Nuestros semáforos no están cumpliendo su función ni la Policía de Tránsito la suya. Pero la sociedad tampoco cuando no recibimos la educación que necesitamos para saber respetar los semáforos, al peatón, al ciclista, al otro conductor que se desplaza.
La ingeniería de transporte define el semáforo como un dispositivo electromagnético y electrónico que permite el control del tránsito y peatones, utilizando indicaciones visuales de luces de colores aceptados en cualquier parte del planeta: verde, amarillo y rojo. Debido al aumento de los accidentes de tránsito se han desarrollado cada vez más tecnologías y aplicaciones para estos aparatos.
Valledupar cuenta en su casco urbano con casi 30 intersecciones semaforizadas, la gran mayoría por petición de los mismos habitantes que consideran que los cruces tienen alto riesgo de accidente o que son complicadas debido al alto volumen de tráfico. La primera opción de la comunidad siempre es pedir un semáforo, y la primera opción del municipio es dárselo.
Pero la ingeniería de transporte provee muchas soluciones antes de optar por este dispositivo, soluciones que pasan por el mejoramiento geométrico de las intersecciones, es decir, analizar la situación y hacer correctivos en el trazado de las intersecciones, normalmente canalizándolas, prohibiendo giros, angostando o cerrando las intersecciones o las vías y muchas soluciones más, tal y como, afortunadamente, hemos visto en dos sitios de la ciudad últimamente: la glorieta de ‘El pedazo de acordeón’ y la intersección de la Avenida Pastrana con calle 30.
La principal solución al problema de movilidad, y de muchos más del tránsito en Valledupar, es la educación y la sensibilización, pero la educación vial comienza desde la primaria y con la práctica y aplicación. No aprendemos ni las señales de tránsito en el colegio, el famoso “pase” se compra y nunca se va a la práctica, y los que lo hacen pierden el conocimiento apenas se montan el vehículo.
Eso lo podemos comprobar en cualquier semáforo: el taxista pita apenas la luz amarilla aparece, olvidando que es la luz verde la que da el pase, las motos no saben que el rojo es pare, se lo vuelan y más aún si son domiciliarios del tipo suicida. Si usted pasa en verde tenga cuidado con cualquier motociclista, ciclista, peatón o taxista que decide libremente que el semáforo no es para él.
Los semáforos complican muchas veces la situación inicial. Caso claro es lo que sucede en las carreras 11 y 12 del centro de la ciudad, donde sin ningún tipo de estudio de tránsito hace unas cuatro administraciones, el alcalde de turno decidió que para agilizar la movilización se debían poner más semáforos en las calles 16A, 16B y otros, logrando todo lo contrario: los semáforos en cada esquina ralentizan la movilidad, crean colas vehiculares que se alargan, se unen unas con otras y comienzan a generar trancones.
Además, uno de los problemas característicos del centro de la ciudad es el estacionamiento en vía sin ningún control, los conductores dejan los vehículos en espacio público, así esté prohibido, sobre todo cerca de las intersecciones semaforizadas, interfiriendo así con su funcionamiento puesto que reducen a un solo carril cuando los tiempos semafóricos están calculados con dos carriles por calzada, dañando la movilidad sin que nadie les diga nada, ni siquiera la Policía que está ahí al lado, viéndolos.
¿Qué piensa usted cuando, como conductor, motociclista o ciclista, se detiene en la luz amarilla, espera el cambio a luz roja y verde, y observa a los irresponsables “volarse” el semáforo como si el tiempo de ellos valiera más que el de los demás? ¿Qué siente cuando está haciendo la fila ordenadamente y ve como tranquilamente el taxista y el motociclista adelantan en contravía, se ponen delante suyo robándole el puesto, y tranquilamente violan la norma y siguen adelante con la luz roja? ¿Qué siente usted como conductor cuando al pasar la intersección con la luz verde tiene que frenar porque el otro conductor no respeta la luz roja y pone en peligro la integridad suya, de su familia y sus bienes y tranquilidad?
Nuestros semáforos no están cumpliendo su función ni la Policía de Tránsito la suya. Pero la sociedad tampoco cuando no recibimos la educación que necesitamos para saber respetar los semáforos, al peatón, al ciclista, al otro conductor que se desplaza.
No tenemos cortesía ni somos tolerantes con el otro, y necesitamos mucho de todo lo anterior para poder ser una ciudad incluyente y amable. Por todo esto me atrevo a preguntar: ¿para qué semáforos en Valledupar? Deberíamos quitarlos todos y que cada quien se defienda como pueda.
Por Henry Luis Pérez Guzmán
Nuestros semáforos no están cumpliendo su función ni la Policía de Tránsito la suya. Pero la sociedad tampoco cuando no recibimos la educación que necesitamos para saber respetar los semáforos, al peatón, al ciclista, al otro conductor que se desplaza.
La ingeniería de transporte define el semáforo como un dispositivo electromagnético y electrónico que permite el control del tránsito y peatones, utilizando indicaciones visuales de luces de colores aceptados en cualquier parte del planeta: verde, amarillo y rojo. Debido al aumento de los accidentes de tránsito se han desarrollado cada vez más tecnologías y aplicaciones para estos aparatos.
Valledupar cuenta en su casco urbano con casi 30 intersecciones semaforizadas, la gran mayoría por petición de los mismos habitantes que consideran que los cruces tienen alto riesgo de accidente o que son complicadas debido al alto volumen de tráfico. La primera opción de la comunidad siempre es pedir un semáforo, y la primera opción del municipio es dárselo.
Pero la ingeniería de transporte provee muchas soluciones antes de optar por este dispositivo, soluciones que pasan por el mejoramiento geométrico de las intersecciones, es decir, analizar la situación y hacer correctivos en el trazado de las intersecciones, normalmente canalizándolas, prohibiendo giros, angostando o cerrando las intersecciones o las vías y muchas soluciones más, tal y como, afortunadamente, hemos visto en dos sitios de la ciudad últimamente: la glorieta de ‘El pedazo de acordeón’ y la intersección de la Avenida Pastrana con calle 30.
La principal solución al problema de movilidad, y de muchos más del tránsito en Valledupar, es la educación y la sensibilización, pero la educación vial comienza desde la primaria y con la práctica y aplicación. No aprendemos ni las señales de tránsito en el colegio, el famoso “pase” se compra y nunca se va a la práctica, y los que lo hacen pierden el conocimiento apenas se montan el vehículo.
Eso lo podemos comprobar en cualquier semáforo: el taxista pita apenas la luz amarilla aparece, olvidando que es la luz verde la que da el pase, las motos no saben que el rojo es pare, se lo vuelan y más aún si son domiciliarios del tipo suicida. Si usted pasa en verde tenga cuidado con cualquier motociclista, ciclista, peatón o taxista que decide libremente que el semáforo no es para él.
Los semáforos complican muchas veces la situación inicial. Caso claro es lo que sucede en las carreras 11 y 12 del centro de la ciudad, donde sin ningún tipo de estudio de tránsito hace unas cuatro administraciones, el alcalde de turno decidió que para agilizar la movilización se debían poner más semáforos en las calles 16A, 16B y otros, logrando todo lo contrario: los semáforos en cada esquina ralentizan la movilidad, crean colas vehiculares que se alargan, se unen unas con otras y comienzan a generar trancones.
Además, uno de los problemas característicos del centro de la ciudad es el estacionamiento en vía sin ningún control, los conductores dejan los vehículos en espacio público, así esté prohibido, sobre todo cerca de las intersecciones semaforizadas, interfiriendo así con su funcionamiento puesto que reducen a un solo carril cuando los tiempos semafóricos están calculados con dos carriles por calzada, dañando la movilidad sin que nadie les diga nada, ni siquiera la Policía que está ahí al lado, viéndolos.
¿Qué piensa usted cuando, como conductor, motociclista o ciclista, se detiene en la luz amarilla, espera el cambio a luz roja y verde, y observa a los irresponsables “volarse” el semáforo como si el tiempo de ellos valiera más que el de los demás? ¿Qué siente cuando está haciendo la fila ordenadamente y ve como tranquilamente el taxista y el motociclista adelantan en contravía, se ponen delante suyo robándole el puesto, y tranquilamente violan la norma y siguen adelante con la luz roja? ¿Qué siente usted como conductor cuando al pasar la intersección con la luz verde tiene que frenar porque el otro conductor no respeta la luz roja y pone en peligro la integridad suya, de su familia y sus bienes y tranquilidad?
Nuestros semáforos no están cumpliendo su función ni la Policía de Tránsito la suya. Pero la sociedad tampoco cuando no recibimos la educación que necesitamos para saber respetar los semáforos, al peatón, al ciclista, al otro conductor que se desplaza.
No tenemos cortesía ni somos tolerantes con el otro, y necesitamos mucho de todo lo anterior para poder ser una ciudad incluyente y amable. Por todo esto me atrevo a preguntar: ¿para qué semáforos en Valledupar? Deberíamos quitarlos todos y que cada quien se defienda como pueda.
Por Henry Luis Pérez Guzmán