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Especiales - 18 enero, 2021

Fabricantes de ataúdes hablan de covid-19 y de la ‘madera de la muerte’

Con laca catalizada, tafetán (tela para tapizar el interior de un cofre fúnebre), rollos de lija y pintura, los fabricantes de los ataúdes en Valledupar tuvieron una ocupación de aproximadamente el 70 % en cajones para fallecidos por covid-19.

Las solicitudes de ataúdes por muertes de covid-19 han aumentado paulatinamente en enero. 

FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.
Las solicitudes de ataúdes por muertes de covid-19 han aumentado paulatinamente en enero. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

La pandemia de la covid-19 desencadenó que los fabricantes de ataúdes en Valledupar se reinventaran para atender la demanda de cajones solicitados para fallecidos a causa del coronavirus. Alrededor del 70 % de los cofres fúnebres estaban destinados a fallecidos por covid- 19 y el 30 % para personas que morían por causas naturales, accidentes o enfermedades.

Lee también: Las funerarias: miedos y riesgos por el covid-19

Así lo aseguró Luis Sierra, gerente de Fábricas y Madera Del Valle, acotando que en los meses en los que hubo un incremento en el número de ataúdes para pacientes con covid- 19 fue en junio, julio y agosto del 2020. Aseveró que su fábrica se vio en “aprietos” para suplir la demanda de cofres solicitados; igualmente agregó que el número de cajones para las personas que murieron a causa de esta enfermedad disminuyó en octubre, noviembre y diciembre del año pasado.

“Mensualmente hacemos entre 120  y 150 ataúdes. En el inicio de la pandemia casi no dimos abasto porque eran muchos los fallecidos por covid-19. Actualmente el número de pedidos para este cofre, que es distinto a los convencionales, ha aumentado paulatinamente”, comentó Sierra.

Los féretros para personas que han fallecido por el coronaravirus se diferencian de los convencionales en el acabado, debido a que los detalles del armazón no son pulidos a detalle y la pintura que se les aplica es poca porque estos ataúdes los envuelven en más de dos capas de plástico que no permiten que el cuerpo emane olores o algún tipo de fluido.

Al respecto, Sierra dijo que los féretros después de haber sido despachados hacía la funeraria son enviados directamente al proceso de cremación o enterrados sin la posibilidad de una velación.

Un ataúd estándar mide un metro noventa con cincuenta centímetros de ancho. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

De acuerdo con el Laboratorio de Salud Pública, en el departamento del Cesar han fallecido 1.039 personas por coronavirus hasta la fecha. Se han recuperado de esta enfermedad  32.923, aislados en sus casas viven  2.023, hospitalizados en sala hay 36 y en  las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, se registran 44.

‘CAJONEROS’  Y LA ALTA DEMANDA

Las cifra de muertos por covid-19 y los que actualmente padecen esta enfermedad  es un boletín informativo que constantemente los denominados ‘cajoneros’ están revisando para estar preparados frente a otro pico de contagio en Valledupar, según Camilo Fuentes, ebanista independiente de féretros.

No dejes de leer: Así son los sepelios por covid-19

“Yo trabajo de manera independiente para distintas  fabricas de ataúdes. Llevo 18 años construyéndolos y en todos mis años de trabajo no he hecho tantos en tan poco tiempo como lo estoy haciendo ahora por la pandemia. Muchos amigos del gremio están pendientes del número de contagiados y en UCI para construir cajones antes de que se los soliciten para que la demanda no los aplaste”, explicó Fuentes. 

Este ebanista aseveró que cuando inició la pandemia él trabajaba en una fábrica de ataúdes y ante la creciente demanda de cofres fúnebres  para fallecidos por covid-19 el propietario tuvo que contratar personal extra, alargar las jornadas de trabajo y reducir los tiempos de producción para cumplir con todas las solicitudes que tenían porque no estaban preparados para la cantidad de personas que morirían.

Luis Conrrado, propietario de Cofres Fúnebres La Imperial, señaló que en los meses de marzo y abril tuvieron una mayor demanda de ataúdes. Comentó que aunque no esperaban el aumento acelerado de fallecidos, que puso a trabajar a toda “máquina” a sus  tres ebanistas, tres  pintores y  su tapizador, se acoplaron a la gran cantidad de féretros que tenían que hacer y continuaron trabajando en esta fábrica que tiene 10 años de experiencia, destacando que mensualmente hacen cerca de 100 ataúdes.

El féretro es tapizado en el interior con la tela tafetán. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

LA MADERA DE LA MUERTE’

El diario EL PILÓN hizo un recorrido por fabricas de ataúdes en la ciudad de Valledupar, en donde pudo constatar el olor a madera y a barniz con los que un equipo de trabajo, que va desde un ebanista hasta un tapicero, arman los cajones en los que familiares, amigos y conocidos reposan una vez que dicen el “adiós final” a este mundo. Las fases de la producción son las siguientes:

El corte de  la madera: la madera que se utiliza para hacer los ataúdes son los tableros de fibra de densidad media, el cual es comúnmente conocido como MDF. En esta primera fase se selecciona la lámina de madera MDF y se corta con una medida establecida en una maquina llamada sierra, explicó Luis Conrrado, propietario de Cofres Fúnebres La Imperial.

Según los entrevistados, la medida estándar de los féretros es de un metro noventa con cincuenta centímetros de ancho. Las medidas extras para personas de mayor tamaño oscilan entre dos metros con diez centímetros a dos metros y veinte centímetros, y de ancho entre setenta y cinco centímetros a ochenta centímetros.

Te puede interesar: Duelo a la distancia: la soledad de los muertos por el coronavirus

-Montaje: en la segunda fase las distintas partes de los ataúdes que son la caja donde va el cuerpo del fallecido, la tapa de la parte superior y los apliques en MDF se arman utilizando pegamentos especiales para madera y distintas herramientas que permiten la unión de las piezas mediante clavos o grapas que ensamblan todas las partes de un féretro.   

-Lijado: en la tercera fase al ataúd se le coloca masilla, la cual es un  material de textura plástica similar a la arcilla que es usado para sellar orificios, grietas y cualquier tipo de imperfección. Luego es lijado y pulido los más mínimos detalles para que el cajón no tenga ningún tipo de imperfección y cuente con una superficie lisa, además de suave al tacto.

-Barnizado y pintura: en la cuarta fase al cofre fúnebre se le coloca laca catalizada, la cual es un producto que protege el acabado del cajón  y  le brinda  una terminación estética  a la madera. Por otro lado, el barniz que es un aceite que se aplica a la superficie de un objeto para que al secarse forme una capa lustrosa capaz de resistir la acción del aire y de la humedad, también se le pone al ataúd al igual que la pintura que desee el solicitante o la del catalogo de la fábrica. 

Según Luis Conrrado, propietario de Cofres Fúnebres La Imperial, los colores más utilizados son dorado, morado, miel, caramelo y  café.

-Tapizado: la última fase para cerrar la fabricación de los ataúdes es el tapizado. Con la tela tafetán, especial para este proceso, se hace un recubrimiento del interior del féretro  en el fondo y en las paredes de este.

Especiales
18 enero, 2021

Fabricantes de ataúdes hablan de covid-19 y de la ‘madera de la muerte’

Con laca catalizada, tafetán (tela para tapizar el interior de un cofre fúnebre), rollos de lija y pintura, los fabricantes de los ataúdes en Valledupar tuvieron una ocupación de aproximadamente el 70 % en cajones para fallecidos por covid-19.


Las solicitudes de ataúdes por muertes de covid-19 han aumentado paulatinamente en enero. 

FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.
Las solicitudes de ataúdes por muertes de covid-19 han aumentado paulatinamente en enero. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

La pandemia de la covid-19 desencadenó que los fabricantes de ataúdes en Valledupar se reinventaran para atender la demanda de cajones solicitados para fallecidos a causa del coronavirus. Alrededor del 70 % de los cofres fúnebres estaban destinados a fallecidos por covid- 19 y el 30 % para personas que morían por causas naturales, accidentes o enfermedades.

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Así lo aseguró Luis Sierra, gerente de Fábricas y Madera Del Valle, acotando que en los meses en los que hubo un incremento en el número de ataúdes para pacientes con covid- 19 fue en junio, julio y agosto del 2020. Aseveró que su fábrica se vio en “aprietos” para suplir la demanda de cofres solicitados; igualmente agregó que el número de cajones para las personas que murieron a causa de esta enfermedad disminuyó en octubre, noviembre y diciembre del año pasado.

“Mensualmente hacemos entre 120  y 150 ataúdes. En el inicio de la pandemia casi no dimos abasto porque eran muchos los fallecidos por covid-19. Actualmente el número de pedidos para este cofre, que es distinto a los convencionales, ha aumentado paulatinamente”, comentó Sierra.

Los féretros para personas que han fallecido por el coronaravirus se diferencian de los convencionales en el acabado, debido a que los detalles del armazón no son pulidos a detalle y la pintura que se les aplica es poca porque estos ataúdes los envuelven en más de dos capas de plástico que no permiten que el cuerpo emane olores o algún tipo de fluido.

Al respecto, Sierra dijo que los féretros después de haber sido despachados hacía la funeraria son enviados directamente al proceso de cremación o enterrados sin la posibilidad de una velación.

Un ataúd estándar mide un metro noventa con cincuenta centímetros de ancho. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

De acuerdo con el Laboratorio de Salud Pública, en el departamento del Cesar han fallecido 1.039 personas por coronavirus hasta la fecha. Se han recuperado de esta enfermedad  32.923, aislados en sus casas viven  2.023, hospitalizados en sala hay 36 y en  las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, se registran 44.

‘CAJONEROS’  Y LA ALTA DEMANDA

Las cifra de muertos por covid-19 y los que actualmente padecen esta enfermedad  es un boletín informativo que constantemente los denominados ‘cajoneros’ están revisando para estar preparados frente a otro pico de contagio en Valledupar, según Camilo Fuentes, ebanista independiente de féretros.

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“Yo trabajo de manera independiente para distintas  fabricas de ataúdes. Llevo 18 años construyéndolos y en todos mis años de trabajo no he hecho tantos en tan poco tiempo como lo estoy haciendo ahora por la pandemia. Muchos amigos del gremio están pendientes del número de contagiados y en UCI para construir cajones antes de que se los soliciten para que la demanda no los aplaste”, explicó Fuentes. 

Este ebanista aseveró que cuando inició la pandemia él trabajaba en una fábrica de ataúdes y ante la creciente demanda de cofres fúnebres  para fallecidos por covid-19 el propietario tuvo que contratar personal extra, alargar las jornadas de trabajo y reducir los tiempos de producción para cumplir con todas las solicitudes que tenían porque no estaban preparados para la cantidad de personas que morirían.

Luis Conrrado, propietario de Cofres Fúnebres La Imperial, señaló que en los meses de marzo y abril tuvieron una mayor demanda de ataúdes. Comentó que aunque no esperaban el aumento acelerado de fallecidos, que puso a trabajar a toda “máquina” a sus  tres ebanistas, tres  pintores y  su tapizador, se acoplaron a la gran cantidad de féretros que tenían que hacer y continuaron trabajando en esta fábrica que tiene 10 años de experiencia, destacando que mensualmente hacen cerca de 100 ataúdes.

El féretro es tapizado en el interior con la tela tafetán. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

LA MADERA DE LA MUERTE’

El diario EL PILÓN hizo un recorrido por fabricas de ataúdes en la ciudad de Valledupar, en donde pudo constatar el olor a madera y a barniz con los que un equipo de trabajo, que va desde un ebanista hasta un tapicero, arman los cajones en los que familiares, amigos y conocidos reposan una vez que dicen el “adiós final” a este mundo. Las fases de la producción son las siguientes:

El corte de  la madera: la madera que se utiliza para hacer los ataúdes son los tableros de fibra de densidad media, el cual es comúnmente conocido como MDF. En esta primera fase se selecciona la lámina de madera MDF y se corta con una medida establecida en una maquina llamada sierra, explicó Luis Conrrado, propietario de Cofres Fúnebres La Imperial.

Según los entrevistados, la medida estándar de los féretros es de un metro noventa con cincuenta centímetros de ancho. Las medidas extras para personas de mayor tamaño oscilan entre dos metros con diez centímetros a dos metros y veinte centímetros, y de ancho entre setenta y cinco centímetros a ochenta centímetros.

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-Montaje: en la segunda fase las distintas partes de los ataúdes que son la caja donde va el cuerpo del fallecido, la tapa de la parte superior y los apliques en MDF se arman utilizando pegamentos especiales para madera y distintas herramientas que permiten la unión de las piezas mediante clavos o grapas que ensamblan todas las partes de un féretro.   

-Lijado: en la tercera fase al ataúd se le coloca masilla, la cual es un  material de textura plástica similar a la arcilla que es usado para sellar orificios, grietas y cualquier tipo de imperfección. Luego es lijado y pulido los más mínimos detalles para que el cajón no tenga ningún tipo de imperfección y cuente con una superficie lisa, además de suave al tacto.

-Barnizado y pintura: en la cuarta fase al cofre fúnebre se le coloca laca catalizada, la cual es un producto que protege el acabado del cajón  y  le brinda  una terminación estética  a la madera. Por otro lado, el barniz que es un aceite que se aplica a la superficie de un objeto para que al secarse forme una capa lustrosa capaz de resistir la acción del aire y de la humedad, también se le pone al ataúd al igual que la pintura que desee el solicitante o la del catalogo de la fábrica. 

Según Luis Conrrado, propietario de Cofres Fúnebres La Imperial, los colores más utilizados son dorado, morado, miel, caramelo y  café.

-Tapizado: la última fase para cerrar la fabricación de los ataúdes es el tapizado. Con la tela tafetán, especial para este proceso, se hace un recubrimiento del interior del féretro  en el fondo y en las paredes de este.