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Felva 2025 - 9 junio, 2025

Miguel Uribe Turbay y el subsuelo emocional: el atentado que revela las emociones tristes de Colombia

Mauricio García Villegas y Mario Jursich dialogaron sobre "El país de las emociones tristes", explorando cómo la falta de reglas, el menosprecio por lo público y el peso de la religión moldean el clima emocional y social de Colombia.

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El 7 de junio, en la Casa de la Cultura de Valledupar, la Feria del Libro de Valledupar (FELVA 2025) fue escenario de un conversatorio profundo y revelador en torno al libro “El país de las emociones tristes”, del reconocido politólogo y ensayista Mauricio García Villegas. Acompañado por el escritor y editor Mario Jursich, García Villegas desmenuzó las ideas centrales de su obra, explorando el trasfondo emocional y cultural que, según él, define la vida pública y privada de los colombianos.

Durante el conversatorio, Mauricio García Villegas abordó el atentado contra Miguel Uribe como un ejemplo alarmante de cómo la falta de reglas claras y el clima de crispación emocional pueden desembocar en tragedias colectivas. “Estamos en un momento muy delicado y yo creo que lo que hay que hacer es bajar un poco los ánimos, mirar las cosas un poco más reposadas”, reflexionó el autor, señalando que situaciones como el atentado no pueden explicarse solo desde la superficie política, sino que responden a un subsuelo emocional donde predominan la desconfianza y la hostilidad.

Leer: Felva 2025: “Los hombres no pueden ser feministas, pero sí pueden ser solidarios”: la reflexión de Florence Thomas sobre el feminismo

García Villegas enfatizó que, en Colombia, “cuando las reglas no son claras y cada uno puede sacar provecho, eso incita nuestras peores emociones, de competencia, de ganarle al otro, de lucha con el otro”, lo que termina alimentando un ambiente propicio para la violencia y el desborde social. Así, el caso de Uribe fue presentado como una advertencia sobre los riesgos de no construir un orden legítimo y eficaz que canalice las emociones colectivas hacia la convivencia y el respeto por la vida.

El desorden nacional

El autor subrayó que el desorden no es solo un problema práctico, sino también emocional y moral, capaz de desencadenar tragedias colectivas. “La ausencia de reglas crea tremendas tragedias colectivas, gravísimas tragedias colectivas, en donde cada cual luchando por salir adelante y por sacar el mayor provecho posible termina en la peor situación de todas”.

La metáfora de los andenes

García Villegas utilizó ejemplos cotidianos para ilustrar el deterioro del sentido de lo público en Colombia. Se refirió al estado de los andenes como símbolo de la indiferencia estatal y ciudadana: “Los andenes son por donde la gente camina. Pero el menosprecio de los alcaldes y de las administraciones públicas por los andenes me parece un tema significativo del menosprecio de la administración y del Estado por lo público”.

Esta privatización de lo común, ejemplificada en la apropiación de las aceras por parte de los vecinos, refleja, según el autor, una pérdida de cohesión social y de respeto por el bien común.

Religión, moral y cohesión social

El conversatorio abordó también el papel de la religión en la configuración de la mentalidad nacional. Aunque García Villegas reconoció una disminución en las prácticas religiosas, sostuvo que la mentalidad religiosa sigue presente en la forma en que los colombianos juzgan y se relacionan: “Nuestra conciencia moral sigue siendo una conciencia de curita de pueblo dogmático… Yo creo que un gran desafío nacional es pasar de una sociedad que estaba relativamente cohesionada por la religión… a una situación en donde la iglesia ya no tiene ese poder de regulación y legitimización, pero existe una moral pública cohesionadora. Y nosotros estamos en la mitad, sin haber logrado llegar a ese otro punto”.

El título del libro se inspira en el concepto de “emociones tristes” desarrollado por Baruch Spinoza, uno de los dos grandes referentes intelectuales de la obra junto a Charles Darwin. García Villegas explicó su atracción por la ética de Spinoza: Espinosa decía, ‘A mí no me interesa odiar, no me interesa vengarme, no me interesa tener envidia, porque eso me perjudica’. Era un tipo de una autenticidad tremenda… A mí siempre me interesó esa idea de las emociones tristes, que es un concepto muy bonito porque él podría haber dicho las emociones negativas, pero dijo tristes. ¿Por qué dijo tristes? Un poco por el efecto que causaba, no por lo que era, sino por el efecto que terminaban causando”.

El subsuelo emocional del país

Para García Villegas, comprender Colombia exige ir más allá de los hechos superficiales y explorar el “subsuelo emocional” de la sociedad: “Lo que hay que mirar es el alma del pueblo… en el fondo lo que hay es emociones… La dimensión emocional no explica todo, pero yo creo que sin lo emocional es muy poco lo que se entiende”.

El conversatorio cerró con un llamado a la reflexión colectiva sobre las emociones que mueven a la sociedad colombiana y la necesidad de construir una moral pública que sustituya la cohesión perdida con el declive de la religión. La charla, nutrida de anécdotas, análisis y citas filosóficas, dejó a los asistentes con el reto de pensar el país desde una perspectiva más profunda y humana.

Por: Katlin Navarro Luna / EL PILÓN

Felva 2025
9 junio, 2025

Miguel Uribe Turbay y el subsuelo emocional: el atentado que revela las emociones tristes de Colombia

Mauricio García Villegas y Mario Jursich dialogaron sobre "El país de las emociones tristes", explorando cómo la falta de reglas, el menosprecio por lo público y el peso de la religión moldean el clima emocional y social de Colombia.


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El 7 de junio, en la Casa de la Cultura de Valledupar, la Feria del Libro de Valledupar (FELVA 2025) fue escenario de un conversatorio profundo y revelador en torno al libro “El país de las emociones tristes”, del reconocido politólogo y ensayista Mauricio García Villegas. Acompañado por el escritor y editor Mario Jursich, García Villegas desmenuzó las ideas centrales de su obra, explorando el trasfondo emocional y cultural que, según él, define la vida pública y privada de los colombianos.

Durante el conversatorio, Mauricio García Villegas abordó el atentado contra Miguel Uribe como un ejemplo alarmante de cómo la falta de reglas claras y el clima de crispación emocional pueden desembocar en tragedias colectivas. “Estamos en un momento muy delicado y yo creo que lo que hay que hacer es bajar un poco los ánimos, mirar las cosas un poco más reposadas”, reflexionó el autor, señalando que situaciones como el atentado no pueden explicarse solo desde la superficie política, sino que responden a un subsuelo emocional donde predominan la desconfianza y la hostilidad.

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García Villegas enfatizó que, en Colombia, “cuando las reglas no son claras y cada uno puede sacar provecho, eso incita nuestras peores emociones, de competencia, de ganarle al otro, de lucha con el otro”, lo que termina alimentando un ambiente propicio para la violencia y el desborde social. Así, el caso de Uribe fue presentado como una advertencia sobre los riesgos de no construir un orden legítimo y eficaz que canalice las emociones colectivas hacia la convivencia y el respeto por la vida.

El desorden nacional

El autor subrayó que el desorden no es solo un problema práctico, sino también emocional y moral, capaz de desencadenar tragedias colectivas. “La ausencia de reglas crea tremendas tragedias colectivas, gravísimas tragedias colectivas, en donde cada cual luchando por salir adelante y por sacar el mayor provecho posible termina en la peor situación de todas”.

La metáfora de los andenes

García Villegas utilizó ejemplos cotidianos para ilustrar el deterioro del sentido de lo público en Colombia. Se refirió al estado de los andenes como símbolo de la indiferencia estatal y ciudadana: “Los andenes son por donde la gente camina. Pero el menosprecio de los alcaldes y de las administraciones públicas por los andenes me parece un tema significativo del menosprecio de la administración y del Estado por lo público”.

Esta privatización de lo común, ejemplificada en la apropiación de las aceras por parte de los vecinos, refleja, según el autor, una pérdida de cohesión social y de respeto por el bien común.

Religión, moral y cohesión social

El conversatorio abordó también el papel de la religión en la configuración de la mentalidad nacional. Aunque García Villegas reconoció una disminución en las prácticas religiosas, sostuvo que la mentalidad religiosa sigue presente en la forma en que los colombianos juzgan y se relacionan: “Nuestra conciencia moral sigue siendo una conciencia de curita de pueblo dogmático… Yo creo que un gran desafío nacional es pasar de una sociedad que estaba relativamente cohesionada por la religión… a una situación en donde la iglesia ya no tiene ese poder de regulación y legitimización, pero existe una moral pública cohesionadora. Y nosotros estamos en la mitad, sin haber logrado llegar a ese otro punto”.

El título del libro se inspira en el concepto de “emociones tristes” desarrollado por Baruch Spinoza, uno de los dos grandes referentes intelectuales de la obra junto a Charles Darwin. García Villegas explicó su atracción por la ética de Spinoza: Espinosa decía, ‘A mí no me interesa odiar, no me interesa vengarme, no me interesa tener envidia, porque eso me perjudica’. Era un tipo de una autenticidad tremenda… A mí siempre me interesó esa idea de las emociones tristes, que es un concepto muy bonito porque él podría haber dicho las emociones negativas, pero dijo tristes. ¿Por qué dijo tristes? Un poco por el efecto que causaba, no por lo que era, sino por el efecto que terminaban causando”.

El subsuelo emocional del país

Para García Villegas, comprender Colombia exige ir más allá de los hechos superficiales y explorar el “subsuelo emocional” de la sociedad: “Lo que hay que mirar es el alma del pueblo… en el fondo lo que hay es emociones… La dimensión emocional no explica todo, pero yo creo que sin lo emocional es muy poco lo que se entiende”.

El conversatorio cerró con un llamado a la reflexión colectiva sobre las emociones que mueven a la sociedad colombiana y la necesidad de construir una moral pública que sustituya la cohesión perdida con el declive de la religión. La charla, nutrida de anécdotas, análisis y citas filosóficas, dejó a los asistentes con el reto de pensar el país desde una perspectiva más profunda y humana.

Por: Katlin Navarro Luna / EL PILÓN