CESAR

¿Por qué aumentan los casos de desnutrición infantil en Cesar?

Factores sociales y respuestas institucionales ante una crisis que afecta a más de 500 niños.

La desnutrición infantil en el Cesar tiene rostro indígena: el 75% de las muertes por desnutrición en menores de cinco años en 2024 correspondieron a niños de los pueblos Yukpa, Arhuaco, Kogui y Wayuu. Foto: JOAQUIN SARMIENTO / AFP

La desnutrición infantil en el Cesar tiene rostro indígena: el 75% de las muertes por desnutrición en menores de cinco años en 2024 correspondieron a niños de los pueblos Yukpa, Arhuaco, Kogui y Wayuu. Foto: JOAQUIN SARMIENTO / AFP

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El departamento del Cesar enfrenta en 2025 una preocupante crisis de desnutrición infantil. Según el Sistema de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila), hasta el 4 de julio se han registrado 522 casos de desnutrición aguda moderada y severa en menores de cinco años, lo que representa un aumento del 4 % respecto al año anterior. Con estas cifras, el Cesar ocupa el octavo lugar a nivel nacional entre 31 entidades territoriales.

Leer: Desnutrición infantil en el Cesar se dispara: más de 500 casos en lo que va de 2025

Los casos se concentran principalmente en municipios rurales y comunidades indígenas. Curumaní, por ejemplo, pasó de 1 a 12 casos en un año (un aumento del 1.100 %), mientras que Valledupar, la capital, registró un alza significativa al pasar de 108 a 144 casos.

De acuerdo con información de la Secretaría de Salud del Cesar, durante 2024 se confirmaron 12 muertes infantiles por causas asociadas a la desnutrición. De ellas, el 75 % correspondía a niños de comunidades indígenas, entre ellas Yukpa, Arhuaco, Kogui y Wayuu. 

La tasa de mortalidad por esta causa se ubicó en 9,9 muertes por cada 100.000 menores de cinco años. Aunque hubo una disminución del 45,5 % respecto a 2023, la carga sigue siendo alta y afecta especialmente a las poblaciones más vulnerables.

La desnutrición infantil tiende a manifestarse durante los primeros 1.000 días de vida, un periodo crítico para el desarrollo físico y cognitivo. Entre los factores que agravan la situación están la baja prevalencia de lactancia materna exclusiva, el consumo temprano de leche de vaca y la recurrencia de infecciones.

El informe oficial indica que la mayoría de los casos se concentran en zonas rurales dispersas (44 %) y cabeceras municipales (46 %), con una alta proporción de niños indígenas afectados (42,8 %).

El fenómeno del “hambre oculta”

Más allá del déficit calórico, el Cesar también enfrenta un fenómeno conocido como “hambre oculta”, que consiste en la deficiencia de micronutrientes esenciales como hierro, zinc, yodo y vitamina A. Esta carencia afecta el crecimiento, el desarrollo cognitivo y el sistema inmunológico de los niños.

El hambre oculta golpea especialmente a las poblaciones indígenas y rurales del Cesar, donde el consumo de alimentos ultraprocesados y la baja disponibilidad de productos frescos y nutritivos perpetúan el ciclo de la malnutrición y la pobreza.

Casos de desnutrición infantil en el Cesar por pertenencia indígena. Imagen: Sivigila.

Entre las barreras que dificultan la atención oportuna se destacan el difícil acceso geográfico, problemas de idioma y documentación en comunidades indígenas, y la baja adherencia de las familias a los controles médicos y nutricionales.

La respuesta institucional

Frente a esta realidad, el Gobierno del Cesar implementó un plan de fortalecimiento de la seguridad alimentaria y nutricional para 2025, con una inversión de $4.200 millones. Estos recursos están destinados a mejorar la articulación intersectorial, brindar asistencia técnica a los 25 municipios del departamento, capacitar al talento humano en salud, y fortalecer el monitoreo y seguimiento de los casos.

El plan también contempla estrategias comunitarias, programas de educación nutricional y la integración de médicos tradicionales indígenas en los procesos de atención.

Leer: En 7 municipios del Cesar, el Gobierno nacional construirá centros para luchar contra el hambre

Los recursos provienen del Ministerio de Salud, la Gobernación del Cesar, las EPS subsidiadas y las EPS indígenas, y se orientan a reducir la morbimortalidad infantil, priorizando las zonas rurales y étnicas más afectadas.

Retos persistentes y buenas prácticas

Abordar la desnutrición infantil en el Cesar requiere un enfoque integral que combine políticas públicas efectivas, mayor acceso a alimentos de calidad y educación nutricional.

Según un informe de la Universidad Nacional titulado ‘Hambre oculta en Colombia: enemigo silencioso de las poblaciones más pobres’, el país ha logrado avances en estrategias como la fortificación de alimentos básicos, la suplementación con micronutrientes y la promoción de prácticas protectoras como la lactancia materna exclusiva, el pinzamiento oportuno del cordón umbilical y la alimentación complementaria adecuada.

En este sentido, el programa de lactancia materna del Hospital Rosario Pumarejo de López se ha consolidado como un referente en la región, promoviendo la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida, una práctica que contribuye a reducir tanto la desnutrición como el hambre oculta.

No obstante, persisten desafíos. La Secretaría de Salud de Valledupar, municipio con el mayor número de casos, aún no ha respondido a las solicitudes de información de EL PILÓN sobre acciones concretas para frenar el aumento de la desnutrición en su territorio.

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