Con el tiempo, y con mucha perseverancia, Victor Soto logró convertirse en el apóstol del acordeón vallenato en Bogotá.
Este sábado 10 de diciembre se conoció la triste noticia del fallecimiento de Victor Soto Daza, conocido por ser el apóstol del acordeón vallenato, en la ciudad de Miami, Estados Unidos, donde residía.
¿Pero quién era Victor? El hombre, oriundo de Cañaverales, San Juan del Cesar, La Guajira, desde los 8 años trabajó en las labores asociadas al campo junto a su padres, pero en el fondo sabía que su felicidad era la música. Así que apenas pudo, después de los 20 años, se fue de la finca con Rafael Escalona. “Mientras dependiera de mi padre no iba a cultivar mi arte”, dijo en una entrevista que le concedió a Fredy González.
Teniendo en cuenta que Bogotá no contaba con un acordeonero residente, Escalona y Victor decidieron ganarse ese espacio en la capital del país. Cuentan que Victor Soto llegó a Bogotá con una chaqueta y los pasajes del bus prestados.
Para aquella época Bogotá era una ciudad de boleros y gaitas; sin embargo, el hombre, bastante arriesgado, iba a las fiestas con su instrumento, aunque no lo hubiesen invitado, y cuando la radiola dejaba de sonar, sacaba su acordeón y empezaba a tocar.
Con el tiempo, y con mucha perseverancia, Victor Soto logró convertirse en el apóstol del acordeón vallenato en Bogotá.
“El maestro Víctor Soto Daza nunca dio un concierto millonario, ni grabó comercialmente, así que pensando que su lucha había sido en vano se fue para Nueva York, condujo un taxi y hacía presentaciones esporádicas, luego se fue a vivir a Miami. Pocas personas sabían lo que este osado hombre significó para el vallenato en Bogotá. Sus notas tienen ese sabor a campo y a pueblo que ya poco se escucha”, concluyó Fredy González.
Con el tiempo, y con mucha perseverancia, Victor Soto logró convertirse en el apóstol del acordeón vallenato en Bogotá.
Este sábado 10 de diciembre se conoció la triste noticia del fallecimiento de Victor Soto Daza, conocido por ser el apóstol del acordeón vallenato, en la ciudad de Miami, Estados Unidos, donde residía.
¿Pero quién era Victor? El hombre, oriundo de Cañaverales, San Juan del Cesar, La Guajira, desde los 8 años trabajó en las labores asociadas al campo junto a su padres, pero en el fondo sabía que su felicidad era la música. Así que apenas pudo, después de los 20 años, se fue de la finca con Rafael Escalona. “Mientras dependiera de mi padre no iba a cultivar mi arte”, dijo en una entrevista que le concedió a Fredy González.
Teniendo en cuenta que Bogotá no contaba con un acordeonero residente, Escalona y Victor decidieron ganarse ese espacio en la capital del país. Cuentan que Victor Soto llegó a Bogotá con una chaqueta y los pasajes del bus prestados.
Para aquella época Bogotá era una ciudad de boleros y gaitas; sin embargo, el hombre, bastante arriesgado, iba a las fiestas con su instrumento, aunque no lo hubiesen invitado, y cuando la radiola dejaba de sonar, sacaba su acordeón y empezaba a tocar.
Con el tiempo, y con mucha perseverancia, Victor Soto logró convertirse en el apóstol del acordeón vallenato en Bogotá.
“El maestro Víctor Soto Daza nunca dio un concierto millonario, ni grabó comercialmente, así que pensando que su lucha había sido en vano se fue para Nueva York, condujo un taxi y hacía presentaciones esporádicas, luego se fue a vivir a Miami. Pocas personas sabían lo que este osado hombre significó para el vallenato en Bogotá. Sus notas tienen ese sabor a campo y a pueblo que ya poco se escucha”, concluyó Fredy González.