Una entrevista sobre ‘La rebeldía de los mansos’ con Jahel Peralta Mendoza.
En enero de 1990 bajo el sello de Editorial Lealon y Ediciones Café Literario Vargas Vila (San Diego), se publicó la primera novela en el Departamento del Cesar: La rebeldía de los mansos de Jahel Peralta. Aunque, antes, ya se habían publicado algunos libros en el joven departamento y se conocían a nivel nacional nombres como los de José Francis Socarrás o Luis Mizar, la aventura de esta publicación estuvo cercana al milagro. EL PILÓN se complace en celebrar los 35 años de esta novela, que abrió la puerta al aluvión que ha venido después, con autores como Mary Daza, Alonso Sánchez Baute, Barros Pavajeau, Alberto Peñaranda, Pedro Olivella, Martín Armenta, Amador Ovalle o María Angélica Pumarejo, para citar sólo algunos de nuestros novelistas.
Hace poco tuvimos una conversación contigo y otros dos amigos, en la que nos recordabas que tu novela, ‘La rebeldía de los mansos’ fue la primera novela publicada en El Cesar. ¿Cuéntanos cómo fue?
Publicar en aquellos tiempos era más difícil que ahora, aunque sigue siendo difícil, pero no imposible. Hay más posibilidades debido al surgimiento competitivo en la industria editorial, ya que esto hace que los costos sean más accesibles. Tanto que muchos escritores prefieren costear la impresión de sus libros y venderlos ellos mismos. En mi caso, La rebeldía de los mansos, fue impresa más de diez años después de terminada, gracias a los auspicios de la Gobernación del Cesar y el Instituto de Cultura y Turismo del Cesar.
Entonces, encuentro que era muy difícil editar en estos territorios…
Por supuesto que, como ya te dije antes, el problema no estaba en terminar el libro, sino en darlo a conocer al público lector. Ahí comenzaba la odisea, inicialmente había que tocar puertas, apadrinarse algunas veces con políticos amigos o con los entes gubernamentales, como las alcaldías, la gobernación o las bibliotecas públicas para conseguir los recursos para las publicaciones ya que éstas eran muy costosas. Afortunadamente yo no tuve la necesidad de mendigar para editar mi primera novela ya que se me brindaron las oportunidades a través de amigos influyentes.
Pero antes había otras publicaciones en el Cesar…
Por supuesto, cuando yo me di a conocer como escritor en el Cesar ya había otros escritores, sobre todo en los géneros narrativos, de cuento y poesía, entre ellos destaco a José Francisco Socarás, con su libro de cuentos ‘Viento de Trópico’; Álvaro Morales Aguilar, con su libro de cuentos ‘Vida y asombros de don Ruma’; Zamira Hernández de Vence con sus cuentos de ‘Lo que nunca supo Timotea’ y otros narradores que le han aportado un gran valor literario a las letras del Cesar… Todavía, que yo sepa, por los albores de 1990 nadie había publicado novelas en el Cesar y eso no me enorgullece, porque el problema no es ser el primero… Ahora hay publicaciones para escoger.
Volvamos a la publicación de ‘La rebeldía de los mansos’. Entiendo que para que se pudiera llevar a cabo fueron importantes dos actores: El Café Literario Vargas Vila, de San Diego y el poeta nadaista Jaime Jaramillo Escobar, quien desde Medellín tuvo un papel determinante.
En el proceso de la edición de ‘La rebeldía de los mansos’ hubo dos factores primordiales: mi incursión como miembro activo del Café Literario “Vargas Vila”, que fue una entidad que me acogió y me dio luces para conseguir el dinero de la publicación y donde me conecté con Germán Piedrahita para el asunto de la carátula y con el poeta Jaramillo Escobar quién se me brindó para diligenciar todo el proceso de edición, contactándome con la Editorial Lealón de Medellín. Fue el propio Jaramillo quien se apersonó de ese proceso hasta terminar mandándome los mil libros que descargaron en la sala de mi casa.
Nos hemos dedicado al tema de la publicación porque marcó un hito para el Cesar; pero, me parece esencial hablar del texto: ¿de qué trata?
La trama de la novela recrea costumbres, tradiciones y experiencias arraigadas en un caserío fundado y gobernado celosamente por un patriarca que lo transforma en un pueblo enredado en sus contradicciones donde se sobreponen el poder de los primeros habitantes y la interferencia política, las relaciones sexuales, el sometimiento y la rebeldía interna de los subyugados, quienes al final explotan y luchan por el dominio del pueblo… Así fue que se dieron cuenta que la política en vez de traer la paz lo que hace es encender el resentimiento en el pueblo…
¿De dónde surgió esta temática?
El tema surge en una conversación que sostuve una tarde, bajo el fragor de un aguacero,
con uno de esos patriarcas que todavía se resisten a la muerte y que guardan en su haber un cúmulo de experiencias vividas en los albores de su época. Fue una conversación larga, pero interesante que me inspiró para escribir esta novela.
Y, el título…
El título se me ocurrió por la parsimonia de los habitantes, sus costumbres, su arraigo a la tierra y su rebeldía: como dice el refrán popular “Del agua mansa líbrame, Dios, que de la brava me libro yo”.
En ella están reflejados muchos aspectos de la idiosincrasia e historia de la región…
Así es, este pueblo y sus costumbres ancestrales, no me las inventé yo. El pueblo aún existe, ahora más moderno, más arquitectónico, pero que todavía conserva sus costumbres, su arraigo, el respeto, su idiosincrasia. Son muchas las personas, que, a pesar del tiempo, después de leer la novela nos han visitado para constatar lo expresado en sus páginas.
También nos contabas el otro día que haber participado con la novela en un certamen internacional te había impulsado a seguir ajustando su escritura hasta la versión definitiva que publicaste. ¿Cómo es lo de la participación de la novela en el Premio Casa de las Américas?
Fue por la década del setenta, no preciso bien el año… Unos amigos me sugirieron que participara en el Concurso de Novela Casa de la Américas de Cuba, ellos mismos me colaboraron con el envío del paquete que contenía un original y dos copias. No gané el primer puesto, yo estaba seguro que un novato no podía aspirar a tanto con su primera novela. Pero para mí fue suficiente haber quedado en un listado de finalistas. El jurado me mandó por escrito unas recomendaciones que me sirvieron para ajustar la versión definitiva de la novela.
En esa línea, ¿consideras que haber entrado al Café Literario Vargas Vila y haber estado en los festivales de poesía que organizaba este grupo, aportaron elementos importantes para tu literatura? ¿A qué autores conociste en esos años?
Mi llegada al Café Literario me sirvió muchísimo: primero, yo era un escritor rezagado, me mostraba poco, yo vivía encerrado leyendo y escribiendo otra novela de corte ‘Nadaista’, cuyos manuscritos terminé tirando al río Chiriaimo. Entonces cualquier tarde se me presentaron unos miembros del Café Literario y me convidaron para que hiciera parte del grupo y me enrolé con ellos, todos poetas y ya ellos organizaban el Festival de la poesía en la Plaza Pública y a partir de ese momento comencé a incursionar en la escritura de poesías. Tengo dos libros inéditos de poesías y he participado en varias antologías. Conocí muchos invitados al certamen: Alfredo Silva Estrada, Jaime Jaramillo Escobar, David Sánchez Juliao, Fernando Charry Lara, Hernando Socarras… y todos los poetas y escritores que asistieron a los Festivales de Poesía.
En la escritura de la novela, seguramente, hubo influencias. ¿A quiénes habías leído?
Para que te des cuenta, muy a pesar de haber leído tantos autores, que ya no caben en mi biblioteca personal, siempre me cuidé de no parecerme a ninguno de los escritores que he leído, fue cuando cree mi propio estilo para diferenciarlo, aunque es casi imposible no identificarme con alguno. Te cito un ejemplo: algunos dicen que algunos pasajes se parecen a García Márquez (Yo leí Cien años de Soledad después de que había escrito mi novela); otros encuentran rasgos con Manuel Zapata Olivella… En fin, todos los que escribimos nuestras costumbres costeñas nos identificamos en alguna parte…
¿Cómo consideras que ha sido recibida, tu novela, por la crítica, por los lectores, por la academia?
Me siento muy complacido, los críticos han sido muy benévolos con mis libros y qué decir de mis lectores los cuales me han dicho que se sienten complacidos tras leer mis novelas y cuentos. Lo mismo te puedo decir del aspecto pedagógico; son muchos los lectores que han colocado mis novelas como motivo de análisis literario en muchos colegios. Estudiantes de Literatura a nivel universitario han escogido ‘La rebeldía de los mansos’, ‘La piel del Diablo’, ‘El sermón de la ventana’, como referentes para Tesis en muchas partes del país.
¿Qué crees que viene para esa novela?
Una reedición, aunque te parezca mentira yo no la tengo en mi biblioteca. La gente que han tenido referencias por otros lectores, se les ha despertado la curiosidad por leer La rebeldía de los mansos, pero que no la consiguen por ninguna parte y el que la tiene no la presta por temor a perderla. Suena jactancioso, pero es la pura verdad.
Por: Luis Mario Araújo.
Una entrevista sobre ‘La rebeldía de los mansos’ con Jahel Peralta Mendoza.
En enero de 1990 bajo el sello de Editorial Lealon y Ediciones Café Literario Vargas Vila (San Diego), se publicó la primera novela en el Departamento del Cesar: La rebeldía de los mansos de Jahel Peralta. Aunque, antes, ya se habían publicado algunos libros en el joven departamento y se conocían a nivel nacional nombres como los de José Francis Socarrás o Luis Mizar, la aventura de esta publicación estuvo cercana al milagro. EL PILÓN se complace en celebrar los 35 años de esta novela, que abrió la puerta al aluvión que ha venido después, con autores como Mary Daza, Alonso Sánchez Baute, Barros Pavajeau, Alberto Peñaranda, Pedro Olivella, Martín Armenta, Amador Ovalle o María Angélica Pumarejo, para citar sólo algunos de nuestros novelistas.
Hace poco tuvimos una conversación contigo y otros dos amigos, en la que nos recordabas que tu novela, ‘La rebeldía de los mansos’ fue la primera novela publicada en El Cesar. ¿Cuéntanos cómo fue?
Publicar en aquellos tiempos era más difícil que ahora, aunque sigue siendo difícil, pero no imposible. Hay más posibilidades debido al surgimiento competitivo en la industria editorial, ya que esto hace que los costos sean más accesibles. Tanto que muchos escritores prefieren costear la impresión de sus libros y venderlos ellos mismos. En mi caso, La rebeldía de los mansos, fue impresa más de diez años después de terminada, gracias a los auspicios de la Gobernación del Cesar y el Instituto de Cultura y Turismo del Cesar.
Entonces, encuentro que era muy difícil editar en estos territorios…
Por supuesto que, como ya te dije antes, el problema no estaba en terminar el libro, sino en darlo a conocer al público lector. Ahí comenzaba la odisea, inicialmente había que tocar puertas, apadrinarse algunas veces con políticos amigos o con los entes gubernamentales, como las alcaldías, la gobernación o las bibliotecas públicas para conseguir los recursos para las publicaciones ya que éstas eran muy costosas. Afortunadamente yo no tuve la necesidad de mendigar para editar mi primera novela ya que se me brindaron las oportunidades a través de amigos influyentes.
Pero antes había otras publicaciones en el Cesar…
Por supuesto, cuando yo me di a conocer como escritor en el Cesar ya había otros escritores, sobre todo en los géneros narrativos, de cuento y poesía, entre ellos destaco a José Francisco Socarás, con su libro de cuentos ‘Viento de Trópico’; Álvaro Morales Aguilar, con su libro de cuentos ‘Vida y asombros de don Ruma’; Zamira Hernández de Vence con sus cuentos de ‘Lo que nunca supo Timotea’ y otros narradores que le han aportado un gran valor literario a las letras del Cesar… Todavía, que yo sepa, por los albores de 1990 nadie había publicado novelas en el Cesar y eso no me enorgullece, porque el problema no es ser el primero… Ahora hay publicaciones para escoger.
Volvamos a la publicación de ‘La rebeldía de los mansos’. Entiendo que para que se pudiera llevar a cabo fueron importantes dos actores: El Café Literario Vargas Vila, de San Diego y el poeta nadaista Jaime Jaramillo Escobar, quien desde Medellín tuvo un papel determinante.
En el proceso de la edición de ‘La rebeldía de los mansos’ hubo dos factores primordiales: mi incursión como miembro activo del Café Literario “Vargas Vila”, que fue una entidad que me acogió y me dio luces para conseguir el dinero de la publicación y donde me conecté con Germán Piedrahita para el asunto de la carátula y con el poeta Jaramillo Escobar quién se me brindó para diligenciar todo el proceso de edición, contactándome con la Editorial Lealón de Medellín. Fue el propio Jaramillo quien se apersonó de ese proceso hasta terminar mandándome los mil libros que descargaron en la sala de mi casa.
Nos hemos dedicado al tema de la publicación porque marcó un hito para el Cesar; pero, me parece esencial hablar del texto: ¿de qué trata?
La trama de la novela recrea costumbres, tradiciones y experiencias arraigadas en un caserío fundado y gobernado celosamente por un patriarca que lo transforma en un pueblo enredado en sus contradicciones donde se sobreponen el poder de los primeros habitantes y la interferencia política, las relaciones sexuales, el sometimiento y la rebeldía interna de los subyugados, quienes al final explotan y luchan por el dominio del pueblo… Así fue que se dieron cuenta que la política en vez de traer la paz lo que hace es encender el resentimiento en el pueblo…
¿De dónde surgió esta temática?
El tema surge en una conversación que sostuve una tarde, bajo el fragor de un aguacero,
con uno de esos patriarcas que todavía se resisten a la muerte y que guardan en su haber un cúmulo de experiencias vividas en los albores de su época. Fue una conversación larga, pero interesante que me inspiró para escribir esta novela.
Y, el título…
El título se me ocurrió por la parsimonia de los habitantes, sus costumbres, su arraigo a la tierra y su rebeldía: como dice el refrán popular “Del agua mansa líbrame, Dios, que de la brava me libro yo”.
En ella están reflejados muchos aspectos de la idiosincrasia e historia de la región…
Así es, este pueblo y sus costumbres ancestrales, no me las inventé yo. El pueblo aún existe, ahora más moderno, más arquitectónico, pero que todavía conserva sus costumbres, su arraigo, el respeto, su idiosincrasia. Son muchas las personas, que, a pesar del tiempo, después de leer la novela nos han visitado para constatar lo expresado en sus páginas.
También nos contabas el otro día que haber participado con la novela en un certamen internacional te había impulsado a seguir ajustando su escritura hasta la versión definitiva que publicaste. ¿Cómo es lo de la participación de la novela en el Premio Casa de las Américas?
Fue por la década del setenta, no preciso bien el año… Unos amigos me sugirieron que participara en el Concurso de Novela Casa de la Américas de Cuba, ellos mismos me colaboraron con el envío del paquete que contenía un original y dos copias. No gané el primer puesto, yo estaba seguro que un novato no podía aspirar a tanto con su primera novela. Pero para mí fue suficiente haber quedado en un listado de finalistas. El jurado me mandó por escrito unas recomendaciones que me sirvieron para ajustar la versión definitiva de la novela.
En esa línea, ¿consideras que haber entrado al Café Literario Vargas Vila y haber estado en los festivales de poesía que organizaba este grupo, aportaron elementos importantes para tu literatura? ¿A qué autores conociste en esos años?
Mi llegada al Café Literario me sirvió muchísimo: primero, yo era un escritor rezagado, me mostraba poco, yo vivía encerrado leyendo y escribiendo otra novela de corte ‘Nadaista’, cuyos manuscritos terminé tirando al río Chiriaimo. Entonces cualquier tarde se me presentaron unos miembros del Café Literario y me convidaron para que hiciera parte del grupo y me enrolé con ellos, todos poetas y ya ellos organizaban el Festival de la poesía en la Plaza Pública y a partir de ese momento comencé a incursionar en la escritura de poesías. Tengo dos libros inéditos de poesías y he participado en varias antologías. Conocí muchos invitados al certamen: Alfredo Silva Estrada, Jaime Jaramillo Escobar, David Sánchez Juliao, Fernando Charry Lara, Hernando Socarras… y todos los poetas y escritores que asistieron a los Festivales de Poesía.
En la escritura de la novela, seguramente, hubo influencias. ¿A quiénes habías leído?
Para que te des cuenta, muy a pesar de haber leído tantos autores, que ya no caben en mi biblioteca personal, siempre me cuidé de no parecerme a ninguno de los escritores que he leído, fue cuando cree mi propio estilo para diferenciarlo, aunque es casi imposible no identificarme con alguno. Te cito un ejemplo: algunos dicen que algunos pasajes se parecen a García Márquez (Yo leí Cien años de Soledad después de que había escrito mi novela); otros encuentran rasgos con Manuel Zapata Olivella… En fin, todos los que escribimos nuestras costumbres costeñas nos identificamos en alguna parte…
¿Cómo consideras que ha sido recibida, tu novela, por la crítica, por los lectores, por la academia?
Me siento muy complacido, los críticos han sido muy benévolos con mis libros y qué decir de mis lectores los cuales me han dicho que se sienten complacidos tras leer mis novelas y cuentos. Lo mismo te puedo decir del aspecto pedagógico; son muchos los lectores que han colocado mis novelas como motivo de análisis literario en muchos colegios. Estudiantes de Literatura a nivel universitario han escogido ‘La rebeldía de los mansos’, ‘La piel del Diablo’, ‘El sermón de la ventana’, como referentes para Tesis en muchas partes del país.
¿Qué crees que viene para esa novela?
Una reedición, aunque te parezca mentira yo no la tengo en mi biblioteca. La gente que han tenido referencias por otros lectores, se les ha despertado la curiosidad por leer La rebeldía de los mansos, pero que no la consiguen por ninguna parte y el que la tiene no la presta por temor a perderla. Suena jactancioso, pero es la pura verdad.
Por: Luis Mario Araújo.