El último censo a los recicladores de Valledupar se realizó en el 2015. En ese momento se censaron 465 recuperadores que estaban reunidos en 23 casas de acopio. Cuatro años después no hay una cifra exacta, pero expertos del tema y los recuperadores indican que ese número se incrementó hasta tres veces.
El censo es importante porque permite dimensionar la calidad de vida de una población como los recuperadores (antes recicladores), quienes fueron considerados como sujetos de especial protección por la Corte Constitucional.
Para el 2015, el 85 % de esta población en Valledupar eran hombres y el 15 % mujeres, gran parte de ellos cabezas de hogar. El problema es que el censo arrojó en su momento que el 70 % vivía con menos de un salario mínimo mensual, queja que persiste cada vez que se habla con un ‘reciclador’.
De allí la importancia de las organizaciones de aprovechamiento que nacieron con el Decreto 596 del 2016 donde se les da el reconocimiento como prestadores del servicio público de aseo en la actividad de aprovechamiento. A la par de ese decreto nació Biomundo como empresa recuperadora en Valledupar.
“Biomundo nace y se formaliza la organización de aprovechamiento. Con la obtención del Registro único de prestadores de servicios públicos a través de la Superintendencia de Servicios Públicos nos convertimos en una empresa de servicio público”, explica Edilson Oñate, director y uno de los fundadores de la organización.
La importancia de las organizaciones radica en la dignificación de los recuperadores. Con la afiliación a empresas como Biomundo, además de estabilidad en un salario, le permite a los recuperadores ser capacitados por el Servicio nacional de aprendizaje, Sena, Corpocesar y Aseo del Norte. Sin duda, un avance en la búsqueda de la dignificación del reciclaje.
“Es una estrategia de transferencia de conocimiento a recuperadores de residuos sólidos en el Cesar para inducirlos a una responsabilidad y emprendimiento frente al manejo de aprovechamiento de residuos”, explicó Jesús Valera, profesional de apoyo de Negocios Verdes de Corpocesar.
ENTENDER LAS DIFERENCIAS
En las capacitaciones les enseñan la definición correcta de cada término. “Vale entender que el reciclaje es solo una parte de lo que se hace”, explica Edilson Oñate. En realidad, su trabajo consiste en la recuperación de materiales potencialmente aprovechable, no reciclaje.
“Nosotros no somos recicladoras, nosotros somos organizaciones de aprovechamiento. Lo que hacemos es recoger el material en la fuente, casa o empresas y transportarlo hasta un Espacio de Clasificación y Aprovechamiento, Eca. Allá se le hace la debida separación de los materiales”, agrega Oñate. A ese proceso se le llama integralidad del aprovechamiento y es el anterior al reciclaje.
CADENAS PRODUCTIVAS
La importancia de la recuperación es el ingreso de los desechos a las cadenas productivas reduciendo el gasto de materia prima. El momento de la decisión se toma en las Eca: llevarlo a empresas recicladoras donde los transforman o llevarlos directamente a la cadena productiva. Allí la diferencia entre reusar y reciclar.
Para explicar las diferencias utilizan ejemplos simples. La reutilización es tomar el material y regresarlo a la cadena productiva sin aplicarle ninguna transformación. “Los que venden vinagre y suero nos compran las botellas de Pet. Se las vendemos y ellos las utilizan para envasar. O con las botellas de agua que usamos más de una vez. Allí estamos reusando”, explican.
En cambio, reciclar es el proceso que se aplica a cualquiera de los productos. “Por ejemplo, si se lleva a una empresa recicladora allá cambian los Pet (botellas de plástico), lo trituran y lo convierten en nuevas botellas o en hilo para prendas económicas”, explica Edilson Oñate, quien desde Biomundo manejan 398 toneladas mensuales en promedio, más que el resto de organizaciones recuperadores de Valledupar.
Por: Deivis Fabián Caro/El Pilón