La canción Ausencia Sentimental, himno del Festival Vallenato. Tan bella melodía brota de la musa del reconocido cantautor Rafael Manjarrez; posteriormente, interpretada por el único e inigualable Silvio Brito. Dicha composición figuró como la canción ganadora del Festival de la Leyenda Vallenata en 1986.
A partir de allí se convirtió no solo en un clásico de la festividad característica de nuestra tierra, sino también, en un himno inmortal e inolvidable de la cultura vallenata. En mi equívoco e incomprendido vivir, solía ignorar cosas propias de mi vida, lo que me rodea, la tierra que me identifica.
Hombres de parranda, llorando de emoción en la tienda esquinera del viejo barrio; vecinos sentados en arenosas terrazas, al lado de antiguos equipos de sonido con el volumen a más no poder; sones de vallenato paseándose por la tenue brisa que desbordan los palos de mango. Vista ajena y actitud de desdén era lo que de mí partía al escuchar tan bonitas y escandalosas melodías.
Quizá por joven, quizá por ciego, quizá por necio de otro pensar. Lo que de mi ser brota hoy día es muy distinto, sale a flote una sonrisa entusiasmada al sintonizar uno de esos sones por las calles del viejo Valledupar.
Ahora siento el satisfactorio orgullo de apreciar ‘Ausencia sentimental’ interpretada por Silvio Brito. Siento la añoranza de ver a mi padre atender la encantadora melodía de aquellos bellos paseos vallenatos, con los ojos melancólicos y la mirada perdida, pero con el sentir a pleno de un hombre al que le gusta el vallenato.
Imposible no recordarlo cada vez que emprende el menear de un acordeón o el cantar de los juglares que, a partir de sus vivencias, edificaron tan hermosas letras.
Ahora entiendo a esos parranderos. Quizá esos hombres algún día fueron como yo. Los buenos y malos ratos de la vida colman de nostalgia al hombre que en el vallenato encuentra un refugio para el alma.
Foráneos estudiantes que, acompañados de soledad, parten hacia un nuevo rumbo con las manos vacías… o, mejor dicho, repletas de humildad. El alma llena de sueños, aspiraciones y, sobre todo, de una apasionada esperanza puesta en un próximo reencuentro. Nostálgicos paisanos de mi valle que a lo lejos se encuentran, pero que, a corazón abierto y espíritu desnudo, añoran un pronto retornar a sus raíces.
Emociones fuertes
Lo más duro de la nostalgia es que incluso los bellos momentos se entristecen. Sin embargo, es ese arraigo, es esa identidad y es ese amor que brota por su tierra lo que impide sentirse del todo desolado, respaldándose así en la ilusión optimista de que, en algún futuro no muy lejano, el alma volverá a su hogar. “¡Y aquí estoy, pero el alma está allá!“.
Al escucharla, de mi ser se desprenden emociones muy fuertes, de gozo para quienes están cerca, de nostalgia para los que lejos se encuentran, y un poco tristes a quienes recuerda a esos seres queridos que algún día partieron.
Precisamente, esta canción expresa de la mejor manera posible ese profundo sentir. ¡Quien ama el vallenato es conocedor de este bello tema; quien no lo conoce, le recomendaría escucharlo para empezar a amarlo!
En sentido general, la composición retrata de manera facsímil al valduparense que de aquí marcha y, que con ansias espera volver. Personalmente, me atrevo a considerarla la máxima expresión del arraigo sociocultural del oriundo de la tierra vallenata.
Por Andrés Villamil, estudiante de Licenciatura en Literatura de la UPC











