad coincide un poco con sus inclinaciones de estudiar artes, quería llenar el vacío que dejaba su esposo en la casa por sus ocupaciones de trabajo, con algo que no riñera con el hecho de ser madre y que al tiempo la llenara de regocijo y la hiciera sentir bien consigo misma, porque era consciente que como eje de su hogar tenía que reflejar bienestar y hacérseles sentir lo mismo a sus hijos.
Exposiciones
Con esta convicción se matriculó en ese momento en lo que era la naciente Escuela de Bellas Artes de Valledupar que le permitía encerrarse un rato, pintar, dibujar, mezclar y poco a poco crear sus obras, algunas de las cuales la ha expuesto en la Casa de la Cultura de Valledupar, en el teatro Amira de la Rosa de Barranquilla y en innumerables sitios a donde la convocan.
En la actualidad su más reciente obra está incluida en la exposición colectiva que está en la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez.
Proceso de creación
Las formas en que surge su creación artística son muy variadas y tienen mucho que ver con su cotidianidad: puede suceder que algo que prepara en la cocina le da un aroma y una combinación de colores, de pronto pasa por el jardín y ve las hojas secas que caen al suelo o descubre una planta que le da una composición de colores, escucha una melodía que la inspira e inmediatamente eso se traduce en colores.
También le puede ocurrir que si está bordando y el hilo le toca la piel le da una sensación o cuando lava el trapeador, ve la maravilla que hace el jabón, el agua y sus manos en acción y puede descubrir cómo todo cambia y se recompone; ha descubierto lo maravilloso que puede resultar una noche de luna llena o lo hermoso que resulta una combinación de blanco y el chocolate al descubrir una mancha en su vestido blanco.
Es una mujer que ha despertado la sensibilidad en sus cinco sentidos y que le ha permitido captar impresiones que para muchos pasan inadvertidas. “Es algo que no sabría explicarte o decirte como tal porque es una sensación” Es una capacidad que ha aprendido a desarrollar de manera innata aunque confiesa que cuando estudiaba artes tomó conciencia de eso y lo desarrolló todavía más.
En su casa, rodeada de naturaleza y decorada con las pinturas y esculturas que hace en sus ratos libres, ha aprendido a disfrutar el mundo de las pequeñas cosas, descubriendo cada evento con el asombro de una niña y luego traspasa sus sensaciones a sus obras. “Cada cosa pequeña que pasa te está diciendo algo, pero tienes que tener la sensibilidad para descubrirlo”, dice.
Me gusta escuchar a las personas y sus vivencias, el sonido de la brisa y del silencio. “Si viviéremos con esa intensidad la vida seriamos más felices”, afirma con una sonrisa. Y agrega que no tendríamos que ir a buscar sensaciones dañinas, sino que viviríamos de lo que encontramos en el entorno.











