Las actividades de pesca y la navegabilidad en la ciénaga de Zapatosa volvieron a su normal desarrollo debido a que cedió la tarulla, una planta acuática que afectó este complejo durante los meses de septiembre, octubre y noviembre.
Las actividades de pesca y la navegabilidad en la ciénaga de Zapatosa volvieron a su normal desarrollo debido a que cedió la tarulla, una planta acuática que afectó este complejo durante los meses de septiembre, octubre y noviembre.
Funcionarios de Corpocesar que visitaron el afluente desde el puerto de Chimichagua hasta el corregimiento de Saloa, confirmaron y registraron a través de fotografías que la invasión de tarulla desapareció, en su mayoría, y fue arrastrada por las brisas hasta los playones y el río Magdalena.
“El puerto de Chimichagua está completamente despejado de tarulla. Esto es un proceso dinámico de la naturaleza, ya hay buenos peces y los pescadores son testigos de ello. Esto sucede por las fuertes brisas que arrastra todo este material vegetal hasta la ciénaga que necesita protegerse y el taponamiento de tarulla hace ese efecto. Puede presentarse de manera fuerte cada 10 años y leve todos los años”, destacó un funcionario de Corpocesar.
Subrayó que esta planta no se seca y al quedar aislada en los playones puede recolectarse y usarse con fines agropecuarios y ganaderos al estar comprobado que tiene un 13 % de proteínas.
Las actividades de pesca y la navegabilidad en la ciénaga de Zapatosa volvieron a su normal desarrollo debido a que cedió la tarulla, una planta acuática que afectó este complejo durante los meses de septiembre, octubre y noviembre.
Las actividades de pesca y la navegabilidad en la ciénaga de Zapatosa volvieron a su normal desarrollo debido a que cedió la tarulla, una planta acuática que afectó este complejo durante los meses de septiembre, octubre y noviembre.
Funcionarios de Corpocesar que visitaron el afluente desde el puerto de Chimichagua hasta el corregimiento de Saloa, confirmaron y registraron a través de fotografías que la invasión de tarulla desapareció, en su mayoría, y fue arrastrada por las brisas hasta los playones y el río Magdalena.
“El puerto de Chimichagua está completamente despejado de tarulla. Esto es un proceso dinámico de la naturaleza, ya hay buenos peces y los pescadores son testigos de ello. Esto sucede por las fuertes brisas que arrastra todo este material vegetal hasta la ciénaga que necesita protegerse y el taponamiento de tarulla hace ese efecto. Puede presentarse de manera fuerte cada 10 años y leve todos los años”, destacó un funcionario de Corpocesar.
Subrayó que esta planta no se seca y al quedar aislada en los playones puede recolectarse y usarse con fines agropecuarios y ganaderos al estar comprobado que tiene un 13 % de proteínas.