Año tras año, desde los tres meses de edad, Juan Miguel Osorio Daza se prepara durante los días de Semana Santa para mostrar su respeto y devoción al Jesús de Nazareno. Juan Miguel hace parte de la comunidad de Jesús de Nazareno desde tan temprana edad cumpliendo con la promesa que hizo su tía, Alda Núñez, para que fuera sano de la meningitis que padeció al poco tiempo de nacer.
“Me dio meningitis, pero no la bacteriana sino la que da como por virosis, entonces mi tía, como siempre ha asistido a la iglesia, recurre y ofrece mi salud a Jesús de Nazareno”, recuerda Juan Miguel, quien hoy ya tiene 18 años. Desde entonces, reconoce, lleva profundamente arraigada esta tradición en su vida.
De allí que para él esto se haya convertido en algo esencial que recobra especial relevancia durante los días santos, cuando acude como muchos nazarenos más, a acompañar las procesiones que se celebran en estas fechas. “Llevo arraigado, está en mis entrañas seguir esta liturgia, esta promesa”, enfatiza.
Pero más allá de hacer el recorrido de las procesiones o cargar con las imágenes santas, para Juan Miguel este es el escenario ideal para brindar su agradecimiento a Jesucristo y también para entregar sus peticiones.
Según él mismo reconoce, a medida que cumple con los recorridos y va expresando de forma intima sus peticiones y plegarias, siente también que va liberando las cargas que lleva consigo y que paulatinamente se va liberando; una muestra de su fuerte fe y el compromiso con el cual emprende este papel cada año.
Sin embargo, como él mismo explica, la entrega como nazareno, que se entiende como ‘hermano’, no se limita únicamente a los días de procesión en medio de la Semana Mayor. Durante todo el año y ante la petición de la comunidad a la cual pertenece, la de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, también acude a participar de diferentes actividades que allí se realizan y para las cuales es convocada esta hermandad.
“Cada vez que hay una actividad la hermandad es la que la lleva a cabo, todas las procesiones, todas las liturgias, todo lo que tenga que ver con la iglesia, la hermandad se encarga de eso”, argumenta Osorio Daza.
Los nazarenos se han convertido con el paso de los años en una de las muestras más fervientes que tiene la fe y devoción dentro de la iglesia católica. Incluso se ha convertido en algo de especial notoriedad dentro de las mismas familias, quienes más allá de tener a uno de sus miembros como nazareno, lo han hecho un símbolo del compromiso con Cristo que tienen desde el seno de sus hogares.
En el caso de Juan Miguel, antes también hacían parte de la hermandad como él, su papá; Hernán, sus hermanos; Andrés Felipe y Hernán, y ahora quien sigue el mismo camino es su hermano menor Lucas Gabriel. Además, en todo momento ha contado con la compañía de diferentes miembros de su familia que lo rodean en cada actividad en la que peregrina como señal de entrega y amor por Cristo.
“Se siente reconfortante porque vas pidiendo y vas agradeciendo, aunque sabemos que hay más que agradecer que pedir. Ahora me acompañan mi mamá, mi hermanita, mi padrastro y unos amigos que siempre me han acompañado y mi tía que todos los años va”, destaca Juan Miguel, para quien su familia representa el respaldo y la confianza de la función que él cumple y para lo cual cree que es muy importante el hecho de que también comparten esta fe y devoción.
Sobre cómo es su preparación cada año para afrontar este camino, indica que no tiene un ritual especial o alguna costumbre en particular, pero tiene claro que cada prenda que utiliza son muestra de una simbología que significa unión, fraternidad, amistad, respeto, entre otros significados. “El significado que se puede decir es la cuerda que llevaba Cristo ceñida a la cintura yendo al camino del calvario”, manifiesta.
Eso sí para él se ha convertido en imprescindible asistir a la misa de tres de la tarde, el lavatorio de los pies, donde puede ser escogido en ocasiones para que le laven los pies, pero más allá de eso se mantiene en su actitud de agradecimiento y oración casi que permanente.
A pesar de que él llegó hasta allí como resultado de la promesa que hizo su tía Alda, el amor que ha sentido todo este tiempo por la hermandad es lo que más lo ha sostenido haciendo parte de la misma. Para él no representa una obligación sino que lo realiza con total entrega y pasión que han ido creciendo en él con el paso de los años.
“Mi tía feliz, siempre contenta porque gracias a Dios se le cumplió su promesa. En eso consiste en fe, si tú crees, hágale, si no que no te sientas presionado. Nunca lo he visto como una obligación sino como una vocación, como una necesidad, uno va en el cordón y va caminando, y va haciendo sus peticiones, va agradeciendo, va hablando con Dios”, sostiene Juan Miguel, quien al tiempo cree que el ser nazareno representa también mucho respecto.
Con relación a cuánto tiempo más estará dentro de esta hermandad, Juan Miguel no tiene una fecha exacta puesto que todavía conserva viva su pasión por este papel.
Entre tanto, pide que estas tradiciones se conserven y que sobre todo las personas muestren el mismo respeto y entrega de manera independiente a que se esté celebrando la Semana Santa. Igualmente continúa involucrado y se prepara ya para las próximas celebraciones mientras que va orientando e influyendo en la función de nazareno a su pequeño hermano, Lucas Gabriel, quien también como él representa el más arraigado sentir de devoción por la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Por: Daniela Rincones Julio / EL PILÓN
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