El cantante de música vallenata festejó ayer su cumpleaños rodeado de una gran multitud en el barrio Dangond de Valledupar.
“Lo primero que hice fue darle gracias a Dios por tenerme con vida y salud. Yo no siento grandeza nunca, ni la he sentido; creo que la altura más grande mía es sentirme en los zapatos de mi pueblo”. Es fue la declaración de Farid Ortiz al referirse a lo que sentía el día de su cumpleaños número 54.
La celebración se realizó la mañana de ayer en la calle 16 # 19C 75 del barrio Dangond. El intérprete de música vallenata recordó los mejores 18 de agosto y se atrevió a afirmar que este fue uno de los mejores.
No quiso irse a Estados Unidos para disfrutar de Disney World y mucho menos a gozar de las playas en Cancún (México), Farid quiso codearse con la gente que lo vio crecer en lo personal y artísticamente en la capital del departamento del Cesar.
Apareció en el lugar de la cita abordo de un automóvil BMW. El polvo que subía con sus pasos desde el suelo empañaron los zapatos de gamuza color negro que combinaban con su pantalón de dril (negro) y una camiseta (negra) combinada con mangas a cuadros. En su cabeza portaba la infaltable boina negra. La utiliza para cubrir la falta de cabello en su cabeza.
Solo caminó tres metros cuando uno de sus seguidores, Harrinson Bohórquez, se le abalanzó y le dio un abrazo en el que aprovechó para felicitarlo por estar cumpliendo años.
Siguió caminando y dos metros más adelante encontró tres calderos, uno con arroz de pollo y dos con arroz de lisa. Al lado de ellos un tanque de jugo de mora que era repartido por tres mujeres. El menú se servía a todos los que llegaran a saludar a Farid.
Ya en medio de la vivienda conocida como la ‘Sede del Faruchazo’, al cantante lo esperaba un equipo de locutores de la emisora Olímpica Stereo, en cabeza de Álvaro Negrete y Álvaro Álvarez. Al fondo de la residencia una tarima improvisada en el andén, sobre ella una carpa blanca y globos verdes y blancos. Y un pequeño letrero que decía “Feliz cumpleaños”.
Comenzaron entonces a salir celulares. Una fotografía, un vídeo, una llamada y hasta un mensaje por WhatsApp que le enviaban sus seguidores a través de los visitantes.
“El rey de los pueblos es el único cantante que no paga peajes. Farid Ortiz es puro quite y pon, broche y quiebra pata”, destacó ya en la entrevista formal con NUESTRO FOLCLOR.
Estaba convencido que el pueblo no lo iba a dejar solo en su cumpleaños. Era consciente que llenaría el recinto catalogado como una caseta ilegítima como en la que muchas veces cantó.
“Yo no he comenzado, todavía no he llegado. Cuando tú crees que llegas hasta ahí llegaste, porque mientras crees lo contrario seguirás trabajando y trabajando sin parar”, contestó a la pregunta de por qué él no se creía el artista de grandes magnitudes que es. El público simplemente aplaudió la respuesta del intérprete de ‘Caminito verde’.
El popular artista pidió el “cucayo” del arroz y comió sin afanes antes de conceder la entrevista.
Una sorpresa muy grande. No haya uno que responder y uno se siente desarmado. No esperaba un hecho como este y me ha conmovido el corazón, soy un hombre frágil porque soy del pueblo, pero estas cosas me obligan a seguir haciendo lo que hago y mejor. Hay una responsabilidad con la música vallenata por eso no dejaré, ni descansaré de contentar al pueblo.
Como soy una persona tan sencilla, a veces pasan los cumpleaños y no les paro bolas. Me quedo callado (risas) porque los espero de la manera más humilde y sencilla. Pero cuando los mismos medios de comunicación me han tomado para hacer este homenaje, no descansaré, gota a gota sudaré el folclor, para seguir haciendo música, lo que me gusta.
A mi madre (lágrimas). También otras cosas que ya no están, pero de nada sirve echar atrás. El pasado solo sirve para orientarnos cuando es bueno y cuando es malo tomarlo de ejemplo para no seguir cayendo en esos errores.
Porque soy el rey de los pueblos y nada más paso en broche, quite y pon, y quiebra pata. Vivo de fiesta en fiesta y no estoy hablando de que lleno los escenarios como si veo a otros que nada más viven es pendientes de los celulares y las noticias. Yo hago música para el pueblo y por eso me quieren.
Muchas cosas. Por un lado no sufrí tanto porque yo estoy acostumbrado a vivir en los hoteles, mi vida la he pasado en recintos cortos, pero hay una diferencia que en los hoteles estoy libre y allá no, tienes que someterte a las reglas y a la disciplina de la guardia. Pero fue un aprendizaje muy grande, aprendí a encontrarme conmigo mismo, saber todo lo malo que venía haciendo, borrar todo eso y aprovechar lo que me quedaba.
Aprendí que la vida da segundas oportunidades. Claro que sin el amor de Jesucristo no hubiese logrado nada, Él hizo todo y yo hoy día puedo decirle al mundo y a todos los seguidores de la música vallenata que soy una persona nueva, con principios, mucha disciplina y pendiente al desarrollo musical.
“El pasado solo sirve para orientarnos cuando es bueno y cuando es malo tomarlo de ejemplo para no seguir cayendo en esos errores”.
La serenata por parte del mariachi Gaudalajara comenzó a las 9:10 de la mañana. En media hora hicieron llorar, reír y cantar a Farid Ortiz con su repertorio. Ya a las 9:42 inició la caseta improvisada. Había personajes vestidos como Farid y mujeres bailando al ritmo de su música.
Con la canción ‘Se acabaron’ comenzó la serenata, siguió ‘La carta número tres’, ‘Te bailaron el indio’, ‘Pregúntele a su hija’, ‘Aunque mal paguen ellas’ y ‘El vendaval’. Un homenaje para el pueblo que estuvo acompañado de acordeón, timbales, conga y tumbadora, caja, bajo, guacharaca, guitarra y bombardino.
Nunca importaron los 32 grados de temperatura que registraba la ciudad de Valledupar. Todo era bien recibido cuando Farid cantaba con dos metros de cable colgados en su cuello y paseando todo el escenario en medio del jolgorio.
“Soy un campesino, soy del pueblo”, declaró al terminar su interpretación.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN
El cantante de música vallenata festejó ayer su cumpleaños rodeado de una gran multitud en el barrio Dangond de Valledupar.
“Lo primero que hice fue darle gracias a Dios por tenerme con vida y salud. Yo no siento grandeza nunca, ni la he sentido; creo que la altura más grande mía es sentirme en los zapatos de mi pueblo”. Es fue la declaración de Farid Ortiz al referirse a lo que sentía el día de su cumpleaños número 54.
La celebración se realizó la mañana de ayer en la calle 16 # 19C 75 del barrio Dangond. El intérprete de música vallenata recordó los mejores 18 de agosto y se atrevió a afirmar que este fue uno de los mejores.
No quiso irse a Estados Unidos para disfrutar de Disney World y mucho menos a gozar de las playas en Cancún (México), Farid quiso codearse con la gente que lo vio crecer en lo personal y artísticamente en la capital del departamento del Cesar.
Apareció en el lugar de la cita abordo de un automóvil BMW. El polvo que subía con sus pasos desde el suelo empañaron los zapatos de gamuza color negro que combinaban con su pantalón de dril (negro) y una camiseta (negra) combinada con mangas a cuadros. En su cabeza portaba la infaltable boina negra. La utiliza para cubrir la falta de cabello en su cabeza.
Solo caminó tres metros cuando uno de sus seguidores, Harrinson Bohórquez, se le abalanzó y le dio un abrazo en el que aprovechó para felicitarlo por estar cumpliendo años.
Siguió caminando y dos metros más adelante encontró tres calderos, uno con arroz de pollo y dos con arroz de lisa. Al lado de ellos un tanque de jugo de mora que era repartido por tres mujeres. El menú se servía a todos los que llegaran a saludar a Farid.
Ya en medio de la vivienda conocida como la ‘Sede del Faruchazo’, al cantante lo esperaba un equipo de locutores de la emisora Olímpica Stereo, en cabeza de Álvaro Negrete y Álvaro Álvarez. Al fondo de la residencia una tarima improvisada en el andén, sobre ella una carpa blanca y globos verdes y blancos. Y un pequeño letrero que decía “Feliz cumpleaños”.
Comenzaron entonces a salir celulares. Una fotografía, un vídeo, una llamada y hasta un mensaje por WhatsApp que le enviaban sus seguidores a través de los visitantes.
“El rey de los pueblos es el único cantante que no paga peajes. Farid Ortiz es puro quite y pon, broche y quiebra pata”, destacó ya en la entrevista formal con NUESTRO FOLCLOR.
Estaba convencido que el pueblo no lo iba a dejar solo en su cumpleaños. Era consciente que llenaría el recinto catalogado como una caseta ilegítima como en la que muchas veces cantó.
“Yo no he comenzado, todavía no he llegado. Cuando tú crees que llegas hasta ahí llegaste, porque mientras crees lo contrario seguirás trabajando y trabajando sin parar”, contestó a la pregunta de por qué él no se creía el artista de grandes magnitudes que es. El público simplemente aplaudió la respuesta del intérprete de ‘Caminito verde’.
El popular artista pidió el “cucayo” del arroz y comió sin afanes antes de conceder la entrevista.
Una sorpresa muy grande. No haya uno que responder y uno se siente desarmado. No esperaba un hecho como este y me ha conmovido el corazón, soy un hombre frágil porque soy del pueblo, pero estas cosas me obligan a seguir haciendo lo que hago y mejor. Hay una responsabilidad con la música vallenata por eso no dejaré, ni descansaré de contentar al pueblo.
Como soy una persona tan sencilla, a veces pasan los cumpleaños y no les paro bolas. Me quedo callado (risas) porque los espero de la manera más humilde y sencilla. Pero cuando los mismos medios de comunicación me han tomado para hacer este homenaje, no descansaré, gota a gota sudaré el folclor, para seguir haciendo música, lo que me gusta.
A mi madre (lágrimas). También otras cosas que ya no están, pero de nada sirve echar atrás. El pasado solo sirve para orientarnos cuando es bueno y cuando es malo tomarlo de ejemplo para no seguir cayendo en esos errores.
Porque soy el rey de los pueblos y nada más paso en broche, quite y pon, y quiebra pata. Vivo de fiesta en fiesta y no estoy hablando de que lleno los escenarios como si veo a otros que nada más viven es pendientes de los celulares y las noticias. Yo hago música para el pueblo y por eso me quieren.
Muchas cosas. Por un lado no sufrí tanto porque yo estoy acostumbrado a vivir en los hoteles, mi vida la he pasado en recintos cortos, pero hay una diferencia que en los hoteles estoy libre y allá no, tienes que someterte a las reglas y a la disciplina de la guardia. Pero fue un aprendizaje muy grande, aprendí a encontrarme conmigo mismo, saber todo lo malo que venía haciendo, borrar todo eso y aprovechar lo que me quedaba.
Aprendí que la vida da segundas oportunidades. Claro que sin el amor de Jesucristo no hubiese logrado nada, Él hizo todo y yo hoy día puedo decirle al mundo y a todos los seguidores de la música vallenata que soy una persona nueva, con principios, mucha disciplina y pendiente al desarrollo musical.
“El pasado solo sirve para orientarnos cuando es bueno y cuando es malo tomarlo de ejemplo para no seguir cayendo en esos errores”.
La serenata por parte del mariachi Gaudalajara comenzó a las 9:10 de la mañana. En media hora hicieron llorar, reír y cantar a Farid Ortiz con su repertorio. Ya a las 9:42 inició la caseta improvisada. Había personajes vestidos como Farid y mujeres bailando al ritmo de su música.
Con la canción ‘Se acabaron’ comenzó la serenata, siguió ‘La carta número tres’, ‘Te bailaron el indio’, ‘Pregúntele a su hija’, ‘Aunque mal paguen ellas’ y ‘El vendaval’. Un homenaje para el pueblo que estuvo acompañado de acordeón, timbales, conga y tumbadora, caja, bajo, guacharaca, guitarra y bombardino.
Nunca importaron los 32 grados de temperatura que registraba la ciudad de Valledupar. Todo era bien recibido cuando Farid cantaba con dos metros de cable colgados en su cuello y paseando todo el escenario en medio del jolgorio.
“Soy un campesino, soy del pueblo”, declaró al terminar su interpretación.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN