Este tipo de sexo se caracteriza por generar una conexión espiritual con la pareja, más allá del placer.
El sexo tántrico va más allá de un típico encuentro sexual, es considerado como el momento preciso para conectarse espiritualmente con la pareja.
En este tipo de sexo el amante externo se acerca al amante interior, no se mendiga el sentimiento del otro, sino que se comparte.
Las personas suelen utilizar velas, aromatizantes, aceites y un lugar tranquilo donde puedan explorar las emociones y darle protagonismo al cuerpo entero, dejando de lado los prejuicios y dándole rienda suelta al placer.
Elimina distractores que te impidan estar presente: con una venda en los ojos, amplíe todos los sentidos. Déjese llevar por las sensaciones a través de plumas, música, aceites, aromas, masajes y besos.
La meta no es el orgasmo: lo que importa es el encuentro íntimo que origina una conexión más profunda. Disfrute sin etiquetas, tabúes, presiones ni ansiedad.
Desaprenda la eyaculación precoz: cuando deje de centrarse en sus genitales, verá que cada poro del cuerpo despierta energía sexual. Si fortalece la musculatura pélvica, combinada con la respiración y la práctica, podrá alcanzar el clímax sin eyacular.
Si acepta lo que es vencerá el miedo a no verse bien sin ropa: sexo no es igual a intimidad. Cree un espacio místico de confianza entre dos mundos que se encuentran y se aceptan.
Lo importante no es el acto en sí sino hacer el viaje placentero: el tantra despierta la energía kundalini, una fuerza invisible que nos hace avanzar espiritualmente y desbloquea los miedos y los prejuicios.
Cuando amplía sus posibilidades, el concepto de ‘performance mediocre’ desaparece: no somos cuerpos que tienen orgasmos sino ‘cuerpos orgásmicos’. Con el tantra aprende a ascender la energía para esparcirla por todo el cuerpo, abriendo la llave para la exploración de placeres.
El tamaño importa… cuando todo se centra en él: somos seres sexuales por esencia, pues creamos vida con el sexo. Este no está supeditado a los tamaños sino a la vitalidad.
Cuando la erección no se logra es porque se centra el sexo en la genitalidad: usted puede pintar su cuerpo, jugar, explorar con sabores, hielo o cualquier otra cosa.
El mejor momento puede ser el postsexo: al lograr una conexión desde el ser, se comparte una experiencia única que no es posible definir.
Deje de pensar que el tantra es respirar horas hasta aburrirse: si está buscando un nivel de conexión más profundo, atrévase a experimentar algo diferente. Por eso lo llaman el ‘santo grial’ del sexo.
Fuente: Soho
Este tipo de sexo se caracteriza por generar una conexión espiritual con la pareja, más allá del placer.
El sexo tántrico va más allá de un típico encuentro sexual, es considerado como el momento preciso para conectarse espiritualmente con la pareja.
En este tipo de sexo el amante externo se acerca al amante interior, no se mendiga el sentimiento del otro, sino que se comparte.
Las personas suelen utilizar velas, aromatizantes, aceites y un lugar tranquilo donde puedan explorar las emociones y darle protagonismo al cuerpo entero, dejando de lado los prejuicios y dándole rienda suelta al placer.
Elimina distractores que te impidan estar presente: con una venda en los ojos, amplíe todos los sentidos. Déjese llevar por las sensaciones a través de plumas, música, aceites, aromas, masajes y besos.
La meta no es el orgasmo: lo que importa es el encuentro íntimo que origina una conexión más profunda. Disfrute sin etiquetas, tabúes, presiones ni ansiedad.
Desaprenda la eyaculación precoz: cuando deje de centrarse en sus genitales, verá que cada poro del cuerpo despierta energía sexual. Si fortalece la musculatura pélvica, combinada con la respiración y la práctica, podrá alcanzar el clímax sin eyacular.
Si acepta lo que es vencerá el miedo a no verse bien sin ropa: sexo no es igual a intimidad. Cree un espacio místico de confianza entre dos mundos que se encuentran y se aceptan.
Lo importante no es el acto en sí sino hacer el viaje placentero: el tantra despierta la energía kundalini, una fuerza invisible que nos hace avanzar espiritualmente y desbloquea los miedos y los prejuicios.
Cuando amplía sus posibilidades, el concepto de ‘performance mediocre’ desaparece: no somos cuerpos que tienen orgasmos sino ‘cuerpos orgásmicos’. Con el tantra aprende a ascender la energía para esparcirla por todo el cuerpo, abriendo la llave para la exploración de placeres.
El tamaño importa… cuando todo se centra en él: somos seres sexuales por esencia, pues creamos vida con el sexo. Este no está supeditado a los tamaños sino a la vitalidad.
Cuando la erección no se logra es porque se centra el sexo en la genitalidad: usted puede pintar su cuerpo, jugar, explorar con sabores, hielo o cualquier otra cosa.
El mejor momento puede ser el postsexo: al lograr una conexión desde el ser, se comparte una experiencia única que no es posible definir.
Deje de pensar que el tantra es respirar horas hasta aburrirse: si está buscando un nivel de conexión más profundo, atrévase a experimentar algo diferente. Por eso lo llaman el ‘santo grial’ del sexo.
Fuente: Soho