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“Tierra fértil y buena”: primeros colonos de la Nueva Valencia del Dulce Nombre de Jesús

Fotografía de la iglesia de Nueva Valencia de Jesús.

En esta segunda parte del acta de fundación de la Ciudad de Valencia del Dulce Nombre de Jesús haré un resumen de lo que expusieron las cuatro personas interrogadas para no repetir lo mismo que contestaron cada una de ellas: uno de los interrogados, el sacerdote Topete.  

“Expresó también el sacerdote que esta tierra es muy buena y de buen temple y de naturales, así como de ganados vacuno, ovejuno, yegua, etc., y que se ha sembrado trigo y se coge dos veces al año; se hacen muchos arados y que es el mejor trigo que se ha visto en estos lugares. También expresó el sacerdote Topete que se está haciendo un molino, ya que hay un vecino que lo sabe hacer y lo hace, y entiende que este hace falta a la ciudad; expresó también que desde aquí se daba bastimento a toda la costa”, dice el acta sobre la declaración de Topete.

Además, el sacerdote aseguró que se descubrirían minas de oro porque había visto metales y traer a los naturales joyas, “en especial una mina de azogue; así mismo dijo cómo junto a aquellas minas se han descubierto otras provincias de muchos naturales, aproximadamente veinte cuatros (sic) provincias, por lo cual es posible que se fundaran nuevos pueblos”.

Luego, Topete  aseguró  que los naturales de esa tierra eran muy inclinados a las cosas de la “santa fe Católica” y que había bautizado a algunos de ellos  sin necesidad de guerras ni peleas, “sino con buenas razones”

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Otro de los vecinos de la entonces ciudad que declaró en el interrogatorio fue el capitán Antonio De Andrade. El capitán contó en su juramento que como era tan buena la tierra de la Nueva Valencia del Dulce Nombre de Jesús (Valencia de Jesús) habían migrado personas de “Tamalameque y de la ciudad de Ocaña y del Río del Hacha”. “Y así se ha metido mucha cantidad de ganado, vacuno, ovejuno, yeguas, puercos, caballos, garañones (burros) porque hay muy buenas (tierras) para ello”. También dijo que creía que “había minas porque los naturales traían muchos joyas de oro y han dado noticia de muchos ríos donde lo hay y se ha hallado un metal que dicen que es el azogue”.  

“NO FUE NECESARIO DAR MUERTES”

El siguiente testigo interrogado fue Antonio Suárez, vecino y encomendero de la entonces ciudad del Dulce Nombre de Jesús y alguacil menor de ella. Suárez expresó que había abundantes cañaverales de azúcar; además, que el fundador Antonio Flores trajo al cacique llamado Sivinama de su tierra para que tomara la posesión, “y que así mismo ha traído mucho otros pueblos a la paz. También afirmó que el alcalde Antonio Flores puso en cabeza del rey 4 pueblos con sus caciques que son: Sivinama, Piru, Cunainka y Mankogana”.

Adicionalmente, habló que de esta ciudad proveería a Cartagena de bizcochos y harina. Al igual que los anteriores, insistió que los “indígenas tienen sus pueblos formados, no es gente fugitiva, ni dejan sus casas y que no fue necesario dar muertes ni guazabaras (guerra) para dar la paz a su majestad, sino que la dieron con buenas razones y tratamientos”.

Otro testigo que contestó el interrogatorio fue Gonzalo de Otta, quien había sido vecino de la  ciudad de Ocaña. En ese momento expresó que tenía  aproximadamente 38 años, “y que conoce a todos los vecinos de esta ciudad y que se había venido para ella con su mujer y sus hijos por tener noticia de que esta tierra era  muy fértil”.  

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Al final, estampó su firma Juan de Otta ante el escribano Juan de Aguirre en la Ciudad de los Reyes del Valle de Upar a 11 días del mes de mayo de 1587. Fernando de Villazón presentó el contenido del interrogatorio al capitán mayor de la ciudad, Antonio Flores, y dijo que ya tenía bastante información y que se suministraran copias a las otras autoridades; esta declaración se hizo ante Juan De Aguirre como escribano.

La ciudad del Dulce Nombre de Jesús fue trasladada en el año de 1700 del lugar donde hoy está Pueblo Bello hacia la orilla de la carretera que desde Valledupar conduce a Pueblo Bello. Parece ser que el traslado de dicha ciudad se hizo con el fin de controlar los ataques que hacían los indígenas chimilas a los arrieros que llevaban el ganado de Valledupar a Santa Marta o a Cartagena.

Cuentan los mayores que esta nueva ciudad, a orillas de la carretera contaba con un convento de dominicos y con una iglesia que aún existe, donde había una puerta, y una piedra llamada la ‘Piedra del perdón’, un sitio sagrado, ya que cuando se perseguía a un delincuente bastaba con que este la tocara y quedaba inmediatamente perdonado de la falta cometida. 

 La iglesia actual de la ciudad de Nueva Valencia de Jesús es una iglesia exenta, esto quiere decir que está aislada en el centro de la plaza y por ella se puede entrar por la parte trasera, por delante y por cada uno de los lados. Esta ubicación no es la acostumbrada y es casi única en su modalidad.

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Dedico esta segunda parte del acta a los docentes y estudiantes de la Nueva Valencia del Dulce Nombre de Jesús; así mismo, al gran periodista, etnógrafo e historiador William Francisco Rosado Rincones; a su valiente Teolinda y a su poeta y cantautor de talla nacional Calixto Antonio Ochoa.

Investigó y transcribió Ruth Ariza Cotes. Sacado del Archivo Nacional de Bogotá, fondo Poblaciones. Antropóloga e historiadora regional de la Universidad Nacional de Colombia*.

Por: Ruth Ariza Cotes

Categories: Crónica
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