“Mi vida antes no tenía este sentido, no sabía la representación que tiene una persona al dar esta clase de experiencias, el ser un testimonio viviente de lo que es la labor social que la Gobernación del Cesar ha hecho”, dice Pedro.
Pedro Ortega, un hombre de 48 años, conocido en Valledupar por haber tallado un Cristo en un árbol del Parque de las Madres, se dio una segunda oportunidad en la vida al alejarse del turbulento abismo de las drogas y la calle.
“Mi vida antes no tenía este sentido, no sabía la representación que tiene una persona al dar esta clase de experiencias, el ser un testimonio viviente de lo que es la labor social que la Gobernación del Cesar ha hecho”, dice Pedro.
“La drogadicción es una enfermedad que necesita ayuda y se debe buscar de esa ayuda para superarla. La familia juega un papel muy importante, para superar este flagelo”, agregó en un comunicado de la Gobernación del Cesar, quienes le brindaron apoyo.
“Mi vida antes no tenía este sentido, no sabía la representación que tiene una persona al dar esta clase de experiencias, el ser un testimonio viviente de lo que es la labor social que la Gobernación del Cesar ha hecho”, dice Pedro.
Pedro Ortega, un hombre de 48 años, conocido en Valledupar por haber tallado un Cristo en un árbol del Parque de las Madres, se dio una segunda oportunidad en la vida al alejarse del turbulento abismo de las drogas y la calle.
“Mi vida antes no tenía este sentido, no sabía la representación que tiene una persona al dar esta clase de experiencias, el ser un testimonio viviente de lo que es la labor social que la Gobernación del Cesar ha hecho”, dice Pedro.
“La drogadicción es una enfermedad que necesita ayuda y se debe buscar de esa ayuda para superarla. La familia juega un papel muy importante, para superar este flagelo”, agregó en un comunicado de la Gobernación del Cesar, quienes le brindaron apoyo.