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Salud - 2 febrero, 2025

Violencia obstétrica, un problema oculto que afecta a muchas mujeres en Valledupar

En Valledupar esta realidad está completamente invisibilizada y son muy pocas voces las que se atreven a hablar sobre esto.

La violencia obstétrica se refiere a cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que tenga un impacto negativo en el cuerpo y los procesos reproductivos.
La violencia obstétrica se refiere a cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que tenga un impacto negativo en el cuerpo y los procesos reproductivos.
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La violencia obstétrica, según legislaciones de diversos países latinoamericanos, se refiere a cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que tenga un impacto negativo en el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. Esto incluye un trato deshumanizado, el uso innecesario de intervenciones médicas y la patologización del proceso natural (Corzo-Contreras et al, 2024).

En Valledupar esta realidad está completamente invisibilizada y son muy pocas voces las que se atreven a hablar sobre esto. Una de ellas ha sido Alejandra Pardo, una madre que tuvo a su primer hijo en el 2014 en esta ciudad. En una conversación muy sentida, me relató su dura experiencia:

“Mientras que estuve en la sala de parto con otras mujeres escuché como a una de ellas el personal de salud le decía -Ay, pero qué tanto gritas si este no es tu primer parto-. A otra le dijeron -No haga tanto show que está poniendo nerviosas a las demás-”.

Alejandra Pardo., víctima de violencia obstétrica en Valledupar.

Cuando llegó su turno y empezó a gritar por los dolores, le dijeron: “Tienes que callarte, si no, no te vamos a ayudar”. Sintió terror. Sin ayuda de los médicos creyó que perdería a su bebé. Ese miedo le impidió gritar cuando, sin previo aviso, sintió que las tijeras la cortaban. Alejandra solo pensaba en que “no la iban a ayudar”. Cuando por fin nació el bebé, escuchó como el médico le decía a la enfermera “Llévense rápido a este niño que me acaba de ensuciar todo el uniforme”. Luego dirigiéndose a ella dijo: “Te voy a coger unos puntos, te van a doler, pero te toca aguantarte”. A Alejandra le realizaron una episiotomía y luego la suturaron, todo sin consultarle o informarle, mientras que ella, con lágrimas corriendo por su rostro, se concentraba en permanecer callada. Fue un parto arruinado por la conducta del personal sanitario del momento.

Estudios sobre violencia obstétrica

Lo narrado por Alejandra coincide plenamente con un estudio cualitativo realizado con una muestra de 30 mujeres en la ciudad de Valledupar. En él, se citan frases dichas por el personal sanitario a mujeres durante el trabajo de parto:
“Me decían que me apurara, que mantuviera el pujo, que a mí se me podía ahogar, que ya eran cinco niños y que sabía cómo tenía que hacerlo (…)”.

La investigación “evidenció la inducción del sentimiento de culpa como un mecanismo para mantener el control y conseguir la cooperación de la parturienta”. Además, se evidenciaron prácticas como episiotomías con posteriores suturas no informadas a la mujer, ruptura prematura de membranas, uso de medicamentos para acelerar el parto, entre otras maniobras y procedimientos.
En 2024 también se publicaron los resultados de la encuesta Nacional de Parto y Nacimiento realizada por el Movimiento SSR (Movimiento Nacional por la Salud Sexual y Reproductiva) en Colombia en la que participaron casi 3.000 mujeres en todo el país. Allí se muestra como muchas de las violencias estudiadas se presentan con mayor frecuencia en la Región Caribe y entre mujeres de poblaciones más vulnerables. El informe es muy consistente con las prácticas denunciadas por las 30 mujeres del estudio cualitativo y con el testimonio de Alejandra.

Cesáreas excesivas

Estas violencias han sido estudiadas en los casos en los que a las mujeres se les ha dado la opción de parir de forma natural, que en nuestra ciudad son más bien pocos. Según la información sobre nacidos vivos publicada por el DANE, durante el 2023, en Valledupar se registraron 7.408 nacimientos. De estos, el 70 % (5.181) fueron por cesárea. En el departamento del Cesar, fue el 62 %. En los departamentos de la Región Caribe (sin incluir a San Andrés y Providencia) el porcentaje fue del 66. Estas son cifras altas comparadas con la estadística nacional (49.55 %), pero pueden catalogarse como alarmantes si se tiene en cuenta que la OMS ha podido establecer que una tasa de cesáreas superior al 10 % no está asociada con una reducción en las tasas de mortalidad materna y neonatal (OMS, 2015). Lo que ocurre entonces en nuestra ciudad es una barbaridad. Un 60 % de los partos se están haciendo por cesárea sin necesidad.

Sobre este tema, el informe de la encuesta Nacional de Parto y Nacimiento encontró “que el derecho a recibir información completa y clara sobre beneficios y riesgos de la cesárea solo fue garantizado para el 66,9 % y que hay altos porcentaje de cesáreas en las que las gestantes firmaron el consentimiento sin comprenderlo (23,6 %), no recibieron información sobre el consentimiento (11,4 %) o se sintieron presionadas para firmarlo (10,4 %)”.

El 70 % de los partos en Valledupar son por cesárea. Datos del DANE.

El yugo del dolor

No creo que las denuncias que hacen miles de mujeres en el país se deba a que los profesionales de la salud sean unos personajes perversos e indolentes. Se trata más bien de un sistema social que justifica y normaliza el sufrimiento de la mujer.

El dolor extremo del parto es una sentencia que aparece en la Biblia cuando Dios le dice a Eva después de tomar el fruto del árbol prohibido –“Multiplicaré tu sufrimiento en el parto y darás a luz a tus hijos con dolor” (Génesis 3:16)-. En el nuevo testamento también es justificado y hasta romantizado –“La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo (Juan 16:21)”-.

Se nos enseña entonces que el dolor del parto lo merecemos por pecadoras pero que además vale la pena, porque pronto se recompensará con la alegría de tener a nuestro bebé en brazos. Algunos incluso consideran que, entre más dolores, mayor será la felicidad posterior de la madre.

En su famoso ensayo ‘El segundo sexo’, Simone de Beauvoir cuenta que algunos antifeministas se indignaban de que se pretendiese suprimir los dolores del parto porque lo consideraban fuente de “instinto maternal”. Esta creencia es, a mi juicio, totalmente misógina y sexista. Hoy en día las mujeres no tenemos por qué parir con dolor, ni ser sometidas a procedimientos innecesarios para conveniencia del personal sanitario. Estamos creando vida. Un extraterrestre pensaría que eso es motivo suficiente para que se nos garantizaran las mejores condiciones posibles para hacer de esta una experiencia maravillosa y no una pesadilla como la de Alejandra.

Ni hablemos del duelo

Cuando se presenta una pérdida el panorama es aún más devastador. Después de perder a sus bebés, las mujeres son dejadas completamente solas sin apoyo psicológico o emocional, observando cómo otras madres reciben a sus hijos, los amamantan y abrazan. Conozco también un caso en otro lugar del país, en el que el personal sanitario se refirió a una mujer en duelo gestacional como “la que abortó”, a una distancia en la que ella pudo escuchar. Este tratamiento a una mujer que sufre por la pérdida de su bebé, resulta a todas luces inhumano y humillante.

Un derecho amparado por la ley

Desde el 11 de julio del 2022 Colombia cuenta con una ley de parto digno, respetado y humanizado. La ley 2244 del 2022 consiste de 13 artículos en los cuales se definen todos los derechos que se les deben respetar a las mujeres en proceso de gestación, trabajo de parto, parto, posparto, duelo gestacional y perinatal. Sus autores fueron Teresa Enríquez Rosero (Partido de la U), María Cristina Soto (Partido Conservador) y el ginecólogo obstetra Jairo Cristancho Tarache (Centro Democrático).

En la exposición de motivos del proyecto de ley, se relacionan 17 prácticas no recomendadas por la OMS cuando la salud de la mujer y la del feto o recién nacido no están en riesgo. Todas las denuncias que se observan en los estudios anteriormente citados, hacen parte de esta lista.

En el documento también se trata el tema de las cesáreas argumentando que desde el 2016 el país ha caído en “una excesiva medicalización y patologización de los embarazos y los partos”. Los departamentos de la Región Caribe presentan los más altos porcentajes.

Asimismo, explica que el apoyo emocional y físico en el momento del parto, reduce significativamente su duración, disminuye la necesidad de intervención médica y los síntomas asociados a la depresión, y aumenta los niveles de autoestima. El texto cita al obstetra Michel Odent, precursor del parto humanizado, quien sostiene que “las mujeres en trabajo de parto no necesitan ayuda activa directa. Necesitan sobre todo, la protección contra cualquier factor que pueda incrementar los niveles de adrenalina o estimular el neocortex”.

Si el personal sanitario constantemente está violentando de forma física y psicológica a las mujeres en proceso de parto, no podemos esperar que no se incremente la adrenalina. No podemos esperar que el parto no se extienda demasiado y no podemos esperar que las mujeres recuerden la experiencia sin sentir terror.

La maternidad también es feminista

Contrario a lo que muchos piensan, las feministas no deseamos que todas las mujeres aborten. Lo que buscamos es que se respete nuestro derecho a decidir, y que, si la decisión es la de ser madres, el proceso no resulte más traumático de lo que por su naturaleza pueda ser.

En una de mis columnas dije que el feminismo no necesariamente obedece a una ideología de derecha o de izquierda. No deja de resultar llamativo que los representantes que propusieron la ley sean de partidos de derecha conservadora y aunque el solo hecho de impulsar esta ley no es suficiente para considerarlos aliados del feminismo, esto demuestra que las iniciativas para proteger los derechos de las mujeres pueden provenir de distintos espectros ideológicos.

Parir dignamente no es un lujo

Alejandra está ahora esperando a su segundo hijo. Después de un proceso de 10 años para sanar las heridas dejadas por su primer parto, quiere asegurarse de que esta vez, sus derechos serán respetados. Se ha tomado la tarea de estudiar muy bien el tema y uno de sus más grandes deseos es que su esposo la acompañe mientras ella trae a su bebé al mundo.

Al finalizar una consulta perinatal Alejandra le dijo a la ginecóloga que necesitaba que su esposo estuviera con ella durante el trabajo de parto. La ginecóloga le contestó que eso se hacía a discreción del médico tratante. Una señora que estaba en la sala de espera se quedó mirándola y le dijo: “Ahora todas las mujeres quieren parir como si fueran Kardashians”.

Es increíble que tener a tu lado a una persona que te haga sentir segura en una actividad en la que te sientes tan vulnerable, sea considerado un lujo digno sólo de la farándula internacional. Es hora de que hablemos más sobre este tema y que cada vez sean más las mujeres en Valledupar y en Colombia que puedan decidir sobre sus partos, exigir sus derechos y a quienes se les garantice que esta será la mejor experiencia posible. La capacitación al personal de la salud sobre la importancia del trato humanizado, una mayor divulgación de la Ley y de los mecanismos de denuncia, son imperativos para lograrlo.

Por Mariana Orozco

Salud
2 febrero, 2025

Violencia obstétrica, un problema oculto que afecta a muchas mujeres en Valledupar

En Valledupar esta realidad está completamente invisibilizada y son muy pocas voces las que se atreven a hablar sobre esto.


La violencia obstétrica se refiere a cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que tenga un impacto negativo en el cuerpo y los procesos reproductivos.
La violencia obstétrica se refiere a cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que tenga un impacto negativo en el cuerpo y los procesos reproductivos.
Boton Wpp

La violencia obstétrica, según legislaciones de diversos países latinoamericanos, se refiere a cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que tenga un impacto negativo en el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. Esto incluye un trato deshumanizado, el uso innecesario de intervenciones médicas y la patologización del proceso natural (Corzo-Contreras et al, 2024).

En Valledupar esta realidad está completamente invisibilizada y son muy pocas voces las que se atreven a hablar sobre esto. Una de ellas ha sido Alejandra Pardo, una madre que tuvo a su primer hijo en el 2014 en esta ciudad. En una conversación muy sentida, me relató su dura experiencia:

“Mientras que estuve en la sala de parto con otras mujeres escuché como a una de ellas el personal de salud le decía -Ay, pero qué tanto gritas si este no es tu primer parto-. A otra le dijeron -No haga tanto show que está poniendo nerviosas a las demás-”.

Alejandra Pardo., víctima de violencia obstétrica en Valledupar.

Cuando llegó su turno y empezó a gritar por los dolores, le dijeron: “Tienes que callarte, si no, no te vamos a ayudar”. Sintió terror. Sin ayuda de los médicos creyó que perdería a su bebé. Ese miedo le impidió gritar cuando, sin previo aviso, sintió que las tijeras la cortaban. Alejandra solo pensaba en que “no la iban a ayudar”. Cuando por fin nació el bebé, escuchó como el médico le decía a la enfermera “Llévense rápido a este niño que me acaba de ensuciar todo el uniforme”. Luego dirigiéndose a ella dijo: “Te voy a coger unos puntos, te van a doler, pero te toca aguantarte”. A Alejandra le realizaron una episiotomía y luego la suturaron, todo sin consultarle o informarle, mientras que ella, con lágrimas corriendo por su rostro, se concentraba en permanecer callada. Fue un parto arruinado por la conducta del personal sanitario del momento.

Estudios sobre violencia obstétrica

Lo narrado por Alejandra coincide plenamente con un estudio cualitativo realizado con una muestra de 30 mujeres en la ciudad de Valledupar. En él, se citan frases dichas por el personal sanitario a mujeres durante el trabajo de parto:
“Me decían que me apurara, que mantuviera el pujo, que a mí se me podía ahogar, que ya eran cinco niños y que sabía cómo tenía que hacerlo (…)”.

La investigación “evidenció la inducción del sentimiento de culpa como un mecanismo para mantener el control y conseguir la cooperación de la parturienta”. Además, se evidenciaron prácticas como episiotomías con posteriores suturas no informadas a la mujer, ruptura prematura de membranas, uso de medicamentos para acelerar el parto, entre otras maniobras y procedimientos.
En 2024 también se publicaron los resultados de la encuesta Nacional de Parto y Nacimiento realizada por el Movimiento SSR (Movimiento Nacional por la Salud Sexual y Reproductiva) en Colombia en la que participaron casi 3.000 mujeres en todo el país. Allí se muestra como muchas de las violencias estudiadas se presentan con mayor frecuencia en la Región Caribe y entre mujeres de poblaciones más vulnerables. El informe es muy consistente con las prácticas denunciadas por las 30 mujeres del estudio cualitativo y con el testimonio de Alejandra.

Cesáreas excesivas

Estas violencias han sido estudiadas en los casos en los que a las mujeres se les ha dado la opción de parir de forma natural, que en nuestra ciudad son más bien pocos. Según la información sobre nacidos vivos publicada por el DANE, durante el 2023, en Valledupar se registraron 7.408 nacimientos. De estos, el 70 % (5.181) fueron por cesárea. En el departamento del Cesar, fue el 62 %. En los departamentos de la Región Caribe (sin incluir a San Andrés y Providencia) el porcentaje fue del 66. Estas son cifras altas comparadas con la estadística nacional (49.55 %), pero pueden catalogarse como alarmantes si se tiene en cuenta que la OMS ha podido establecer que una tasa de cesáreas superior al 10 % no está asociada con una reducción en las tasas de mortalidad materna y neonatal (OMS, 2015). Lo que ocurre entonces en nuestra ciudad es una barbaridad. Un 60 % de los partos se están haciendo por cesárea sin necesidad.

Sobre este tema, el informe de la encuesta Nacional de Parto y Nacimiento encontró “que el derecho a recibir información completa y clara sobre beneficios y riesgos de la cesárea solo fue garantizado para el 66,9 % y que hay altos porcentaje de cesáreas en las que las gestantes firmaron el consentimiento sin comprenderlo (23,6 %), no recibieron información sobre el consentimiento (11,4 %) o se sintieron presionadas para firmarlo (10,4 %)”.

El 70 % de los partos en Valledupar son por cesárea. Datos del DANE.

El yugo del dolor

No creo que las denuncias que hacen miles de mujeres en el país se deba a que los profesionales de la salud sean unos personajes perversos e indolentes. Se trata más bien de un sistema social que justifica y normaliza el sufrimiento de la mujer.

El dolor extremo del parto es una sentencia que aparece en la Biblia cuando Dios le dice a Eva después de tomar el fruto del árbol prohibido –“Multiplicaré tu sufrimiento en el parto y darás a luz a tus hijos con dolor” (Génesis 3:16)-. En el nuevo testamento también es justificado y hasta romantizado –“La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo (Juan 16:21)”-.

Se nos enseña entonces que el dolor del parto lo merecemos por pecadoras pero que además vale la pena, porque pronto se recompensará con la alegría de tener a nuestro bebé en brazos. Algunos incluso consideran que, entre más dolores, mayor será la felicidad posterior de la madre.

En su famoso ensayo ‘El segundo sexo’, Simone de Beauvoir cuenta que algunos antifeministas se indignaban de que se pretendiese suprimir los dolores del parto porque lo consideraban fuente de “instinto maternal”. Esta creencia es, a mi juicio, totalmente misógina y sexista. Hoy en día las mujeres no tenemos por qué parir con dolor, ni ser sometidas a procedimientos innecesarios para conveniencia del personal sanitario. Estamos creando vida. Un extraterrestre pensaría que eso es motivo suficiente para que se nos garantizaran las mejores condiciones posibles para hacer de esta una experiencia maravillosa y no una pesadilla como la de Alejandra.

Ni hablemos del duelo

Cuando se presenta una pérdida el panorama es aún más devastador. Después de perder a sus bebés, las mujeres son dejadas completamente solas sin apoyo psicológico o emocional, observando cómo otras madres reciben a sus hijos, los amamantan y abrazan. Conozco también un caso en otro lugar del país, en el que el personal sanitario se refirió a una mujer en duelo gestacional como “la que abortó”, a una distancia en la que ella pudo escuchar. Este tratamiento a una mujer que sufre por la pérdida de su bebé, resulta a todas luces inhumano y humillante.

Un derecho amparado por la ley

Desde el 11 de julio del 2022 Colombia cuenta con una ley de parto digno, respetado y humanizado. La ley 2244 del 2022 consiste de 13 artículos en los cuales se definen todos los derechos que se les deben respetar a las mujeres en proceso de gestación, trabajo de parto, parto, posparto, duelo gestacional y perinatal. Sus autores fueron Teresa Enríquez Rosero (Partido de la U), María Cristina Soto (Partido Conservador) y el ginecólogo obstetra Jairo Cristancho Tarache (Centro Democrático).

En la exposición de motivos del proyecto de ley, se relacionan 17 prácticas no recomendadas por la OMS cuando la salud de la mujer y la del feto o recién nacido no están en riesgo. Todas las denuncias que se observan en los estudios anteriormente citados, hacen parte de esta lista.

En el documento también se trata el tema de las cesáreas argumentando que desde el 2016 el país ha caído en “una excesiva medicalización y patologización de los embarazos y los partos”. Los departamentos de la Región Caribe presentan los más altos porcentajes.

Asimismo, explica que el apoyo emocional y físico en el momento del parto, reduce significativamente su duración, disminuye la necesidad de intervención médica y los síntomas asociados a la depresión, y aumenta los niveles de autoestima. El texto cita al obstetra Michel Odent, precursor del parto humanizado, quien sostiene que “las mujeres en trabajo de parto no necesitan ayuda activa directa. Necesitan sobre todo, la protección contra cualquier factor que pueda incrementar los niveles de adrenalina o estimular el neocortex”.

Si el personal sanitario constantemente está violentando de forma física y psicológica a las mujeres en proceso de parto, no podemos esperar que no se incremente la adrenalina. No podemos esperar que el parto no se extienda demasiado y no podemos esperar que las mujeres recuerden la experiencia sin sentir terror.

La maternidad también es feminista

Contrario a lo que muchos piensan, las feministas no deseamos que todas las mujeres aborten. Lo que buscamos es que se respete nuestro derecho a decidir, y que, si la decisión es la de ser madres, el proceso no resulte más traumático de lo que por su naturaleza pueda ser.

En una de mis columnas dije que el feminismo no necesariamente obedece a una ideología de derecha o de izquierda. No deja de resultar llamativo que los representantes que propusieron la ley sean de partidos de derecha conservadora y aunque el solo hecho de impulsar esta ley no es suficiente para considerarlos aliados del feminismo, esto demuestra que las iniciativas para proteger los derechos de las mujeres pueden provenir de distintos espectros ideológicos.

Parir dignamente no es un lujo

Alejandra está ahora esperando a su segundo hijo. Después de un proceso de 10 años para sanar las heridas dejadas por su primer parto, quiere asegurarse de que esta vez, sus derechos serán respetados. Se ha tomado la tarea de estudiar muy bien el tema y uno de sus más grandes deseos es que su esposo la acompañe mientras ella trae a su bebé al mundo.

Al finalizar una consulta perinatal Alejandra le dijo a la ginecóloga que necesitaba que su esposo estuviera con ella durante el trabajo de parto. La ginecóloga le contestó que eso se hacía a discreción del médico tratante. Una señora que estaba en la sala de espera se quedó mirándola y le dijo: “Ahora todas las mujeres quieren parir como si fueran Kardashians”.

Es increíble que tener a tu lado a una persona que te haga sentir segura en una actividad en la que te sientes tan vulnerable, sea considerado un lujo digno sólo de la farándula internacional. Es hora de que hablemos más sobre este tema y que cada vez sean más las mujeres en Valledupar y en Colombia que puedan decidir sobre sus partos, exigir sus derechos y a quienes se les garantice que esta será la mejor experiencia posible. La capacitación al personal de la salud sobre la importancia del trato humanizado, una mayor divulgación de la Ley y de los mecanismos de denuncia, son imperativos para lograrlo.

Por Mariana Orozco