El sargento segundo fue detenido por miembros de la Décima Brigada del Ejército Nacional y Migración, en el sector conocido como ‘La Y’ del corregimiento de Los Corazones, jurisdicción de Valledupar.
A disposición del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería de Venezuela, SAIME, ubicado en el corregimiento de Paraguachón, La Guajira, fue dejado Gerardo José Rojas Castillo, el militar acusado de realizar actividades de espionaje en Valledupar, Cesar.
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Los encargados de trasladarlo a ese sitio fueron los funcionarios de Migración Colombia para que en las próximas horas fuera sacado del territorio nacional, al que no podría regresar durante el término de 10 años.
El militar fue detenido por miembros de la Décima Brigada del Ejército y Migración, en el sector conocido como ‘La Y’ del corregimiento de Los Corazones, en la vía que comunica a Valledupar con el vecino departamento de La Guajira.
El sargento segundo Gerardo Rojas, era procedente de la ciudad de Carora, del Estado Lara y hacía parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), bajo el mando del considerado dictador Nicolás Maduro.
Según las autoridades, Rojas Castillo durante su estadía en Valledupar se dedicó supuestamente a hacerse pasar por vendedor de jugo para vigilar un cantón militar de la ciudad.
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“Al parecer, fingía ser el dueño de un puesto de venta de jugos frente a las instalaciones militares y, posteriormente, logró ingresar a una empresa de Transportes de Valledupar como vigilante de seguridad, donde podía observar de forma permanente los movimientos externos del Cantón Militar de la Décima Brigada Blindada”, dijo el Ejército.
Según los datos recopilados, el hombre contaba con cursos y capacitaciones militares de la Dirección General Contrainteligencia Militar, DIGECIN, con un curso cazador de Fuerzas Especiales o Caribe, curso de paracaidista, curso de mando y conducción y curso de infiltración.
Es por eso la la Fuerza Militar consideró que su “misión era desarrollar actividades de espionaje a las unidades militares en el territorio nacional, especialmente sobre los departamentos de La Guajira y Cesar”. No obstante, en vez de ser judicializado en la capital del Cesar fue expulsado hacia su país de origen.
Esta no es la primera vez que militares provenientes de Venezuela llegan a la ciudad de los Santos Reyes. En el mes de marzo de 2019 un grupo de nueve soldados se entregaron en la Oficina de Migración de la ciudad cansados de la crisis en su país.
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Los extranjeros que hacían parte de la Guardia Nacional, Aviación Militar, Armada, entre otros, llegaron a la ciudad con el ánimo de solicitar apoyo o agilidad en las documentaciones pertinentes para estar en el territorio nacional, según indicó uno de ellos a EL PILÓN para la época del hecho.
“Tomé la determinación de abandonar el régimen tras ver que en nuestro propio comando no había alimentación para la tropa, no teníamos dotación, no recibíamos nada porque si el ministerio las daba no sabemos quién se las robaba. El sueldo de un soldado era cinco mil soberanos que alcanzaba como para un almuerzo. Uno tenía que buscar las mil maneras para llevar comida a su casa”, expresó el venezolano que por seguridad no entregó ese día su identidad.
Es así que otras fuentes consultadas por este medio de comunicación consideran que probablemente el ahora expulsado hacia parte de la lista de los militares que habían desertado.
El sargento segundo fue detenido por miembros de la Décima Brigada del Ejército Nacional y Migración, en el sector conocido como ‘La Y’ del corregimiento de Los Corazones, jurisdicción de Valledupar.
A disposición del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería de Venezuela, SAIME, ubicado en el corregimiento de Paraguachón, La Guajira, fue dejado Gerardo José Rojas Castillo, el militar acusado de realizar actividades de espionaje en Valledupar, Cesar.
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Los encargados de trasladarlo a ese sitio fueron los funcionarios de Migración Colombia para que en las próximas horas fuera sacado del territorio nacional, al que no podría regresar durante el término de 10 años.
El militar fue detenido por miembros de la Décima Brigada del Ejército y Migración, en el sector conocido como ‘La Y’ del corregimiento de Los Corazones, en la vía que comunica a Valledupar con el vecino departamento de La Guajira.
El sargento segundo Gerardo Rojas, era procedente de la ciudad de Carora, del Estado Lara y hacía parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), bajo el mando del considerado dictador Nicolás Maduro.
Según las autoridades, Rojas Castillo durante su estadía en Valledupar se dedicó supuestamente a hacerse pasar por vendedor de jugo para vigilar un cantón militar de la ciudad.
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“Al parecer, fingía ser el dueño de un puesto de venta de jugos frente a las instalaciones militares y, posteriormente, logró ingresar a una empresa de Transportes de Valledupar como vigilante de seguridad, donde podía observar de forma permanente los movimientos externos del Cantón Militar de la Décima Brigada Blindada”, dijo el Ejército.
Según los datos recopilados, el hombre contaba con cursos y capacitaciones militares de la Dirección General Contrainteligencia Militar, DIGECIN, con un curso cazador de Fuerzas Especiales o Caribe, curso de paracaidista, curso de mando y conducción y curso de infiltración.
Es por eso la la Fuerza Militar consideró que su “misión era desarrollar actividades de espionaje a las unidades militares en el territorio nacional, especialmente sobre los departamentos de La Guajira y Cesar”. No obstante, en vez de ser judicializado en la capital del Cesar fue expulsado hacia su país de origen.
Esta no es la primera vez que militares provenientes de Venezuela llegan a la ciudad de los Santos Reyes. En el mes de marzo de 2019 un grupo de nueve soldados se entregaron en la Oficina de Migración de la ciudad cansados de la crisis en su país.
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Los extranjeros que hacían parte de la Guardia Nacional, Aviación Militar, Armada, entre otros, llegaron a la ciudad con el ánimo de solicitar apoyo o agilidad en las documentaciones pertinentes para estar en el territorio nacional, según indicó uno de ellos a EL PILÓN para la época del hecho.
“Tomé la determinación de abandonar el régimen tras ver que en nuestro propio comando no había alimentación para la tropa, no teníamos dotación, no recibíamos nada porque si el ministerio las daba no sabemos quién se las robaba. El sueldo de un soldado era cinco mil soberanos que alcanzaba como para un almuerzo. Uno tenía que buscar las mil maneras para llevar comida a su casa”, expresó el venezolano que por seguridad no entregó ese día su identidad.
Es así que otras fuentes consultadas por este medio de comunicación consideran que probablemente el ahora expulsado hacia parte de la lista de los militares que habían desertado.