La boda de Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock será distinta a todas. El soberano monegasco ha roto el protocolo y la tradición en los primeros preparativos nupciales, ha cambiado la fecha para los días 1 y 2 de julio y la elección de un sitio al aire libre para la celebración religiosa.
Detalles que desde ya apuntan a un enlace más personalizado y a la medida de los novios de Mónaco, a costa de algunas costumbres reales, pero sobre todo, y como es también su deseo, a uno más democrático que suponga una ocasión de verdadero júbilo popular.
La pareja real ha decidido que el día más importante de sus vidas sea para ellos y para Mónaco: se casarán por lo civil en la más estricta intimidad del palacio Grimaldi, ante 50 personas, entre familiares y amigos íntimos y por lo religioso al aire libre ante mil invitados en una ceremonia, que será en la catedral, sino el palacio, y que permitirá a un gran número de ciudadanos ver a los representantes de las casas reales del mundo, Jefes de Estado y otras personalidades ilustres invitadas al enlace.
Hay muchos monaguezcos inconformes con la decisión de la pareja, pues querían unas nupcias reales en la catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, la misma en la que Raniero de Mónaco y Grace Kelly, padres del novio contrajeron matrimonio el 19 de abril de 1956 y en la que hoy descansan sus restos. Pero el cambio de escenario fue por varios motivos, uno de ellos es que la catedral resulta muy pequeña ante la cantidad de invitados, otro motivo es el interés del príncipe luego de ser coronado, de estar mas cerca de su pueblo y que allí mismo, en la plaza del palacio, se celebró la ceremonia de sucesión del trono.
