El sentenciado, Rufino Aguilar, está privado de la libertad en la Penitenciaría de Máxima y Mediana Seguridad de Valledupar, más conocida como ‘La Tramacúa’.
El Juzgado Segundo Penal del Circuito con función de Conocimiento condenó a 41 años y 8 meses de prisión a Rufino Aguilar Alvear tras ser hallado culpable del asesinato de Miguel Antonio Alvarado Pedroza, quien era su socio en títulos de explotación minera en Valledupar.
Aguilar Alvear era el único de los tres procesados de la investigación que todavía, tras nueve años, enfrentaba un juicio en los estrados judiciales, pero ahora deberá responder por el delito de homicidio agravado, endilgado por la Fiscalía 17 seccional.
Aunque el hombre siempre alegó ser inocente en su contra tenía varios testimonios, entre esos el del sicario Alex Miguel Montero Sarmiento, recluido en la Cárcel de Máxima Seguridad de Cómbita, Boyacá.
El delincuente en el juicio declaró que Rufino Aguilar en el 2009 contrató los servicios de un comandante de banda de sicarios denominado ‘Darío’ y que posteriormente en una noche en un estanco ubicado en la carrera 4 de la ciudad se lo presentaron para que acabara con la vida de Alvarado, quien para ese entonces era instructor en Mina en el Sena.
“Indica que trabajaba por un sueldo y por aparte se iba a ganar una bonificación, ese día llegó el comandante Darío y Rufino Aguilar; la suma que le cancelaron fue de cinco millones de pesos, después que terminó el trabajo. Contó que revisó el lugar, analizó por donde iba a salir y cómo lo iba asesinar, que buscó prestado $2.500.000 para comprar la pistola para hacer el trabajo; que después no le querían dar el dinero y le tocó decirle a Rufino que, si no le pagaban, iba a proceder contra él”, reza el fallo.
Otro testimonio clave fue el del hijo del fallecido. Este certificó que Rufino Aguilar tenía negocios con su papá de unos títulos mineros en el Banco, Magdalena, y que el día del crimen alcanzó a observar a la persona que disparó.
El hecho sucedió el 2 de abril de 2009. El ciudadano Amado de Jesús Jiménez llegó a la casa del instructor Miguel Antonio Alvarado Pedroza para dialogar con él y se sentaron en una banca del parque ‘Los Algarrobillos’ donde después se acercó el sicario para matar a Alvarado. El pistolero emprendió la huida, pero detrás de él corrió el hijo de la víctima que alcanzó a verlo.
Alvarado Pedroza fue llevado a la Clínica Santa Isabel donde diez días después falleció por la gravedad de las heridas.
La familia desconocía porqué acabaron con la vida del instructor del Sena, hasta que en el 2012 estando privado de la libertad en la cárcel de Cómbita el sicario decidió hablar con la Fiscalía sobre los asesinatos que había cometido.
En la confesión aseguró que el crimen fue orquestado por Amado de Jesús Jiménez y Rufino Aguilar, al parecer, para quedarse con los títulos mineros de un terreno cuyo titular era la víctima.
En la investigación también notaron que a los 15 días del crimen Rufino Aguilar solicitó a Ingeominas que excluyera a Alvarado de los títulos mineros con motivo a su fallecimiento y aportó el certificado de defunción.
Es así que en el mes de marzo de 2015 fue capturado Amado de Jesús Jiménez, condenado a 35 años de prisión. Y años después capturaron a Rufino Aguilar.
El sentenciado, Rufino Aguilar, está privado de la libertad en la Penitenciaría de Máxima y Mediana Seguridad de Valledupar, más conocida como ‘La Tramacúa’.
El Juzgado Segundo Penal del Circuito con función de Conocimiento condenó a 41 años y 8 meses de prisión a Rufino Aguilar Alvear tras ser hallado culpable del asesinato de Miguel Antonio Alvarado Pedroza, quien era su socio en títulos de explotación minera en Valledupar.
Aguilar Alvear era el único de los tres procesados de la investigación que todavía, tras nueve años, enfrentaba un juicio en los estrados judiciales, pero ahora deberá responder por el delito de homicidio agravado, endilgado por la Fiscalía 17 seccional.
Aunque el hombre siempre alegó ser inocente en su contra tenía varios testimonios, entre esos el del sicario Alex Miguel Montero Sarmiento, recluido en la Cárcel de Máxima Seguridad de Cómbita, Boyacá.
El delincuente en el juicio declaró que Rufino Aguilar en el 2009 contrató los servicios de un comandante de banda de sicarios denominado ‘Darío’ y que posteriormente en una noche en un estanco ubicado en la carrera 4 de la ciudad se lo presentaron para que acabara con la vida de Alvarado, quien para ese entonces era instructor en Mina en el Sena.
“Indica que trabajaba por un sueldo y por aparte se iba a ganar una bonificación, ese día llegó el comandante Darío y Rufino Aguilar; la suma que le cancelaron fue de cinco millones de pesos, después que terminó el trabajo. Contó que revisó el lugar, analizó por donde iba a salir y cómo lo iba asesinar, que buscó prestado $2.500.000 para comprar la pistola para hacer el trabajo; que después no le querían dar el dinero y le tocó decirle a Rufino que, si no le pagaban, iba a proceder contra él”, reza el fallo.
Otro testimonio clave fue el del hijo del fallecido. Este certificó que Rufino Aguilar tenía negocios con su papá de unos títulos mineros en el Banco, Magdalena, y que el día del crimen alcanzó a observar a la persona que disparó.
El hecho sucedió el 2 de abril de 2009. El ciudadano Amado de Jesús Jiménez llegó a la casa del instructor Miguel Antonio Alvarado Pedroza para dialogar con él y se sentaron en una banca del parque ‘Los Algarrobillos’ donde después se acercó el sicario para matar a Alvarado. El pistolero emprendió la huida, pero detrás de él corrió el hijo de la víctima que alcanzó a verlo.
Alvarado Pedroza fue llevado a la Clínica Santa Isabel donde diez días después falleció por la gravedad de las heridas.
La familia desconocía porqué acabaron con la vida del instructor del Sena, hasta que en el 2012 estando privado de la libertad en la cárcel de Cómbita el sicario decidió hablar con la Fiscalía sobre los asesinatos que había cometido.
En la confesión aseguró que el crimen fue orquestado por Amado de Jesús Jiménez y Rufino Aguilar, al parecer, para quedarse con los títulos mineros de un terreno cuyo titular era la víctima.
En la investigación también notaron que a los 15 días del crimen Rufino Aguilar solicitó a Ingeominas que excluyera a Alvarado de los títulos mineros con motivo a su fallecimiento y aportó el certificado de defunción.
Es así que en el mes de marzo de 2015 fue capturado Amado de Jesús Jiménez, condenado a 35 años de prisión. Y años después capturaron a Rufino Aguilar.