Los impactos del conflicto en la naturaleza fue el hilo conductor del conversatorio ‘Perijá-Zapatosa: un territorio unido por la convivencia y la no repetición’, realizado por la Comisión de la Verdad, la empresa Ecología-Economía y Ética-E3 y el Programa de Desarrollo y Paz del Cesar, PDP.
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El corredor Serranía del Perijá-Zapatosa constituye uno de los territorios donde más voces silenciadas por la guerra existen, por eso el interés de estas entidades en lo que ocurrió para así contribuir a construir procesos de no repetición y convivencia pacífica.
De acuerdo a integrantes de la Comisión de la Verdad, los corregimientos de La Victoria de San Isidro y Estados Unidos han sido escenarios de varios conflictos socio-ambientales y conflictos asociados al uso y acceso a la tierra. Por esta razón, el departamento ha sufrido debilitamiento de su tejido social y altos niveles de degradación a sus ecosistemas; que si bien, no todos están relacionados con el conflicto armado deben ponerse en el centro de la discusión para brindar posibles alternativas para la no repetición.
Recalcaron que los impactos que ha sufrido la naturaleza afectan a la población y su conexión con los ecosistemas como medios de vida. La no repetición dependerá de garantizar el sustento humano contando con recursos básicos como el agua, suelo fértil, seguridad alimentaria y aire sano. De esta manera, la construcción de una paz duradera y en armonía con el ambiente dependerá de crear una nueva relación entre los ecosistemas y sus sociedades acabando con las tendencias de degradación ambiental y desigualdad en el acceso a la tierra y a los recursos que han alimentado los conflictos.
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Según Amauri Padilla, del PDP, en la ruta Perijá-Zapatosa confluyeron todos los grupos armados que estuvieron presentes en el Cesar, donde el nivel de victimización en lo político, cultural, social y ambiental fue considerable. “Es un ecosistema del cual dependen muchos habitantes y especies, hay una información abundante sobre este territorio, donde se dan grandes impactos negativos por actividades como la minería, la palma y la ganadería extensiva en estos ecosistemas”.
El comisionado Alejandro Castillejo dijo que admira cómo la gente del corredor Perijá-Zapatosa muestra una gran capacidad de construir un mundo desde sus dolores. “Construye con sus dolores, son dolores constructivos”, manifestó, luego de escuchar voces de líderes y lideresas desde sus territorios y su esperanza en un nuevo amanecer sin guerra.
“Hace falta una reflexión profunda, incluso desde la Comisión de la Verdad, sobre las violencias y el significado de las vivencias históricas y su vínculo negativo con la naturaleza”, aseveró.
ECOLOGÍA DE GUERRA
Relató un episodio vivido por él en esta zona del Cesar en el que un campesino le hizo ver cómo durante la guerra los pájaros del campo se silenciaron y al retornar la paz volvieron a cantar. “Es una metáfora de cómo la guerra saca corriendo a los animales de los territorios; a eso se le llama ecología de la guerra o ecología de la violencia”, recalcó el comisionado.
Rebeca Durán, lideresa de La Jagua de Ibirico, expresó que el conflicto los afectó espiritual y físicamente. “Vivimos situaciones que no deseamos volver a vivir, tuvimos que desplazarnos y ahora regresamos para vivir como antes”, acotó.
Entre tanto, el docente universitario Simón Martínez, sostuvo que “para hablar de paz tenemos que realizarla también con la naturaleza, tenemos que respetar todas las manifestaciones de vida, puesto que eso significa reconciliación”.
LA VIOLENCIA ES UN PROCESO ANCESTRAL
De la misma manera trajo a colación que “la violencia es un proceso ancestral, puesto que nuestra cultura la ha justificado de cierta manera, lo que ha hecho que se naturalice, que se pretenda legitimizar hablando de una herencia genética, pero no se habla de herencia histórica. El resultado ha sido una especie de transmisión cultural de la violencia como un elemento útil para que en cierto momento los fuertes sometan a los débiles o para que los “buenos” eliminen a los “malos”. Este proceso de fortaleza se da incluso en la cultura occidental; la misma concepción de la supervivencia del más fuerte de Charles Darwin en su concepción de la evolución de las especies nos da una pista para ir entendiendo esta situación.
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CONVIVENCIA Y NO REPETICIÓN
Por su parte, Amauri Padilla manifestó: “Hay que hacer un énfasis en la convivencia y en la no repetición; en ese sentido, es clave cómo nos miramos para construir mundos desde el abismo que generó la violencia y las comunidades lo que hacen es un llamado a que puedan ser escuchadas y tenidas en cuenta para participar. Igualmente, este corredor es un enorme potencial para la vida y sostenibilidad del departamento del Cesar, Magdalena y hasta el sur de La Guajira. Hay que seguir mirando cómo se crearán mecanismos para el porvenir en ese territorio”.
Finalmente Ana María Ferrer, de la Comisión de la Verdad Cesar- La Guajira, anotó: “Fue un escenario interesante de muchas voces que esbozaron lo que piensan que debe pasar para que no haya repetición, para que la convivencia llegue para quedarse. Conocimos voces en vivo y en directo de la gente que construye paz, territorio y país en esta zona del Cesar”.
POR: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN
annelise.barriga@elpilon.com.co