Valledupar y su estructura urbana, desde su fundación, ha estado vinculada al río Guatapurí, cuyo marco fundacional de sus ocho perennes manzanas siguen la morfología y tipología del damero. Esto se estableció en las Leyes de Indias, perdurando en su estructura viaria hasta finales de la década del ochenta del siglo XX.
La economía basada en ganadería y cultivos como el pan coger convirtieron a Valledupar en un centro de acopio para la exportación hacia países del Caribe y Venezuela, perdurando hasta mediados de la década del 60. Posteriormente, fue remplazada por la bonanza algodonera, cafetera, marimbera y en la actualidad en una ciudad dedicada a los bienes y servicios.
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Lo que se consideraba como una aldea, de principios del siglo XX, salta a la modernidad con un plan maestro desarrollado por los ingenieros Carlos Acosta S., y Silvestre Dangond Daza en 1936.
En este se planean la construcción de cinco grandes proyectos que marcarían por siempre el crecimiento de la ciudad. (La Granja Ganadera, Escuela de Artes y Oficios, Hospital, Mercado Público y Matadero). En el gobierno de Alfonso López Pumarejo se construyeron los primeros equipamientos urbanos que por su magnitud se convirtieron en los nuevos hitos de la ciudad.
Hospital, Colegio Loperena, Escuela de Artes y Oficios y las vías que comunicaban a Valledupar con el país. Las migraciones que han marcado el crecimiento de aldea a ciudad fueron producto de las bonanzas económicas del algodón en la década del 60 y 70, por efectos del desplazamiento por la violencia en las décadas del 50 del siglo anterior y más reciente en la primera década de este siglo.
Estos nuevos asentamientos desbordaron el sistema de servicios públicos para lo cual se requirió la elaboración de planes maestros de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas residuales (1961, 1963, 1974,1984 y 2014).
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Estas migraciones trajeron consigo los primeros barrios de invasión, las tablitas y el obrero, fueron concertadas con la administración municipal y producto de ellas el trazado viario permitió la lectura fácil de la ciudad en crecimiento.
Cabe destacar que en la década de los sesenta, en la administración de Pepe Castro, se inició un trazado vial estructurante y sin precedentes. Las grandes avenidas construidas cuyo lema, “los Bulldozer adelante y los abogados atrás”, marcaron para siempre la morfología de la ciudad.
Valledupar se estrena como ciudad capital del nuevo departamento del Cesar en 1967, desde esta época a la fecha ha sido objeto de cinco planes de desarrollo urbano, destacando que la ciudad construida hasta la década de los ochenta se caracterizó por su fácil lectura, el respeto por las normas y las estructuras viales, cuidado de los paramentos y un uso racional de acuerdo con la actividad permitida.
Los resultados de los POT formulados hasta la fecha han producido una nueva ciudad carente de identidad, con un deterioro de su tejido urbano reflejado en una inoperante movilidad, laberintos en los barrios del noroccidente, las islas urbanas y una dramática deficiencia de espacio público por habitante.
Se rescata en las postrimerías de final de siglo las obras del plan centro que revitalizaron el centro histórico y su área de influencia, los trabajos realizados en los intersticios urbanos o callejones de La Purrututú, Majoma y Pedro Antonio son referentes de calles vivas, su conservación y paisaje urbano le dan carácter y singularidad al sector y los convirtieron en nodos de nuestra ciudad.
Del imaginario de las avenidas de túneles verdes, del palo e’ mango en el patio , de un mar verde visto desde las alturas solo quedan pequeñas porciones, hoy en día nuestro ‘Valle de La Sierra’ es un mar de concreto, una ciudad laberíntica, su temperatura sube al igual que sus arroyos, de la ciudad respetuosa de sus valores naturales solo quedan los barrios tradicionales, rescatar estos valores es una tarea perentoria, los nuevos vallenatos son la materia prima para potencializar las virtudes de la otrora ‘Sorpresa Caribe’.
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La misión y nuestro deber como Grupo de Desarrollo Urbano, GDU, es despertar el espíritu cívico de los vallenatos que anhelan una ciudad respetuosa, sin barreras arquitectónicas, amable con sus visitantes, fluida, con espacios verdes por doquier, con derechos a ver a las sierras por siempre, cuidadosa de sus sistemas orográficos, con un centro histórico renovado y vital, una ciudad que no segregue; que rescate su río Guatapurí, con Identidad, el respeto por lo nuestro será el camino para seguir.
Nuestras propuestas van encaminadas a la formulación de escenarios consecuentes y realizables que marquen derroteros que incluyen a la ciudadanía.
El Grupo de Desarrollo Urbano de Valledupar presentara periódicamente artículos del quehacer urbano de nuestra ciudad y los territorios de nuestra región con el ánimo de encontrar las causas y efectos de los deterioros de nuestros entornos construidos y naturales exponiendo soluciones para nuestro futuro. Este aporte nace de la disyuntiva en el decir y hacer, ¡nos constituimos para hacer!
POR: SANTANDER BELEÑO / GRUPO DE DESARROLLO URBANO