FELVA 2025

“Ninguna historia vale la vida de un periodista”: conversatorio sobre Guillermo Cano en la Felva 2025

El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes declaró el 2025 como el año del centenario del natalicio de Guillermo Cano Izasa, periodista y exdirector de El Espectador asesinado en 1986.

Guillermo Cano fue asesinado el 17 de diciembre de 1986.

Guillermo Cano fue asesinado el 17 de diciembre de 1986.

Por: Namieh

@el_pilon

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“Se necesitan más Guillermo Cano en el periodismo colombiano” fue una de las principales premisas del sentido conversatorio ‘La verdad no se mata: Guillermo Cano, legado de un periodista valiente’ que se realizó este domingo 8 de junio en el marco de la Feria del Libro de Valledupar, Felva, en la Casa de la Cultura de Valledupar, bajo un ambiente de reflexión sobre la realidad social colombiana y el papel del periodismo en un país que cada día parece estar más polarizado. 

En este conversatorio, los periodistas María Jimena Duzán y Jorge Cardona hablaron sobre la vida y obra del periodista y exdirector de El Espectador que fue asesinado el 17 de diciembre de 1986 cuando salía del periódico hacia su casa, tras múltiples amenazas en su contra. De acuerdo con los periodistas de esa casa editorial, su asesinato evidenció el horror y la falta de protección para con los periodistas de la época que denunciaban los crímenes perpetuados por las mafias y la corrupción. 

“Guillermo Cano es uno de los 10 periodistas más importantes en los más de 200 años de vida republicana en Colombia y necesita ser recordado. Las nuevas generaciones tienen un deber histórico de recordar la figura de un periodista tan valioso, cumplidor de su deber y sobre todo que siempre dio ejemplo de lo que debe ser el periodismo”, argumentó el periodista Jorge Cardona. 

En ese sentido, María Jimena Duzán, comentó que en el país y en especial en los territorios hace falta la prensa independiente que Cano planteaba. Una prensa que según Duzán investiga sin distinción alguna los poderes públicos y privados: “se tienen que investigar esos poderes que son aparentemente intocables. Él siempre profesó ese periodismo y eso nos hace tremendamente falta sobre todo ahora que estamos en esta confusión que nos proporcionan las redes sociales”. 

El periodismo ante la polarización 

La situación actual que atraviesa el país por los enfrentamientos entre los diferentes partidos políticos ha provocado una polarización en la sociedad. Esto ha llegado a tal extremo que hasta familias están divididas en estos bandos que, con discurso de odio en las redes sociales, están promoviendo la violencia.

Al respecto, los conferencistas manifestaron que la comunicación es la que permite el discernimiento entre una información y otra, difundir valores que son muy importantes para una sociedad y propiciar espacios para la reconciliación desde el ámbito periodístico. 

“Como periodistas no se deben retuitear a los violentos, esparcir noticias falsas, pero por sobre todo hay que crear ciudadanos que sean conscientes del poder que tiene la reflexión crítica, y eso se hace en las aulas, desde pequeños, en las universidades. Si nosotros no cultivamos la reflexión crítica en las personas que utilizan las redes cada día será más difícil discernir y tener ese criterio suficiente para saber lo que es mentira y verdad”, explicó Duzán. 

Sala de redacción con Cano 

Hablar sobre Guillermo Cano para muchos es una mirada a un pasado de la prensa que estuvo manchado con sangre y para otros el recuerdo de un hombre que siendo el director de El Espectador era “un padre” que desde una sala de redacción en Bogotá abordaba todo lo que sucedía en el mundo. 

“Era toda una experiencia trabajar con Cano en la sala de redacción porque ahí parecía como si el mundo estuviera vivo. Era como un hervidero de cosas. Él tenía la tradición de repartir las historias, las investigaciones, llegaba al puesto de cada periodista y les daba el tema. Antes de eso ya había hablado con todas las fuentes”, dijo María Jimena Duzán. 

Con melancolía en su voz, Duzán contó a los asistentes que en el periódico tenían que hacer cuatro ediciones en las que Cano siempre estaba al pendiente del trabajo periodístico: “Era una persona que entendía el valor que existía en esa mesa de redacción, era como si hubiese depositado los valores más importantes de su vida periodística. Fue una excelente escuela de la que salimos muchos”. 

El día oscuro 

Un 17 de diciembre de 1986, cuando Guillermo Cano salía en las horas de la noche de las oficinas de El Espectador en Bogotá, fue asesinado por un sicario que desde una motocicleta le propinó trece impactos de bala que acabaron con la vida de este periodista que, sin censura alguna, denunciaba todos los actos de violencia del narcotraficante Pablo Escobar y las mafias de esa época. 

“No tuve el privilegio de trabajar con él, trabajé con su familia, sus dos hijos, pero pertenezco a una generación que quedó partida en dos con el asesinato de Guillermo Cano. Nuestro único consuelo como periodistas fue estar en la marcha del silencio. No hubo radio, señales de televisión, no salieron los periódicos, no abrieron las salas de cine, lo que hubo fue un homenaje público de la sociedad bogotana a los periodistas y a la memoria de Guillermo Cano”, contó con tristeza Jorge Cardona. 

Agregó que Cano es recordado como un periodista que se enfrentó a narcotraficantes como Pablo Escobar, pero antes de eso promovía la prensa independiente: “Hay la necesidad de recuperar su memoria periodística porque el papel que jugó en el periodismo en los 80 y 90 es clave para entender la realidad en Colombia”. 

Historias que cuestan la vida 

En la década de los 70, 80, 90 y principios de los 2000, la labor periodística comenzó a ser vulnerada sistemáticamente con la censura por parte de dirigentes políticos y amenazas de muerte por grupos al margen de la ley. El periodismo se convirtió en un oficio de sumo riesgo en Colombia, un país que estaba en una “guerra de cobardes” en donde no había campos de batalla, sino atentados sicariales y balas por la espalda. 

En ese contexto, María Jimena Duzán y Jorge Cardona, al igual que muchos periodistas del país, como en el caso del jefe de redacción del diario EL PILÓN, Guzmán Quintero, quien  fue asesinado el 16 de septiembre de 1999 por investigaciones y denuncias de presuntas alianzas entre el Ejército Nacional y grupos paramilitares de la década,  contar historias era una “sentencia de muerte” de la que muchos no salieron ilesos. 

“Yo tengo una teoría que nació de estar siempre en situaciones complicadas y es que cuando uno comienza a hacer historias que son peligrosas uno no se da cuenta. Yo lo hice muy joven y no me dí cuenta de la profundidad que había en el hueco que yo iba cayendo. Si lo hubiera sabido, de pronto no habría hecho esas historias porque algo que he aprendido es que una historia no vale la vida de nadie”, dijo con tristeza en la voz Duzán. 

Con contundencia afirmó que la labor periodística no debe estar sujeta a la seguridad de la persona que la ejerce: “No puede ser que tengamos que exponer la vida como periodistas porque tenemos que sacar una historia, es al revés, a nosotros nos tienen que garantizar nuestra seguridad.  La vida del periodista vale para poder hacer esas historias y yo todavía aspiro a que eso pase aquí en Colombia”.  

Por Namieh Baute Barrios

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