Con su caminar pausado y meciendo su musa deja que el corazón traspase la barrera del sentimiento y entonces declara “Desde muy niño la timidez me arrinconaba y poco podía expresar lo que sentía y fue así como me fue creciendo en mi cerebro toda clase de pensamientos poéticos que con el paso de los años se plasmaron en canciones”.
Por Juan Rincón Vanegas
Dame tu mano mi amigo
que quiero saludarte
ven y charlemos de cosas
que nos traerán recuerdos.
Charlar con Gustavo Gutiérrez Cabello es asomarse al aposento del alma para que se despierte el sentimiento y comience el recorrido por esas bellas canciones que tienen la esencia misma de un paisaje de sol y de rumores de viejas voces. Es un hombre hecho de romance, sentimientos y nostalgias. De añoranzas, de poesía y que nunca ha podido separarse de las cosas más hermosas, de las más ligadas a su vida. Es ese mismo que todos hemos conocido, como el que canta muy triste en el Valle, el del cantar herido.
A ‘El Flaco de Oro’, siempre se le nota pensativo dándole forma en el último rincón de su memoria a su universo romántico y con esa sed infinita que crece entre suspiro y suspiro. Antes de comenzar el diálogo con el homenajeado del 46 Festival de la Leyenda Vallenata, se notaba inmensamente emocionado hasta que construyó las palabras precisas para decir que la felicidad se le salía del cuerpo y se regaba por su valle del alma, ese que le ha cantado más triste que alegre y al que hace muchos años pidió que la violencia no se asomara por estos lares.
Una de las grandes virtudes de ‘Tavo’ Gutiérrez, ha sido sacar las tristezas de su corazón y sentarlas en el pentagrama vallenato para que luego de un tiempo se levanten vestidas de melodías y con los versos precisos para que sean recibidas en los senderos de la vida por los románticos del mundo.
En ese trance del robo del alma herida muchos han vuelto a estrenar amores dándole mayor vitalidad al corazón enamorado, al poeta del vallenato regalarles sus canciones por montones. Con su caminar pausado y meciendo su musa deja que el corazón traspase la barrera del sentimiento y entonces declara “Desde muy niño la timidez me arrinconaba y poco podía expresar lo que sentía y fue así como me fue creciendo en mi cerebro toda clase de pensamientos poéticos que con el paso de los años se plasmaron en canciones”.
Mira a su alrededor y de inmediato los años idos se aglomeran en su memoria y aparecen sus primeros amores, a los que no les enviaba cartas, sino que les hacía canciones y se las obsequiaba a través del Trío Serenata que integraban Carlos Espeleta, Rafael Gutiérrez y José Jorge Arregocés.
De la misma manera esas historias que son cuadros vivos pintados desde la dirección de su corazón y que con el paso de los años muchos han hecho suyas, porque tienen un alto parecido a su sentimiento. Es que al fin y al cabo, el amor traspasa las fronteras invisibles de la vida.
‘El Flaco de Oro’ tiene tanto que contar que hace una pequeña parada. Toma su guitarra, mira para el cielo, como buscando la canción que se acomode a su vida y dice: “Todas, por diferentes circunstancias tienen un enorme pedazo de su vida, pero quedarme con una es difícil. Mejor no hago ese ejercicio porque es capaz de resentirse mi alma”. Se ríe, deja a un lado su guitarra que estaba pendiente que la pusiera a trabajar con algunas notas, y sigue diciendo: “Mi vida es un mundo de alegrías y tristezas y no me canso de repetirlo que si me hubiera dedicado a mi profesión, administrador de empresas, no hubiera cuadrado la caja de mis sentimientos”.
Esa es su verdad porque supo darle permiso a su tímido corazón para que hablara y pusiera las cosas en orden, lo que le dio la virtud de componer una poesía efectiva, cálida, diciente y con la mayor dosis de melodía acorde al pentagrama de su alma.
El gran anuncio
La tarde del viernes ocho de junio de 2012 quedará prensada en la vida de Gustavo Gutiérrez Cabello, porque fue cuando le anunciaron que el 46 Festival de la Leyenda Vallenata sería en su honor.
Su primera reacción fue de alegría absoluta con una cuota de lágrimas y su primera declaración fue la siguiente: ““Esto es sumamente maravilloso. Yo que soy una persona calmada y sencilla, pero me he emocionado hasta las lágrimas, porque este será el más grande homenaje que voy a recibir en mi vida y todo por ser fiel a una música que llevo en el alma. Desde ya, este homenaje lo comienzo a disfrutar y gracias a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata por tenerme en cuenta. Dios les pague y vamos adelante que la tarea la estamos haciendo como debe ser”.
Por su mente pasaron tantos y tantos años de entrega a este folclor que lo tiene como un juglar romántico y soñador y enseguida puso sobre la mesa las más de cien canciones grabadas por grupos vallenatos y orquestas nacionales e internacionales, los cinco festivales vallenatos que presidió como director de la Oficina de Turismo del Cesar, los 18 años como vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, las dos veces que ganó el concurso de la canción inédita del Festival de la Leyenda Vallenata con sus célebres obras: ‘Rumores de viejas voces’ (1969) y ‘Paisaje de sol’ (1982) y los cientos de conciertos que ha brindado.
Cerró sus ojos, se llevó sus manos a la cara y guardó silencio. No se podía interrumpir ese momento donde Gustavo Gutiérrez daba un paseo por su glorioso pasado. Regresó y enseguida dijo: “Mis viejos (Teotiste Cabello Pimienta y Evaristo Gutiérrez Araújo), mi hermano José Tobías y algunos familiares, no están para compartir conmigo esta felicidad”.
Lo acabado de decir lo remitió nuevamente a que sus mejillas fueran adornadas con lagrimas en homenaje a sus seres queridos que desde el cielo lo deben estar aplaudiendo.
Felicidad natural.
El compositor y poeta blandito de corazón y lleno de felicidad natural que disfruta a un ladito del camino sintiendo el fresco de la brisa y recibiendo abrazos que no cesan, espera que la vida lo bese todos los días hasta la hora de la muerte, pero mientras tanto sigue cantando en Valledupar cuando sale el sol y después de 12 horas la luna lo saluda para darle paso a la noche. Enseguida siente que ha cumplido con ese mandato de regalar sus canciones, esas que tienen la esencia viva del sentimiento adornado con una flor impregnada con el aroma cariñoso de su pueblo.
Con su caminar pausado y meciendo su musa deja que el corazón traspase la barrera del sentimiento y entonces declara “Desde muy niño la timidez me arrinconaba y poco podía expresar lo que sentía y fue así como me fue creciendo en mi cerebro toda clase de pensamientos poéticos que con el paso de los años se plasmaron en canciones”.
Por Juan Rincón Vanegas
Dame tu mano mi amigo
que quiero saludarte
ven y charlemos de cosas
que nos traerán recuerdos.
Charlar con Gustavo Gutiérrez Cabello es asomarse al aposento del alma para que se despierte el sentimiento y comience el recorrido por esas bellas canciones que tienen la esencia misma de un paisaje de sol y de rumores de viejas voces. Es un hombre hecho de romance, sentimientos y nostalgias. De añoranzas, de poesía y que nunca ha podido separarse de las cosas más hermosas, de las más ligadas a su vida. Es ese mismo que todos hemos conocido, como el que canta muy triste en el Valle, el del cantar herido.
A ‘El Flaco de Oro’, siempre se le nota pensativo dándole forma en el último rincón de su memoria a su universo romántico y con esa sed infinita que crece entre suspiro y suspiro. Antes de comenzar el diálogo con el homenajeado del 46 Festival de la Leyenda Vallenata, se notaba inmensamente emocionado hasta que construyó las palabras precisas para decir que la felicidad se le salía del cuerpo y se regaba por su valle del alma, ese que le ha cantado más triste que alegre y al que hace muchos años pidió que la violencia no se asomara por estos lares.
Una de las grandes virtudes de ‘Tavo’ Gutiérrez, ha sido sacar las tristezas de su corazón y sentarlas en el pentagrama vallenato para que luego de un tiempo se levanten vestidas de melodías y con los versos precisos para que sean recibidas en los senderos de la vida por los románticos del mundo.
En ese trance del robo del alma herida muchos han vuelto a estrenar amores dándole mayor vitalidad al corazón enamorado, al poeta del vallenato regalarles sus canciones por montones. Con su caminar pausado y meciendo su musa deja que el corazón traspase la barrera del sentimiento y entonces declara “Desde muy niño la timidez me arrinconaba y poco podía expresar lo que sentía y fue así como me fue creciendo en mi cerebro toda clase de pensamientos poéticos que con el paso de los años se plasmaron en canciones”.
Mira a su alrededor y de inmediato los años idos se aglomeran en su memoria y aparecen sus primeros amores, a los que no les enviaba cartas, sino que les hacía canciones y se las obsequiaba a través del Trío Serenata que integraban Carlos Espeleta, Rafael Gutiérrez y José Jorge Arregocés.
De la misma manera esas historias que son cuadros vivos pintados desde la dirección de su corazón y que con el paso de los años muchos han hecho suyas, porque tienen un alto parecido a su sentimiento. Es que al fin y al cabo, el amor traspasa las fronteras invisibles de la vida.
‘El Flaco de Oro’ tiene tanto que contar que hace una pequeña parada. Toma su guitarra, mira para el cielo, como buscando la canción que se acomode a su vida y dice: “Todas, por diferentes circunstancias tienen un enorme pedazo de su vida, pero quedarme con una es difícil. Mejor no hago ese ejercicio porque es capaz de resentirse mi alma”. Se ríe, deja a un lado su guitarra que estaba pendiente que la pusiera a trabajar con algunas notas, y sigue diciendo: “Mi vida es un mundo de alegrías y tristezas y no me canso de repetirlo que si me hubiera dedicado a mi profesión, administrador de empresas, no hubiera cuadrado la caja de mis sentimientos”.
Esa es su verdad porque supo darle permiso a su tímido corazón para que hablara y pusiera las cosas en orden, lo que le dio la virtud de componer una poesía efectiva, cálida, diciente y con la mayor dosis de melodía acorde al pentagrama de su alma.
El gran anuncio
La tarde del viernes ocho de junio de 2012 quedará prensada en la vida de Gustavo Gutiérrez Cabello, porque fue cuando le anunciaron que el 46 Festival de la Leyenda Vallenata sería en su honor.
Su primera reacción fue de alegría absoluta con una cuota de lágrimas y su primera declaración fue la siguiente: ““Esto es sumamente maravilloso. Yo que soy una persona calmada y sencilla, pero me he emocionado hasta las lágrimas, porque este será el más grande homenaje que voy a recibir en mi vida y todo por ser fiel a una música que llevo en el alma. Desde ya, este homenaje lo comienzo a disfrutar y gracias a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata por tenerme en cuenta. Dios les pague y vamos adelante que la tarea la estamos haciendo como debe ser”.
Por su mente pasaron tantos y tantos años de entrega a este folclor que lo tiene como un juglar romántico y soñador y enseguida puso sobre la mesa las más de cien canciones grabadas por grupos vallenatos y orquestas nacionales e internacionales, los cinco festivales vallenatos que presidió como director de la Oficina de Turismo del Cesar, los 18 años como vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, las dos veces que ganó el concurso de la canción inédita del Festival de la Leyenda Vallenata con sus célebres obras: ‘Rumores de viejas voces’ (1969) y ‘Paisaje de sol’ (1982) y los cientos de conciertos que ha brindado.
Cerró sus ojos, se llevó sus manos a la cara y guardó silencio. No se podía interrumpir ese momento donde Gustavo Gutiérrez daba un paseo por su glorioso pasado. Regresó y enseguida dijo: “Mis viejos (Teotiste Cabello Pimienta y Evaristo Gutiérrez Araújo), mi hermano José Tobías y algunos familiares, no están para compartir conmigo esta felicidad”.
Lo acabado de decir lo remitió nuevamente a que sus mejillas fueran adornadas con lagrimas en homenaje a sus seres queridos que desde el cielo lo deben estar aplaudiendo.
Felicidad natural.
El compositor y poeta blandito de corazón y lleno de felicidad natural que disfruta a un ladito del camino sintiendo el fresco de la brisa y recibiendo abrazos que no cesan, espera que la vida lo bese todos los días hasta la hora de la muerte, pero mientras tanto sigue cantando en Valledupar cuando sale el sol y después de 12 horas la luna lo saluda para darle paso a la noche. Enseguida siente que ha cumplido con ese mandato de regalar sus canciones, esas que tienen la esencia viva del sentimiento adornado con una flor impregnada con el aroma cariñoso de su pueblo.