El Centro de Estudios Socioeconómicos, Cesore, acaba de publicar una cartilla sobre la importancia del café en el Cesar. Este cultivo da empleo a cerca de 25.000 cesarenses y la cosecha del año 2024 sumó alrededor de 430 mil millones de pesos, que irrigaron la economía y dinamizaron varios sectores.
Diecinueve de los veinticinco municipios del departamento son cafeteros, es el segundo cultivo en extensión departamental con más de 20.000 hectáreas y sirve para la paz y la reconciliación, al ser cultivado de manera interétnica por indígenas, campesinos y afros; el 31% de sus productores son mujeres y la mitad de sus cultivadores fueron víctimas del conflicto armado. Adicionalmente es una opción para una economía postcarbón en el Cesar y para que las mineras hagan compensación biótica apoyando a campesinos a sembrar café. Por todas estas razones debería el cultivo estar en las prioridades productivas del departamento.
El departamento contó con 24.703 hectáreas destinadas al cultivo de café durante el 2024, con mayoritaria participación de terrenos entre 1 y 3 hectáreas y una base de 9.114 caficultores, lo que refleja no solo la magnitud del sector, sino también su papel en la generación de ingresos para los pequeños campesinos y en el empleo rural del territorio.
Consumidores más exigentes
En el Cesar se está presentando todo un salto cualitativo en la industria del café, tanto en la oferta como en la demanda. La cadena de valor del café es ahora más extensa y con más participantes. Por un lado, desde la oferta está en desarrollo la producción de cafés especiales tipo gourmet; se producen marcas propias que se venden puerta a puerta o por comercio electrónico; y se está importando maquinaria y refinando los procesos de seleccionar, tostar y empacar el café.
Por el lado de la demanda, ya hay consumidores más exigentes, que conocen de calidad de cafés y variedad de estos. Esto ha conllevado a la apertura de cafeterías especializadas como sitios de encuentro para degustar cafés de calidad al lado de baristas y expertos en catación.
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La cartilla cuenta con 5 capítulos. El primero es sobre la historia del café en el Cesar, cómo llegó, cómo se expandió y las cifras actuales. El segundo capítulo explica la actual estructura económica del departamento y vislumbra el futuro de este, para dónde va su economía y sitúa al café dentro de dicha perspectiva. Un tercer capítulo, que es central al trabajo, hace el análisis económico y social de la economía cafetera cesarense.
Un cuarto capítulo se llama ‘La Voz de los cafeteros’ y es el análisis y procesamiento de numerosas entrevistas, charlas y visitas realizadas que aportan el componente cualitativo a dicho trabajo. Finalmente, incluye una serie de recomendaciones y conclusiones sobre el café en el Cesar. Se desarrolla a lo largo del documento una serie de muy valiosas entrevistas-conversaciones que se tuvieron con protagonistas de la industria cafetera del Cesar: con productores, comercializadores y dueños de cafeterías, para que presentaran de viva voz su sentir sobre los avances, desarrollos y obstáculos de la caficultura del departamento.
Algunas de las conclusiones y recomendaciones
El Cesar tiene muchos cafeteros en situación de pobreza y vulnerabilidad que requieren apoyo y tienen enormes potencialidades para crecer, superar la pobreza y entrar en una dinámica de prosperidad. Se requiere ampliar o intensificar sus cultivos, mejorar la productividad, vía fertilización y renovación de cafetales, brindar mayor asistencia técnica y dar el salto a café especiales.
Hay un frente de trabajo ausente en la industria del café cesarense y tiene que ver con la explotación del paisaje rural cafetero, del turismo cafetero. De hecho, la zona cafetera coincide con zonas de aviturismo y de cultura indígena. Este filón de negocios esta inexplorado y puede ser una fuente de empleo e ingresos de gran importancia.
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El café en el Cesar no solo es un cultivo productivo, sino también un símbolo de reconciliación y paz. Cerca de la mitad de los actuales caficultores fueron víctimas del conflicto armado: muchos fueron desplazados de sus tierras y sufrieron pérdidas irreparables. Hoy, el 31% de quienes cultivan café en la región son mujeres, lo que resalta su papel clave en la reconstrucción del tejido social. Además, el café une culturas y comunidades diversas.
En la Sierra Nevada, por ejemplo, indígenas y campesinos trabajan juntos en armonía; en la serranía del Perijá, conviven campesinos del interior del país con poblaciones afrodescendientes locales. Esta realidad demuestra que el café merece un mayor respaldo por parte del gobierno nacional y departamental, especialmente en los procesos de reconciliación y construcción de paz. Es urgente una inversión decidida que fortalezca la producción de semillas, la siembra de chapolas, así como la renovación y fertilización de los cafetales.
La industria del café en el Cesar está dando saltos cualitativos importantes. La siembra de nuevas variedades de cafés especiales, tipo gourmet; la importación y uso de maquinaria de alta calidad para los procesos de tostar y moler el café y la apertura de cafeterías especializadas en vender café de calidad, son experiencias nuevas en la región que contribuyen a elevar la calidad de la industria y a generar empleo.
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Se recomienda incentivar más el intercambio de saberes con otras regiones cafeteras del país, teniendo en cuenta que el Cesar está incursionando en cafés especiales, cafeterías, ventas por comercio electrónico y exportaciones locales, camino recorrido por otros cuya experiencia sería de gran utilidad para los cesarenses.
Una alternativa prometedora para impulsar el cultivo de café en el Cesar y La Guajira está relacionada con los esquemas de compensación ambiental que deben cumplir las empresas mineras que hay en el departamento. Dichas empresas deben sembrar en el Cesar cerca de 30.000 hectáreas en cultivos para restituir y conservar biodiversidad y reponer la afectación ambiental por ellos causada.
Actualmente, estos recursos deben invertirse prioritariamente en la siembra de especies forestales, pero hay propuestas para que también se permitan cultivos productivos que aporten a la conservación de la biodiversidad, como el café de sombra y el cacao. Para ello, es necesario que la ANLA (Agencia Nacional de Licencias Ambientales) autorice el uso de estas compensaciones en especies vegetales que, además de ser sostenibles, generen desarrollo económico e ingresos en las comunidades locales.
La comercializadora Juan Valdez ha incluido tres cafés de origen provenientes de la región: el Sierra Nevada (aunque, en realidad, corresponde más a la vertiente norte de la Sierra, que mira al mar Caribe), el café Cesar y el Tributo Vallenato. Estos dos últimos merecen una mayor promoción e incluso podrían convertirse en ejes para agrupar y potenciar las múltiples marcas locales que han comenzado a surgir.
No obstante, el crecimiento de estas marcas no garantiza por sí solo la calidad del producto: la falta de controles puede derivar en una competencia desleal o incluso en un “canibalismo” comercial dentro de un mercado aún limitado. Además, la narrativa del café del Cesar (su identidad, su historia y su diferenciación) está aún por construirse, aunque cuenta con una base sólida desde la cual desarrollarse
Existen tres condiciones habilitantes para la prosperidad de los cafeteros, que además aplican a las zonas rurales en general. La primera es la seguridad, imprescindible para invertir, trabajar y vivir con tranquilidad, especialmente tras un período marcado por el miedo y el sufrimiento. La segunda condición son las vías de acceso, particularmente las terciarias, que resultan vitales para la producción campesina; depender del transporte con animales de carga limita enormemente la competitividad. Finalmente, la asistencia técnica juega un papel crucial: los ingresos derivados del café dependen directamente de la productividad, la cual está ligada a la fertilización, la renovación y la calidad de las plantas. Mientras que el Estado debe garantizar los recursos para la seguridad y las vías, la Federación y los municipios son responsables de proveer la asistencia técnica necesaria.
Un desafío que permanece en la caficultura es atraer a los jóvenes. La experiencia exitosa que nos comentan los cafeteros es que a los jóvenes les interesa la producción de cafés especiales y la participación en cafeterías en las zonas urbanas de las ciudades. Por ahí puede ser el camino para irlos incorporando cada vez más a la industria cafetera dado la alta edad promedio de los caficultores del país. Con el fin de seguir mejorando la calidad del producto, el gusto de los consumidores e incentivar la participación de los jóvenes, una propuesta es apoyar la formación de baristas y expertos catadores, a través de cursos o montar una Escuela de Formación de Baristas y Expertos Catadores en Valledupar.
¿Cómo obtener la cartilla?
Cesore se enorgullece de realizar y presentar este tipo de trabajo. Somos un Centro de Pensamiento independiente y riguroso en sus análisis y con un gran esfuerzo hemos hecho este estudio como un aporte al departamento para que entendamos mejor la economía con la que contamos para dar el salto a un Cesar más competitivo, justo y próspero. Nos hemos aliado con una editorial local, AGROLOVE, para buscar una mejor y mayor difusión de este trabajo. Adquiera la Cartilla en La Casa del Café; Unicentro, Local 119 o en Agrolove, Editorial (304-3665958).
Por: Fernando Herrera, director del Centro de Estudios Socioeconómicos, Cesore.











