Ha valido la pena apostarle a las letras que al unirlas producen ese texto llamado “Crónica”.
Una noche bogotana vestido de cachaco le dije a Gonzalo ‘El Cocha’ Molina, que uno de mis deseos era cantar con un Rey Vallenato y más con un Rey de Reyes. Enseguida sonrió incrédulo, pero sin embargo se puso el acordeón al pecho y dijo: “vamos a ver cual es tu bulla, canta, canta”.
Entonces a mi mente la visitó la época en que hice parte del coro de la Iglesia Evangélica Cuadrangular de Barrancabermeja, y componía algunas canciones cristianas. Claro, que la que iba a cantar no era de ese corte.
Era la historia de una mujer que como dijera el compositor Efrén Calderón: “Tu que me hiciste tanto sueño inventar, ay total para qué”. O mejor esa que decía que me adoraba y mi vida yo le daba y también me mentía. En fin, la historia de un ‘cacho’ que quedó metido en unos versos del ayer. Sin más preámbulos me regaló el tono y comencé a cantar:
“Que difícil el camino del amor si es extenso y cansador, y al final no hay nada. Y que triste es entregar el corazón vivir con una ilusión, si al final se acaba. Yo quise de esa manera y me robaron el alma, y aunque tu suerte sea buena la mía sigue siendo mala. Ya se va, mi alma con tu amor camino al olvido. Pa’ que vivir de recuerdos, si muere ya la esperanza.
Cuando transcurría la mitad de la canción en aire de paseo titulada ‘Me robaron el alma’, el presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Rodolfo Molina Araújo, dijo: “lo que faltaba, Juan ahora compositor y cantante”. Las risas no se hicieron esperar, pero en ese momento ‘El Cocha’ con su acordeón pedía más letra de la canción.
“Y pensar que en mi destino yo encontraba una mujer que me amaba, pero era mentira, y que pena tu decías que me adorabas, y mi vida yo te daba, y también me mentías. Estás metida en mi pecho, eres mi fiel agonía, y aunque te encuentres tan lejos, triste se queda mi vida”.
Al final pasé la prueba y recibí un aplauso de los presentes. Aplauso inédito porque antes los había recibido por mi oficio de cronista que me ha dado la oportunidad de recibir premios y reconocimientos.
‘El Cocha’ Molina solamente dijo: “vea, de cualquier pajal sale un lobo”. Enseguida me preguntó si tenía más canciones y le dije que sí, pero que dejáramos para otro día.
El deseo de cantar acompañado de Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina Mejía, se cumplió el sábado 12 de marzo de 2011, en los camerinos del Teatro Julio Mario Santodomingo, de Bogotá, con pocos testigos, pero con la convicción de que la medicina del vallenato me ha servido tanto, que el Todopoderoso en su infinita misericordia me permite brindar mi aporte para seguir siendo fiel a la frase que me dedicó Consuelo Araujonoguera, ‘La Cacica’: “los que triunfan son personas ordinarias con una determinación extraordinaria”.
De igual manera, la pronunciada por mi madre Evelia María Vanegas Palomino, en su lecho de muerte: “hijo, Dios te tiene para cosas grandes”.
Nunca se me olvida la cantada, pero lo mejor fue que regresé rápido a la realidad y sigo escribiendo crónicas, pensando en aquella frase verdadera: “a quien nace en Chimichagua, Dios le multiplica las bendiciones”.
Las canciones a la par con las crónicas han venido naciendo, teniendo ese ingrediente donde la luz de la aurora va en aumento hasta que el día es perfecto. Todo esto en medio de la danza de las horas a los que los minutos y los segundos le hacen el coro, para que los secretos del amor tengan más vida.
Los acordeones han hecho posible que el sentimiento fuera creciendo, la poesía regalara bellos versos y los deseos del corazón aparecieran sonriendo. No tenían otra salida.
Después vinieron otras canciones, siendo una de ellas, el paseo ‘Para un amigo’, ese que estaba siendo llevado por el mal camino donde intentaba salir y no podía. Los amigos no eran verdaderos, sino que lo hundían más. Por eso en el primer verso le llamó la atención para que aprovechara el tiempo y la música fuera su mejor melodía.
“Si en soledad los recuerdos deprimentes y las desdichas te hacen llorar, y si nostalgias hay en tu vida, o un fracaso no te deja proseguir. Búscate un amigo quien te quiera, aquel que te ayuda a sonreír, ese que no mira tu dinero y lo daría todo por tí. Amigo, solo amigo es Jesucristo, consuelo y paz a tu alma le dará, del mal camino siempre te librará y felicidad segura tú tendrás.
Ese canto para él fue un gran aliciente en medio de aquellos sinsabores de la vida, porque ha sabido aprovechar bien el tiempo y ser ese hijo de Dios que todos quieren y admiran.
Al final quedó un viejo canto donde se cuenta el esfuerzo para llegar al estrado donde está el cronista, recordando mi comienzo donde una noche no había nada de comer y tuve que saborear un pedazo de panela para que el estómago endulzara el hambre.
Ha valido la pena apostarle a las letras que al unirlas producen ese texto llamado “Crónica”, y la reflexión es la siguiente: “si en el camino encuentras muchos tropiezos, recuerda tener fuerzas para levantarte y no sigas por ese camino incorrecto donde el diablo quiere que sigas para acabarte”.
…Y ojalá pronto pueda repetir el canto con Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina Mejía, para esta vez cantar que me devolvieron el alma, después de habérmela robado hace muchos años en Chimichagua.
POR JUAN RINCÓN VANEGAS /ESPECIAL PARA EL PILÓN.
Ha valido la pena apostarle a las letras que al unirlas producen ese texto llamado “Crónica”.
Una noche bogotana vestido de cachaco le dije a Gonzalo ‘El Cocha’ Molina, que uno de mis deseos era cantar con un Rey Vallenato y más con un Rey de Reyes. Enseguida sonrió incrédulo, pero sin embargo se puso el acordeón al pecho y dijo: “vamos a ver cual es tu bulla, canta, canta”.
Entonces a mi mente la visitó la época en que hice parte del coro de la Iglesia Evangélica Cuadrangular de Barrancabermeja, y componía algunas canciones cristianas. Claro, que la que iba a cantar no era de ese corte.
Era la historia de una mujer que como dijera el compositor Efrén Calderón: “Tu que me hiciste tanto sueño inventar, ay total para qué”. O mejor esa que decía que me adoraba y mi vida yo le daba y también me mentía. En fin, la historia de un ‘cacho’ que quedó metido en unos versos del ayer. Sin más preámbulos me regaló el tono y comencé a cantar:
“Que difícil el camino del amor si es extenso y cansador, y al final no hay nada. Y que triste es entregar el corazón vivir con una ilusión, si al final se acaba. Yo quise de esa manera y me robaron el alma, y aunque tu suerte sea buena la mía sigue siendo mala. Ya se va, mi alma con tu amor camino al olvido. Pa’ que vivir de recuerdos, si muere ya la esperanza.
Cuando transcurría la mitad de la canción en aire de paseo titulada ‘Me robaron el alma’, el presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Rodolfo Molina Araújo, dijo: “lo que faltaba, Juan ahora compositor y cantante”. Las risas no se hicieron esperar, pero en ese momento ‘El Cocha’ con su acordeón pedía más letra de la canción.
“Y pensar que en mi destino yo encontraba una mujer que me amaba, pero era mentira, y que pena tu decías que me adorabas, y mi vida yo te daba, y también me mentías. Estás metida en mi pecho, eres mi fiel agonía, y aunque te encuentres tan lejos, triste se queda mi vida”.
Al final pasé la prueba y recibí un aplauso de los presentes. Aplauso inédito porque antes los había recibido por mi oficio de cronista que me ha dado la oportunidad de recibir premios y reconocimientos.
‘El Cocha’ Molina solamente dijo: “vea, de cualquier pajal sale un lobo”. Enseguida me preguntó si tenía más canciones y le dije que sí, pero que dejáramos para otro día.
El deseo de cantar acompañado de Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina Mejía, se cumplió el sábado 12 de marzo de 2011, en los camerinos del Teatro Julio Mario Santodomingo, de Bogotá, con pocos testigos, pero con la convicción de que la medicina del vallenato me ha servido tanto, que el Todopoderoso en su infinita misericordia me permite brindar mi aporte para seguir siendo fiel a la frase que me dedicó Consuelo Araujonoguera, ‘La Cacica’: “los que triunfan son personas ordinarias con una determinación extraordinaria”.
De igual manera, la pronunciada por mi madre Evelia María Vanegas Palomino, en su lecho de muerte: “hijo, Dios te tiene para cosas grandes”.
Nunca se me olvida la cantada, pero lo mejor fue que regresé rápido a la realidad y sigo escribiendo crónicas, pensando en aquella frase verdadera: “a quien nace en Chimichagua, Dios le multiplica las bendiciones”.
Las canciones a la par con las crónicas han venido naciendo, teniendo ese ingrediente donde la luz de la aurora va en aumento hasta que el día es perfecto. Todo esto en medio de la danza de las horas a los que los minutos y los segundos le hacen el coro, para que los secretos del amor tengan más vida.
Los acordeones han hecho posible que el sentimiento fuera creciendo, la poesía regalara bellos versos y los deseos del corazón aparecieran sonriendo. No tenían otra salida.
Después vinieron otras canciones, siendo una de ellas, el paseo ‘Para un amigo’, ese que estaba siendo llevado por el mal camino donde intentaba salir y no podía. Los amigos no eran verdaderos, sino que lo hundían más. Por eso en el primer verso le llamó la atención para que aprovechara el tiempo y la música fuera su mejor melodía.
“Si en soledad los recuerdos deprimentes y las desdichas te hacen llorar, y si nostalgias hay en tu vida, o un fracaso no te deja proseguir. Búscate un amigo quien te quiera, aquel que te ayuda a sonreír, ese que no mira tu dinero y lo daría todo por tí. Amigo, solo amigo es Jesucristo, consuelo y paz a tu alma le dará, del mal camino siempre te librará y felicidad segura tú tendrás.
Ese canto para él fue un gran aliciente en medio de aquellos sinsabores de la vida, porque ha sabido aprovechar bien el tiempo y ser ese hijo de Dios que todos quieren y admiran.
Al final quedó un viejo canto donde se cuenta el esfuerzo para llegar al estrado donde está el cronista, recordando mi comienzo donde una noche no había nada de comer y tuve que saborear un pedazo de panela para que el estómago endulzara el hambre.
Ha valido la pena apostarle a las letras que al unirlas producen ese texto llamado “Crónica”, y la reflexión es la siguiente: “si en el camino encuentras muchos tropiezos, recuerda tener fuerzas para levantarte y no sigas por ese camino incorrecto donde el diablo quiere que sigas para acabarte”.
…Y ojalá pronto pueda repetir el canto con Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina Mejía, para esta vez cantar que me devolvieron el alma, después de habérmela robado hace muchos años en Chimichagua.
POR JUAN RINCÓN VANEGAS /ESPECIAL PARA EL PILÓN.