En diálogo con EL PILÓN, su director, Alfredo Berrocal, relata una historia que va más allá de las partituras y los acordes.
En el corregimiento de La Subida, jurisdicción de Lorica, Córdoba, nació Ángeles Soñadores, la banda ganadora del pasado Festival Vallenato en Bandas Cecilia Monsalvo Riveira, celebrado en Valledupar.
En diálogo con EL PILÓN, su director, Alfredo Berrocal, relata una historia que va más allá de las partituras y los acordes; es una historia de transformación y, finalmente, de triunfo.
La decisión de fusionar la tradición de los porros con el vallenato no fue fácil. Adaptar los géneros, incorporar una cantante y lograr que la voz de Mariángel resonara en Valledupar, tierra de leyendas vallenatas, supuso un desafío monumental. Sin embargo, Berrocal y su talentoso grupo de jóvenes músicos abrazaron el reto con dedicación y respeto por la estructura del vallenato.
“Ha sido de los logros más importantes como fundación y escuela de música, porque desprendernos de toda nuestra tradicionalidad como son los porros y otros géneros que también interpretamos y adaptarnos al vallenato es algo bastante dedicado y complejo. Fue algo majestuoso, satisfactorio para nosotros hacer que aplaudiera la gente y que nos pidiera otra canción la primera noche; para mí fue algo muy bonito, nos declaramos ganadores porque ser aceptado en Valledupar no fue un reto tan fácil”, recalcó Berrocal.
Ángeles Soñadores no fue concebida únicamente como una banda musical; fue el resultado de emociones y circunstancias que convergieron en la vida de Alfredo Berrocal. El año en que perdió a su madre, la música se convirtió en su refugio.
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Al trasladarse a El Silencio, Lorica, para acompañarla, se vio rodeado por niños ansiosos de aprender música. Así nació la semilla de lo que eventualmente se convertiría en una banda que conquistaría los escenarios más importantes del país.
“Me metí de lleno al trabajo de la banda sin ni siquiera tener un nombre, cuando llegamos hablamos con el rector del colegio, que nos prestaba las instalaciones para hacer las clases en jornada contraria a sus actividades académicas. Y fueron llegando muchos más niños, compré más instrumentos. Los primeros instrumentos que compramos lo hicimos con unos ahorros que teníamos por ahí”, narra Berrocal.
El Festival Vallenato en Bandas se erigió como la tarima de consagración para Ángeles Soñadores. No solo era una competencia, sino la oportunidad de entrar en el panteón de los grandes juglares vallenatos: la tarima Francisco El Hombre.
“Era como estar en el trono de los grandes, no fue algo tan fácil ya que debíamos asumir un reto bastante inmenso por lo que empezábamos a entrar de pronto al grupo de élite donde ahí solamente han subido grandes juglares de la música vallenata, hice un trabajo psicológico bastante profundo a los muchachos explicándoles la importancia que tenía de estar en esa tarima”, contó Berrocal.
La clave del triunfo, según Berrocal, fue el respeto a la esencia del vallenato. Enfrentaron el reto con arreglos musicales cuidadosos, manteniendo la autenticidad del género. Cada detalle, desde la interpretación del merengue hasta la adaptación de la puya, hizo que Ángeles Soñadores se destacara.
‘Confidencias’ de Gustavo Gutiérrez, ‘Esta vida’ y ‘Ay hombe’, interpretadas por Jorge Celedón y ‘Mi pedazo de acordeón’ de Alejo Durán fueron los temas escogidos para convencer al jurado.
La noche en que Ángeles Soñadores se proclamó ganadora no solo marcó un logro en su carrera, sino un hito para la música vallenata en bandas. En un gesto lleno de significado, Alfredo Berrocal recordó los inicios de la banda y la inspiración detrás de su nombre: la visión de un angelito que sueña y se proyecta hacia el futuro.
“Una tarde fui a dar clases y me dijo un niño de tan solo 8 años, que miró hacia el cielo e iba pasando un avión: profe, ¿será que cuando toquemos podemos montar avión? De ahí me nace la idea de un angelito que sueña, soñador, que se proyecta a tanto tiempo en el futuro y eso me llevó a ponerle el nombre escuela de formación musical Ángeles Soñadores”, recordó el maestro de 42 años.
Este grupo de jóvenes talentosos provenientes de familias vulnerables encontró en la música una vía para transformar sus vidas. El reconocimiento en el Festival Vallenato en Bandas no solo celebra el talento musical, sino también la superación y el poder transformador de la música.
Detrás de Ángeles Soñadores se ubicaron la Banda San Lorenzo de Sáchica, Boyacá, y la Organización Musical Banda de Chochó, Sucre, segundo y tercero respectivamente.
“Felicitamos a los ganadores por su talento y dedicación! También queremos agradecer a todas las bandas participantes por hacer de este festival un evento inolvidable. ¡Que viva el Vallenato en Bandas y que viva La Polla!”, fue el mensaje desde la organización al finalizar el certamen de dos días.
POR: JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ/ EL PILÓN.
En diálogo con EL PILÓN, su director, Alfredo Berrocal, relata una historia que va más allá de las partituras y los acordes.
En el corregimiento de La Subida, jurisdicción de Lorica, Córdoba, nació Ángeles Soñadores, la banda ganadora del pasado Festival Vallenato en Bandas Cecilia Monsalvo Riveira, celebrado en Valledupar.
En diálogo con EL PILÓN, su director, Alfredo Berrocal, relata una historia que va más allá de las partituras y los acordes; es una historia de transformación y, finalmente, de triunfo.
La decisión de fusionar la tradición de los porros con el vallenato no fue fácil. Adaptar los géneros, incorporar una cantante y lograr que la voz de Mariángel resonara en Valledupar, tierra de leyendas vallenatas, supuso un desafío monumental. Sin embargo, Berrocal y su talentoso grupo de jóvenes músicos abrazaron el reto con dedicación y respeto por la estructura del vallenato.
“Ha sido de los logros más importantes como fundación y escuela de música, porque desprendernos de toda nuestra tradicionalidad como son los porros y otros géneros que también interpretamos y adaptarnos al vallenato es algo bastante dedicado y complejo. Fue algo majestuoso, satisfactorio para nosotros hacer que aplaudiera la gente y que nos pidiera otra canción la primera noche; para mí fue algo muy bonito, nos declaramos ganadores porque ser aceptado en Valledupar no fue un reto tan fácil”, recalcó Berrocal.
Ángeles Soñadores no fue concebida únicamente como una banda musical; fue el resultado de emociones y circunstancias que convergieron en la vida de Alfredo Berrocal. El año en que perdió a su madre, la música se convirtió en su refugio.
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Al trasladarse a El Silencio, Lorica, para acompañarla, se vio rodeado por niños ansiosos de aprender música. Así nació la semilla de lo que eventualmente se convertiría en una banda que conquistaría los escenarios más importantes del país.
“Me metí de lleno al trabajo de la banda sin ni siquiera tener un nombre, cuando llegamos hablamos con el rector del colegio, que nos prestaba las instalaciones para hacer las clases en jornada contraria a sus actividades académicas. Y fueron llegando muchos más niños, compré más instrumentos. Los primeros instrumentos que compramos lo hicimos con unos ahorros que teníamos por ahí”, narra Berrocal.
El Festival Vallenato en Bandas se erigió como la tarima de consagración para Ángeles Soñadores. No solo era una competencia, sino la oportunidad de entrar en el panteón de los grandes juglares vallenatos: la tarima Francisco El Hombre.
“Era como estar en el trono de los grandes, no fue algo tan fácil ya que debíamos asumir un reto bastante inmenso por lo que empezábamos a entrar de pronto al grupo de élite donde ahí solamente han subido grandes juglares de la música vallenata, hice un trabajo psicológico bastante profundo a los muchachos explicándoles la importancia que tenía de estar en esa tarima”, contó Berrocal.
La clave del triunfo, según Berrocal, fue el respeto a la esencia del vallenato. Enfrentaron el reto con arreglos musicales cuidadosos, manteniendo la autenticidad del género. Cada detalle, desde la interpretación del merengue hasta la adaptación de la puya, hizo que Ángeles Soñadores se destacara.
‘Confidencias’ de Gustavo Gutiérrez, ‘Esta vida’ y ‘Ay hombe’, interpretadas por Jorge Celedón y ‘Mi pedazo de acordeón’ de Alejo Durán fueron los temas escogidos para convencer al jurado.
La noche en que Ángeles Soñadores se proclamó ganadora no solo marcó un logro en su carrera, sino un hito para la música vallenata en bandas. En un gesto lleno de significado, Alfredo Berrocal recordó los inicios de la banda y la inspiración detrás de su nombre: la visión de un angelito que sueña y se proyecta hacia el futuro.
“Una tarde fui a dar clases y me dijo un niño de tan solo 8 años, que miró hacia el cielo e iba pasando un avión: profe, ¿será que cuando toquemos podemos montar avión? De ahí me nace la idea de un angelito que sueña, soñador, que se proyecta a tanto tiempo en el futuro y eso me llevó a ponerle el nombre escuela de formación musical Ángeles Soñadores”, recordó el maestro de 42 años.
Este grupo de jóvenes talentosos provenientes de familias vulnerables encontró en la música una vía para transformar sus vidas. El reconocimiento en el Festival Vallenato en Bandas no solo celebra el talento musical, sino también la superación y el poder transformador de la música.
Detrás de Ángeles Soñadores se ubicaron la Banda San Lorenzo de Sáchica, Boyacá, y la Organización Musical Banda de Chochó, Sucre, segundo y tercero respectivamente.
“Felicitamos a los ganadores por su talento y dedicación! También queremos agradecer a todas las bandas participantes por hacer de este festival un evento inolvidable. ¡Que viva el Vallenato en Bandas y que viva La Polla!”, fue el mensaje desde la organización al finalizar el certamen de dos días.
POR: JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ/ EL PILÓN.