“Ya está bueno, no hay derecho a tanta desidia en la administración departamental”.
Las elecciones regionales ya están aquí; en pequeñas conversaciones con el ciudadano de a pie, el pedestre, el viandante, ese que usted ve conduciendo una carretilla llena de verduras pregonando los frutos del pancoger, con el vendedor ambulante estacionario carente de oportunidades, ese que no sabe que les espera, como célebremente cantó el filósofo del país vallenato Diomedes Díaz cuando pronunció: “pero mañana sé que eres capaz, de tirarme al olvido”; con el que parquea su moto con la firme decisión de ganarle a la vida unos billetes, con la hija desertora del sistema educativo, fue clara la desilusión en sus respectivas respuestas sobre el devenir y ante las próximas elección popular a celebrarse, las reacciones fueron diversas, ásperas, desoladoras, condenatorias y esperanzadoras.
Ante esa situación no hay duda de que debe realizarse una labor de pedagogía comunitaria para devolverle a nuestros jóvenes la fe de que hay siempre un mejor mañana y fue por ello que ante la insinuación de depositar la confianza en la pretensión legítima de Claudia Margarita Zuleta Murgas, a la gobernación del departamento del Cesar la receptividad fue como de amor a primera vista y al preguntarles el porqué de su sonrisa de ponqué recién horneado casi que la respuesta fue unísona: “ya está bueno de tanta inmundicia, de los mismos con las mismas y no pasa nada”.
Debo reconocer que tienen razón, ya está bueno, no hay derecho a tanta desidia en la administración departamental, donde la mayoría de los contratistas son de otros departamentos de Colombia, donde el dinero circulante se evapora como perfume en el aire (dijo Beto Daza), donde las obras están sujetas a las adiciones de plazo y recursos, en una clara falta de planeación, con una contratación sin estudios de prefactibilidad y factibilidad creíble y bajo el barniz de legalidad de una norma plagadas de trampas, que las convierten en elefantes blancos y a veces hasta inútiles.
Es por ello que la calidad de la educación se ubica en los últimos lugares a nivel nacional, los hospitales abandonados y tercerizadas sus funciones vitales para el enriquecimiento de otros, la alimentación de nuestros niños es de desnutrición, la iniciativa privada es vetada ya que el mercado se encuentra radicalizado en empresas familiares a los gobernantes, es decir, no hay chance para más ninguno en las inversiones con el erario del departamento.
Lo vivido en el seguimiento por varios municipios del Cesar en la cruzada por su rescate, es un levantamiento social democrático y civilizado, es un fervor, una reacción química sin precedente del simpatizante y la dama de la salvación, es una traga sin límite, ese gustico y esa intranquilidad de querer estar todo el tiempo con ella y que no se vaya pues el aroma de sus ideas, esa fuerza de gravedad que atrae a hombres, mujeres, ancianos, niños es homogéneo por donde pasa.
Aquí la persona común siente que sus derechos valen, que su voto es un grito de libertad, que su admiración a la causa por el departamento del Cesar es por el bien general, que su conciencia llega y se pega como la tinta al papel a Claudia Margarita Zuleta Murgas, sin contraprestación alguna a cambio y menos de tipo material, donde hacen esfuerzos hasta por vestir sus colores al momento de su paso por su terruño, inclusive.
No dejes de leer: Claudia Margarita ganaría la Gobernación del Cesar, según la última gran encuesta
Y ello es tan cierto que a veces no hay recursos ni para una bolsa de agua, puesto que el motor de la campaña no es el dinero si no el corazón del pueblo, las lágrimas de alegría de los abuelos y abuelas. Debo confesar que hacía mucho tiempo no se veía tanto despliegue de amor por una causa social como es la de recuperar al departamento del Cesar.
Es una clara demostración que el verdadero amor ni se compra ni se vende, que el corazón no tiene precio. Claudia Margarita Zuleta, el esfuerzo, el sacrificio, el sudor, el llanto de tu pueblo es la nutrición de tu corazón, por eso nos representas; lleva la estatua de la libertad al Cerro Murillo y le digas al departamento del Cesar: ¡libertad, libertad, libertad!
“Ya está bueno, no hay derecho a tanta desidia en la administración departamental”.
Las elecciones regionales ya están aquí; en pequeñas conversaciones con el ciudadano de a pie, el pedestre, el viandante, ese que usted ve conduciendo una carretilla llena de verduras pregonando los frutos del pancoger, con el vendedor ambulante estacionario carente de oportunidades, ese que no sabe que les espera, como célebremente cantó el filósofo del país vallenato Diomedes Díaz cuando pronunció: “pero mañana sé que eres capaz, de tirarme al olvido”; con el que parquea su moto con la firme decisión de ganarle a la vida unos billetes, con la hija desertora del sistema educativo, fue clara la desilusión en sus respectivas respuestas sobre el devenir y ante las próximas elección popular a celebrarse, las reacciones fueron diversas, ásperas, desoladoras, condenatorias y esperanzadoras.
Ante esa situación no hay duda de que debe realizarse una labor de pedagogía comunitaria para devolverle a nuestros jóvenes la fe de que hay siempre un mejor mañana y fue por ello que ante la insinuación de depositar la confianza en la pretensión legítima de Claudia Margarita Zuleta Murgas, a la gobernación del departamento del Cesar la receptividad fue como de amor a primera vista y al preguntarles el porqué de su sonrisa de ponqué recién horneado casi que la respuesta fue unísona: “ya está bueno de tanta inmundicia, de los mismos con las mismas y no pasa nada”.
Debo reconocer que tienen razón, ya está bueno, no hay derecho a tanta desidia en la administración departamental, donde la mayoría de los contratistas son de otros departamentos de Colombia, donde el dinero circulante se evapora como perfume en el aire (dijo Beto Daza), donde las obras están sujetas a las adiciones de plazo y recursos, en una clara falta de planeación, con una contratación sin estudios de prefactibilidad y factibilidad creíble y bajo el barniz de legalidad de una norma plagadas de trampas, que las convierten en elefantes blancos y a veces hasta inútiles.
Es por ello que la calidad de la educación se ubica en los últimos lugares a nivel nacional, los hospitales abandonados y tercerizadas sus funciones vitales para el enriquecimiento de otros, la alimentación de nuestros niños es de desnutrición, la iniciativa privada es vetada ya que el mercado se encuentra radicalizado en empresas familiares a los gobernantes, es decir, no hay chance para más ninguno en las inversiones con el erario del departamento.
Lo vivido en el seguimiento por varios municipios del Cesar en la cruzada por su rescate, es un levantamiento social democrático y civilizado, es un fervor, una reacción química sin precedente del simpatizante y la dama de la salvación, es una traga sin límite, ese gustico y esa intranquilidad de querer estar todo el tiempo con ella y que no se vaya pues el aroma de sus ideas, esa fuerza de gravedad que atrae a hombres, mujeres, ancianos, niños es homogéneo por donde pasa.
Aquí la persona común siente que sus derechos valen, que su voto es un grito de libertad, que su admiración a la causa por el departamento del Cesar es por el bien general, que su conciencia llega y se pega como la tinta al papel a Claudia Margarita Zuleta Murgas, sin contraprestación alguna a cambio y menos de tipo material, donde hacen esfuerzos hasta por vestir sus colores al momento de su paso por su terruño, inclusive.
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Y ello es tan cierto que a veces no hay recursos ni para una bolsa de agua, puesto que el motor de la campaña no es el dinero si no el corazón del pueblo, las lágrimas de alegría de los abuelos y abuelas. Debo confesar que hacía mucho tiempo no se veía tanto despliegue de amor por una causa social como es la de recuperar al departamento del Cesar.
Es una clara demostración que el verdadero amor ni se compra ni se vende, que el corazón no tiene precio. Claudia Margarita Zuleta, el esfuerzo, el sacrificio, el sudor, el llanto de tu pueblo es la nutrición de tu corazón, por eso nos representas; lleva la estatua de la libertad al Cerro Murillo y le digas al departamento del Cesar: ¡libertad, libertad, libertad!