VALLEDUPAR

Valledupar corrió y ganó en la MMI: crónica de una ciudad que se volcó al ‘running’

Una periodista de esta casa editorial se “infiltró” en esta media maratón en la que participaron más de 2.000 runners en su mayoría de Valledupar, municipios aledaños y otras ciudades del país.

Más de 2.000 personas participaron en la Media Maratón de la Independencia.

Más de 2.000 personas participaron en la Media Maratón de la Independencia.

Por: Namieh

@el_pilon

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Los gallos aún dormían cuando un faro de luces de color rojo, amarillo y azul se alzaron desde el parque de la Leyenda Vallenata para darle la bienvenida a más de 2.000 ‘runners’ que desde tempranas horas de la madrugada se dieron cita en este lugar icónico de la cultura vallenata para participar en la Media Maratón de la Independencia de Valledupar, organizada por la Caja de Compensación Familiar, Comfacesar.

El 13 de julio estaba cargado de un mar de emociones de cientos de cesarenses y corredores de diferentes partes del país que llegaron hasta Valledupar con un objetivo común: cruzar la meta. Sin embargo, cada  participante dentro de sus coloridos zapatos escondían su propia historia, y un propósito que en el calentamiento empezó a correr en las gotas de sudor que resbalaban por sus rostros ante la ansiedad y el nerviosismo que se respiraba en el abarrotado parque. 

Para algunos esta carrera fue la oportunidad para superar sus propios límites; otros buscaron la gloria en ser los primeros y obtener los preciados premios. Estaban aquellos que en esos 5k, 10k y 21k veían una “esperanza” para hacerle frente a temas personales. Sin ser menos, también estaban esas familias que participaron para fortalecer sus lazos familiares y enseñarles a sus hijos que por más de que sea difícil el recorrido hay que resistir

En esta edición fue mayor el porcentaje de mujeres que participaron en la media maratón. Infografía.

Finalizado el calentamiento que inyectó en los corredores una adrenalina sin precedentes, la marea de ‘runners’ se acercó a la salida por grupos. El ambiente era pesado, la temperatura estaba elevada y los cuerpos se rozaban unos con otros. No había cabida para pequeñeces como el espacio personal, cada centímetro vale para acercarse más a la salida

Sueños desbordados 

Se siente la tensión de los corredores por comenzar. Las palabras de ánimo de los organizadores dispara aún más la ansiedad de los atletas que están expectante a la orden de salida. Hay pequeños empujones intencionales con la palma de la mano en la espalda, que van acompañados de una breve disculpa y sonrisas desesperadas

“Avancen hasta la salida el primer grupo de los 21k”, dice con emoción uno de los animadores de la carrera, y los zapatos de la masa de corredores se despega del asfalto para abarrotarse en la línea que los separa del ansiado trayecto que esperan superar: “inicia el conteo”. 

Una pantalla digital sobre la salida se ilumina con los números 5, 4, 3, 2, 1 y sale la gente pasada las cinco de la mañana como una manada de caballos desbocados. El espacio sigue siendo poco y las pisadas en los zapatos no se hacen esperar ante la emoción desenfrenada de aquellos que han entrenado durante meses para una carrera que no durará más de cuatro horas. 

Porcentaje de participantes inscritos por categoría. Infografía

Como una avalancha siguieron los de 10k aún más ansiosos al ver a sus “ejemplos” a seguir, y cerrando la marea de corredores los de 5k entraron a  la carrera. Sin creerse menos que sus compañeros de mayor kilometraje, con una furia desenfrenada se abrieron paso con historias conmovedoras como la de una adulta mayor que en silla de ruedas se hizo presente en la carrera. El running no discrimina, acepta a quien quiera asumir el reto y Valledupar ya demostró que no le teme a ello. 

Compañeros de cuatro patas 

El reto era aún mayor para quienes decidieron unirse a esta carrera con compañeros de cuatro patas. Caninos, al pie de sus propietarios, esquivaban a los otros corredores y se mantenían pegados al bordillo del andén para evitar que fueran pisadas sus colas o que los niños se distrajeran viéndolos.

Fueron protagonistas de la carrera por la manera en la que animaban a sus propietarios a superar sus tiempos y no desfallecer en el trayecto que inició en el parque de la Leyenda Vallenata, pero con variaciones. La ruta de 21K rodeó el cerro DPA y pasó por varias vías principales como la carrera 4ª, carrera 9ª, carrera 11ª, y calle 18. 

Así mismo, los ‘runners‘ de 10K y 5K partieron desde el mismo punto, pero con trayectos más cortos por la carrera 4ª, carrera 9ª y calle 9D. Los soldados que animaban a los corredores no fueron ajenos a los peludos amigos: “¡Vamos! Tú y el perro lo están haciendo bien. Sigan así, falta poco”, dijo un joven soldado que animó a mi compañero de cuatro patas, Luke, un Border Collie de nueve meses que a pesar de ser su primera carrera, no desfalleció ni por un segundo. Durante todo el trayecto de los 5k me miraba en intervalos de tiempo cerciorándose de que mantuviera el paso. 

Como Luke, otros corredores también contaron con la compañía de sus perros que sin una negativa o mal comportamiento que no hubiese sido raro por el tumulto de gente y el sonido de los fuegos artificiales que dieron inicio a la carrera, se portaron como unos ‘runners’ de lujo, poniendo en evidencia su resistencia y perseverancia, fruto de su naturaleza animal.

La sirena encantada y el acordeón

Entrada las seis de la mañana, los últimos metros fueron los más desafiantes. Las pancartas de familiares y amigos en las calles de la recta final fueron ese “empujón extra” para rogarle al cuerpo que resistiera un poco más y no salir en las fotos y videos con rostro de cansancio y arrastrando los pies.

“Corre nojoda, corre”, “No te conozco, pero estoy orgulloso”, “Solo falta un poco más. ¡Tú puedes!”,  fueron algunos de los mensajes plasmados en las pancartas de visitantes y amigos que contribuyeron a que conocidos e incluso persona que no conocían no se dieran por vencidos.  

En los últimos metros, los corredores ponían su mejor pose ante los camarógrafos que sentados en el asfalto que ya empezaba a calentarse, “cazaban” a los atletas con mejor forma de carrera  y a quienes les regalaban una sonrisa que transmitía la alegría que sentían por esta a pocos minutos de llegar a la meta.

Los vítores y aplausos no se hicieron esperar cuando la línea de meta estaba a tan solo 20 pasos que con entusiasmo todos los dieron. Atravesar la meta fue la cúspide de la satisfacción por  haber concluido la carrera. El cuerpo haciéndose presente le recordó a los corredores el esfuerzo realizado haciéndoles temblar las piernas y dejando los pulmones sin aire. 

Sin embargo, eso no fue impedimento para que los participantes hicieran una fila para recibir la presea dorada con la figura de la sirena del río Guatapurí y un acordeón pintando con los colores amarillo, azul y rojo. Las medallas fueron entregadas por soldados de la Décima Brigada del Ejército Nacional que decían “felicitaciones” al entregarlas, y en los corazones de los corredores se susurraba un “gracias” para ellos por ser los héroes de la patria.

Por Namieh Baute Barrios

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