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Deportes - 10 noviembre, 2018

Mandy, la patinadora que no sabe perder

Hoy el periodista Juan Rincón Vanegas nos cuenta la historia de una pequeña patinadora chiriguanera que se proyecta como una de las mejores velocistas del Cesar.

Magola Martínez y su bisnieta Mandy Hermidas, quien a sus 10 años suma una gran cantidad de triunfos - Foto Juan Rincón Vanegas.
Magola Martínez y su bisnieta Mandy Hermidas, quien a sus 10 años suma una gran cantidad de triunfos - Foto Juan Rincón Vanegas.

En la pista de la vida corre una historia que marca el menor tiempo posible porque el reloj de repente se detuvo cuando nadie lo espera. Es la historia de la niña patinadora María Magdalena Hermida Escobar, conocida como Mandy, quien desde hace dos años se puso los patines para darle alegrías a su querida tierra Chiriguaná, a su colegio, a su familia, pero especialmente a su bisabuela, esa que la acompaña a todas las competencias, y vive pendiente de ella a pesar de sus dolencias debido a su edad. “Tengo 72 años, gracias a Dios, y lo que falta”, dice sonriendo.

Seguidamente señaló. “Mandy, la hija de mi nieta Lizeth, es un pedazo de mi alma, la que me hace alegrar, aunque me falten las fuerzas. Al nacer llegó a nuestro hogar y nosotros no le negamos nada. La verdad, es que hemos querido que sea una niña de bien y gran deportista”.

La historia de Mandy, sucedió tan rápido como ella lo hace en la pista. Un día, un hombre se ganó el amor de Lizeth, su mamá, y al poco tiempo ella supo que estaba embazada. Él, al saberlo se perdió de su entorno y jamás regresó. Solamente se sintió como la brisa en el desierto o la luz de la aurora que cumple rápido su ciclo hasta que el día es perfecto.
Al nacer la niña, Lizeth le puso sus apellidos, y al poco tiempo partió a trabajar, dejándola al cuidado de su abuela-mamá Magdalena Martínez Arévalo, a quien todos llaman por cariño Magola.

La historia se repitió, porque Lizeth también nació de un amor fugaz, teniendo como protectores a unos abuelos, Magola y Antonio, que nuevamente han sabido llevar con mucho amor el encargo de una bisnieta o sea una nueva hija. Ya lo dijo acertadamente el periodista Juan Gossaín: “Un nieto es un hijo que uno tiene dos veces”.

Alegrías a la distancia

Lizeth, desde Bogotá, donde trabaja, vive pendiente de la vida de su amada hija. Es su alegría, su desvelo y se entera al instante de todo lo que gira a su alrededor. Ella, su única hija, es la luz de sus ojos y el mejor regalo que Dios le otorgó el lunes 25 de febrero de 2008.

Esta es una familia unida alrededor de los gigantes sueños de Mandy, quien ha alcanzado muchas medallas en distintas competencias. Práctica el patinaje desde hace dos años y ha obtenido un total de 24 medallas que están colgadas en la sala de la casa. Es ese trono grande y único que la perseverancia concede a los mejores deportistas.

Las dos últimas medallas de oro, en 100 y 200 metros, categoría 10 años, se las ganó en el Octavo Festival Nacional de Escuelas y Clubes de Patinaje de Carreras, llevado a cabo el pasado fin de semana en el Patinódromo Elías Ochoa Daza de Valledupar.

El desempeño de esta deportista tiene feliz al equipo Golden Skate de Chiriguaná, Cesar, que dirige el entrenador Frank Malkun Royero, quien anotó que se viene haciendo un trabajo serio, con disciplina y acorde a las circunstancias, teniendo únicamente el apoyo de los padres de familia que con mucho sacrificio aportan sus cuotas, uniformes, patines y demás.

“Venimos trabajando desde hace año y medio, alcanzando en esta ocasión con 42 participantes un total de 72 medallas, entre ellas 24 de oro, lo que nos permitió ocupar el segundo puesto en el certamen ante 82 escuelas procedentes de todo el país”.

El técnico hizo una pausa y continuó diciendo. “Este es un esfuerzo de todos los que hacemos parte de esta familia y esperamos nos apoyen para seguir proporcionándoles a los deportistas un espacio adecuado en sus tiempos libres y obteniendo triunfos. Estamos contentos con el rendimiento de nuestra escuela y el próximo evento será en Cartagena”.

El tiempo sigue avanzando demasiado veloz y Mandy, la niña morena de ojos grandes y largas trenzas, está estudiando sexto grado en el Colegio Juan Mejía Gómez, donde es una excelente alumna. Su pasión es el patinaje y la música del cantante Silvestre Dangond, a quien anhela conocer.

Esta vez, en la competencia le correspondió el número 908 y su principal patrocinadora, seguidora y animadora como siempre fue su bisabuela Magola, quien a la distancia gritaba y la animaba. Minutos antes, le había pedido a Dios por su victoria, con una silenciosa oración que con los ojos cerrados trasladaba de su mente hasta sus labios.

María Magdalena Hermida Escobar, Mandy, deportista destacada del patinaje cesarense – Foto Juan Rincón Vanegas

Palabras sabias de Magola

En la última competencia de 400 metros Mandy no ganó como en las dos veces anteriores. Solamente alcanzó el cuatro puesto. Regresó de la pista triste y llorosa. Quería volver a ganar, pero no pudo porque debido a la larga y agotadora jornada se quedó un poco en la partida y no recuperó la distancia perdida.

Su bisabuela con su caminar pausado y denotando el cansancio de dos días de trajín, fue a su encuentro, la abrazó y con palabras sabias y llenas de amor maternal le dijo: “Hija, tranquila, que van a llegar más victorias, vas a ser Campeona Mundial, y cuando eso suceda ojalá Dios me tenga con vida para celebrar y llorar de alegría”.

La patinadora estrella miró por un instante el rostro de su querida bisabuela, la misma que ha dejado sin trabajo a los ángeles de la guarda; le agradeció el consejo y comprendió de alguna manera aquella famosa frase expresada por el técnico Francisco ‘Pacho’ Maturana: “Perder, es ganar un poco”.

Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv

Deportes
10 noviembre, 2018

Mandy, la patinadora que no sabe perder

Hoy el periodista Juan Rincón Vanegas nos cuenta la historia de una pequeña patinadora chiriguanera que se proyecta como una de las mejores velocistas del Cesar.


Magola Martínez y su bisnieta Mandy Hermidas, quien a sus 10 años suma una gran cantidad de triunfos - Foto Juan Rincón Vanegas.
Magola Martínez y su bisnieta Mandy Hermidas, quien a sus 10 años suma una gran cantidad de triunfos - Foto Juan Rincón Vanegas.

En la pista de la vida corre una historia que marca el menor tiempo posible porque el reloj de repente se detuvo cuando nadie lo espera. Es la historia de la niña patinadora María Magdalena Hermida Escobar, conocida como Mandy, quien desde hace dos años se puso los patines para darle alegrías a su querida tierra Chiriguaná, a su colegio, a su familia, pero especialmente a su bisabuela, esa que la acompaña a todas las competencias, y vive pendiente de ella a pesar de sus dolencias debido a su edad. “Tengo 72 años, gracias a Dios, y lo que falta”, dice sonriendo.

Seguidamente señaló. “Mandy, la hija de mi nieta Lizeth, es un pedazo de mi alma, la que me hace alegrar, aunque me falten las fuerzas. Al nacer llegó a nuestro hogar y nosotros no le negamos nada. La verdad, es que hemos querido que sea una niña de bien y gran deportista”.

La historia de Mandy, sucedió tan rápido como ella lo hace en la pista. Un día, un hombre se ganó el amor de Lizeth, su mamá, y al poco tiempo ella supo que estaba embazada. Él, al saberlo se perdió de su entorno y jamás regresó. Solamente se sintió como la brisa en el desierto o la luz de la aurora que cumple rápido su ciclo hasta que el día es perfecto.
Al nacer la niña, Lizeth le puso sus apellidos, y al poco tiempo partió a trabajar, dejándola al cuidado de su abuela-mamá Magdalena Martínez Arévalo, a quien todos llaman por cariño Magola.

La historia se repitió, porque Lizeth también nació de un amor fugaz, teniendo como protectores a unos abuelos, Magola y Antonio, que nuevamente han sabido llevar con mucho amor el encargo de una bisnieta o sea una nueva hija. Ya lo dijo acertadamente el periodista Juan Gossaín: “Un nieto es un hijo que uno tiene dos veces”.

Alegrías a la distancia

Lizeth, desde Bogotá, donde trabaja, vive pendiente de la vida de su amada hija. Es su alegría, su desvelo y se entera al instante de todo lo que gira a su alrededor. Ella, su única hija, es la luz de sus ojos y el mejor regalo que Dios le otorgó el lunes 25 de febrero de 2008.

Esta es una familia unida alrededor de los gigantes sueños de Mandy, quien ha alcanzado muchas medallas en distintas competencias. Práctica el patinaje desde hace dos años y ha obtenido un total de 24 medallas que están colgadas en la sala de la casa. Es ese trono grande y único que la perseverancia concede a los mejores deportistas.

Las dos últimas medallas de oro, en 100 y 200 metros, categoría 10 años, se las ganó en el Octavo Festival Nacional de Escuelas y Clubes de Patinaje de Carreras, llevado a cabo el pasado fin de semana en el Patinódromo Elías Ochoa Daza de Valledupar.

El desempeño de esta deportista tiene feliz al equipo Golden Skate de Chiriguaná, Cesar, que dirige el entrenador Frank Malkun Royero, quien anotó que se viene haciendo un trabajo serio, con disciplina y acorde a las circunstancias, teniendo únicamente el apoyo de los padres de familia que con mucho sacrificio aportan sus cuotas, uniformes, patines y demás.

“Venimos trabajando desde hace año y medio, alcanzando en esta ocasión con 42 participantes un total de 72 medallas, entre ellas 24 de oro, lo que nos permitió ocupar el segundo puesto en el certamen ante 82 escuelas procedentes de todo el país”.

El técnico hizo una pausa y continuó diciendo. “Este es un esfuerzo de todos los que hacemos parte de esta familia y esperamos nos apoyen para seguir proporcionándoles a los deportistas un espacio adecuado en sus tiempos libres y obteniendo triunfos. Estamos contentos con el rendimiento de nuestra escuela y el próximo evento será en Cartagena”.

El tiempo sigue avanzando demasiado veloz y Mandy, la niña morena de ojos grandes y largas trenzas, está estudiando sexto grado en el Colegio Juan Mejía Gómez, donde es una excelente alumna. Su pasión es el patinaje y la música del cantante Silvestre Dangond, a quien anhela conocer.

Esta vez, en la competencia le correspondió el número 908 y su principal patrocinadora, seguidora y animadora como siempre fue su bisabuela Magola, quien a la distancia gritaba y la animaba. Minutos antes, le había pedido a Dios por su victoria, con una silenciosa oración que con los ojos cerrados trasladaba de su mente hasta sus labios.

María Magdalena Hermida Escobar, Mandy, deportista destacada del patinaje cesarense – Foto Juan Rincón Vanegas

Palabras sabias de Magola

En la última competencia de 400 metros Mandy no ganó como en las dos veces anteriores. Solamente alcanzó el cuatro puesto. Regresó de la pista triste y llorosa. Quería volver a ganar, pero no pudo porque debido a la larga y agotadora jornada se quedó un poco en la partida y no recuperó la distancia perdida.

Su bisabuela con su caminar pausado y denotando el cansancio de dos días de trajín, fue a su encuentro, la abrazó y con palabras sabias y llenas de amor maternal le dijo: “Hija, tranquila, que van a llegar más victorias, vas a ser Campeona Mundial, y cuando eso suceda ojalá Dios me tenga con vida para celebrar y llorar de alegría”.

La patinadora estrella miró por un instante el rostro de su querida bisabuela, la misma que ha dejado sin trabajo a los ángeles de la guarda; le agradeció el consejo y comprendió de alguna manera aquella famosa frase expresada por el técnico Francisco ‘Pacho’ Maturana: “Perder, es ganar un poco”.

Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv