Los departamentos del Cesar, Sucre y La Guajira están en una situación mucho peor en 2023 que en 2014. No solo se ha perdido una década en la lucha contra la pobreza, sino que la situación es aún más grave.
Recientemente, el DANE publicó los datos de pobreza monetaria departamental del año 2023 y la situación del Cesar es preocupante. Es momento de exigir rendición de cuentas, realizar balances y definir responsabilidades. El Cesar es el cuarto departamento más pobre del país y, lo que es aún más alarmante, va en contravía de la tendencia nacional e incluso mundial de reducción de la pobreza. En el Cesar, la pobreza está aumentando.
El umbral de pobreza en el departamento es de $385.457 por persona. Se considera pobre a una familia de cuatro integrantes cuyos ingresos totales no superan los $1.542.000, apenas un poco más de un salario mínimo. Sin embargo, el 52.2% de los cesarenses no alcanza esta cifra. Lo más preocupante es que el departamento avanza en sentido contrario a la tendencia nacional de disminución de la pobreza, siendo uno de los tres entes territoriales que se comportó como el cangrejo, retrocedió.
Sin embargo, hay experiencias positivas en el Caribe. De hecho, cuatro de los primeros siete departamentos que más redujeron la pobreza entre 2022 y 2023 pertenecen a esta región, siendo dos de ellos los que registraron las mayores reducciones. Ahora bien, si se analizan los 7 departamentos caribeños para los que hay datos (San Andrés no tiene GEIH) en un período más largo, los últimos 10 años, se hace el siguiente análisis.
Lo primero es dividir este decenio en dos períodos: pre y post-covid. En el primero, entre 2014 y 2019, se destacan avances significativos únicamente en el Atlántico, que logró reducir la pobreza en 5.3 puntos porcentuales, bajando del 32.6% al 27.3%. En contraste, departamentos como Cesar y La Guajira experimentaron un aumento, pasando del 47.2% al 51.7% y del 57% al 61.8%, respectivamente. Los otros departamentos se mantuvieron relativamente estables, lo que representa un quinquenio perdido para ellos.
La historia es diferente en el período post-covid. Tomando como referencia el año 2020, todos los departamentos del Caribe experimentaron una recuperación relativamente positiva, al igual que el resto del país, excepto Sucre, donde la pobreza aumentó, situándose en una condición peor que durante la pandemia. Destacan las recuperaciones del Magdalena y del Atlántico, que lograron superar el promedio nacional.
Sin embargo, al analizar los últimos 10 años, se observa que en general la región Caribe ha tenido avances mediocres en la lucha contra la pobreza. En términos globales, el departamento con mayor reducción de pobreza fue Magdalena, principalmente durante el período post-covid. En una década, la pobreza disminuyó 7 puntos porcentuales, pasando del 54.6% al 47.6%. Le siguen Córdoba y Atlántico, aunque con reducciones cercanas a la mitad de las logradas por Magdalena.
Bolívar no presentó avances ni retrocesos al comparar 2014 y 2023. En contraste, Cesar, Sucre y La Guajira están en una situación mucho peor en 2023 que en 2014. No solo se ha perdido una década en la lucha contra la pobreza, sino que la situación es aún más grave. Actualmente, en el Cesar hay 709.000 personas en situación de pobreza; en La Guajira, 664.000. De estas, 308.000 en el Cesar se encuentran en pobreza extrema, es decir, en condiciones de miseria, sin los recursos suficientes para alimentarse, mientras que, en La Guajira, 412.000 personas también viven en la miseria.
En resumen, al analizar el panorama nacional durante los últimos 10 años, si se miran los extremos, el Cauca redujo la pobreza en casi 18 puntos porcentuales, mientras que La Guajira la aumentó en 8 puntos porcentuales. Los tres departamentos que, en lugar de reducir la pobreza, la incrementaron durante este período pertenecen a la región Caribe: Cesar, Sucre y La Guajira.
En los últimos 10 años (2013-2023), el número de personas en situación de pobreza en el departamento aumentó de 506.000 a 709.000, lo que representa un crecimiento del 40%. Es decir, 201.000 personas más cayeron en la pobreza, un aumento equivalente a casi la mitad de la población de Valledupar. Como se puede observar en la gráfica 3, aunque en 2021 la cifra alcanzó los 722.000 pobres debido al impacto del COVID-19, en la etapa post-covid apenas ha disminuido a 709.000, lo que significa que solo 13.000 personas han salido de la pobreza, una cifra realmente baja.
En paralelo, la población total del Cesar pasó de 1.078.000 habitantes en 2013 a 1.374.000 en 2023, lo que representa un crecimiento de 296.000 personas, es decir, un aumento del 27%. Mientras tanto, la pobreza creció un 40%.
No dejes de leer: Valledupar volvió al primer puesto por inflación anual en Colombia
Ahora bien, según Granger y Espinoza (Contexto Media Sep. 4/ 2024) al hacer un análisis sobre los determinantes en los cambios en la pobreza encontraron que, para Valledupar, mientras el crecimiento disminuyó la pobreza en 5.56 p.p, la distribución y la inflación la aumentaron en 1.9 p.p. y 5.02 p.p. Es decir, la inflación es el gran enemigo que hay que derrotar si se quiere disminuir la pobreza en el Cesar, no en balde Valledupar a agosto del 2024 es la ciudad capital en dónde más han subido los alimentos en Colombia, óigase bien, en todo el país con un 7.36% anual.
Con el fin de reducir la pobreza en el Cesar, se recomiendan tres medidas que podrían tener efectos en el mediano plazo.
Existen dos elementos cruciales en este ámbito: el costo de la electricidad y el costo de los alimentos. En cuanto al primero, la administración municipal tiene pocas opciones para intervenir directamente, aparte de presionar y hacer alianzas con los entes necesarios y gestionar para que el Gobierno nacional logre reducir los precios.
En el caso de los alimentos, sin embargo, es posible tomar medidas más concretas. Como ha señalado CESORE, es fundamental identificar los alimentos de mayor precio y promover políticas públicas de apoyo al campesinado local para que puedan producir estos productos, siempre que las condiciones agroecológicas y climáticas del municipio lo permitan.
Además, se podrían fomentar alianzas con otros municipios del área metropolitana y solicitar el apoyo del departamento para implementar un programa de “sustitución de importaciones de productos de alto costo”.
En cuanto a la distribución, también es posible intervenir, especialmente en relación con los subsidios asignados a través del sistema SISBEN en el departamento. El análisis realizado por Granger y Espinoza muestra que la distribución del ingreso va en dirección opuesta a lo que debería ser, ya que el ingreso se está concentrando en lugar de distribuirse de manera más equitativa.
Una razón puede ser filtraciones en la selección de beneficiarios del SISBEN. Se encuentran incluidos algunos que no son y excluidos algunos que deben estar. Por lo tanto, es necesario hacer un esfuerzo doble: en primer lugar, depurar el SISBEN, y en segundo lugar, ser muy cuidadoso en la selección de los nuevos subsidios que otorgará el Gobierno nacional, en particular los destinados a los ancianos. Es crucial eliminar la politiquería del SISBEN. Si se logra una asignación adecuada de los subsidios, se puede reducir la pobreza.
Finalmente, y haciendo un llamado al sector empresarial, es importante destacar que, aunque el Cesar, y en particular Valledupar, está logrando reducir el desempleo, este avance está asociado a empleos de baja calidad. La informalidad en Valledupar alcanza el 59,6%, la cuarta más alta del país.
Esto indica que hay numerosos negocios informales, como mototaxismo y ventas callejeras, que no generan ingresos suficientes para un nivel de vida digno.
Por lo tanto, es crucial generar empleos de calidad o, al menos, mejor remunerados. Esto comienza por mejorar las condiciones educativas de los aproximadamente 16.000 desempleados de Valledupar, muchos de los cuales se encuentran en la categoría de NINIS (ni estudian ni trabajan) y necesitan continuar su formación para mejorar sus ingresos.
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Una propuesta de CESORE consiste en subsidiar un número significativo de becas completas para los bachilleres, con el objetivo de que puedan continuar sus estudios en carreras técnicas y tecnológicas pertinentes que respondan a las necesidades del mercado regional.
El costo estimado es de aproximadamente $3.080.000 por alumno al año, lo cual incluye el pago educativo, así como subsidios para transporte e internet. Educar al menos a 2.000 estudiantes anuales tendría un costo total aproximadamente de 6.160 millones de pesos, una cifra perfectamente factible para un municipio como Valledupar y aún más para un departamento como el Cesar.
En resumen, la pobreza se puede reducir mediante tres vías: disminuyendo la inflación, distribuyendo mejor los subsidios y generando más y mejores empleos. Estas son las salidas; ninguna es milagrosa y todas requieren tiempo, recursos, esfuerzo y, sobre todo, voluntad política.
Por: Fernando Herrera Araújo, director CESORE.
Harold Caro, asistente de Investigación.
Los departamentos del Cesar, Sucre y La Guajira están en una situación mucho peor en 2023 que en 2014. No solo se ha perdido una década en la lucha contra la pobreza, sino que la situación es aún más grave.
Recientemente, el DANE publicó los datos de pobreza monetaria departamental del año 2023 y la situación del Cesar es preocupante. Es momento de exigir rendición de cuentas, realizar balances y definir responsabilidades. El Cesar es el cuarto departamento más pobre del país y, lo que es aún más alarmante, va en contravía de la tendencia nacional e incluso mundial de reducción de la pobreza. En el Cesar, la pobreza está aumentando.
El umbral de pobreza en el departamento es de $385.457 por persona. Se considera pobre a una familia de cuatro integrantes cuyos ingresos totales no superan los $1.542.000, apenas un poco más de un salario mínimo. Sin embargo, el 52.2% de los cesarenses no alcanza esta cifra. Lo más preocupante es que el departamento avanza en sentido contrario a la tendencia nacional de disminución de la pobreza, siendo uno de los tres entes territoriales que se comportó como el cangrejo, retrocedió.
Sin embargo, hay experiencias positivas en el Caribe. De hecho, cuatro de los primeros siete departamentos que más redujeron la pobreza entre 2022 y 2023 pertenecen a esta región, siendo dos de ellos los que registraron las mayores reducciones. Ahora bien, si se analizan los 7 departamentos caribeños para los que hay datos (San Andrés no tiene GEIH) en un período más largo, los últimos 10 años, se hace el siguiente análisis.
Lo primero es dividir este decenio en dos períodos: pre y post-covid. En el primero, entre 2014 y 2019, se destacan avances significativos únicamente en el Atlántico, que logró reducir la pobreza en 5.3 puntos porcentuales, bajando del 32.6% al 27.3%. En contraste, departamentos como Cesar y La Guajira experimentaron un aumento, pasando del 47.2% al 51.7% y del 57% al 61.8%, respectivamente. Los otros departamentos se mantuvieron relativamente estables, lo que representa un quinquenio perdido para ellos.
La historia es diferente en el período post-covid. Tomando como referencia el año 2020, todos los departamentos del Caribe experimentaron una recuperación relativamente positiva, al igual que el resto del país, excepto Sucre, donde la pobreza aumentó, situándose en una condición peor que durante la pandemia. Destacan las recuperaciones del Magdalena y del Atlántico, que lograron superar el promedio nacional.
Sin embargo, al analizar los últimos 10 años, se observa que en general la región Caribe ha tenido avances mediocres en la lucha contra la pobreza. En términos globales, el departamento con mayor reducción de pobreza fue Magdalena, principalmente durante el período post-covid. En una década, la pobreza disminuyó 7 puntos porcentuales, pasando del 54.6% al 47.6%. Le siguen Córdoba y Atlántico, aunque con reducciones cercanas a la mitad de las logradas por Magdalena.
Bolívar no presentó avances ni retrocesos al comparar 2014 y 2023. En contraste, Cesar, Sucre y La Guajira están en una situación mucho peor en 2023 que en 2014. No solo se ha perdido una década en la lucha contra la pobreza, sino que la situación es aún más grave. Actualmente, en el Cesar hay 709.000 personas en situación de pobreza; en La Guajira, 664.000. De estas, 308.000 en el Cesar se encuentran en pobreza extrema, es decir, en condiciones de miseria, sin los recursos suficientes para alimentarse, mientras que, en La Guajira, 412.000 personas también viven en la miseria.
En resumen, al analizar el panorama nacional durante los últimos 10 años, si se miran los extremos, el Cauca redujo la pobreza en casi 18 puntos porcentuales, mientras que La Guajira la aumentó en 8 puntos porcentuales. Los tres departamentos que, en lugar de reducir la pobreza, la incrementaron durante este período pertenecen a la región Caribe: Cesar, Sucre y La Guajira.
En los últimos 10 años (2013-2023), el número de personas en situación de pobreza en el departamento aumentó de 506.000 a 709.000, lo que representa un crecimiento del 40%. Es decir, 201.000 personas más cayeron en la pobreza, un aumento equivalente a casi la mitad de la población de Valledupar. Como se puede observar en la gráfica 3, aunque en 2021 la cifra alcanzó los 722.000 pobres debido al impacto del COVID-19, en la etapa post-covid apenas ha disminuido a 709.000, lo que significa que solo 13.000 personas han salido de la pobreza, una cifra realmente baja.
En paralelo, la población total del Cesar pasó de 1.078.000 habitantes en 2013 a 1.374.000 en 2023, lo que representa un crecimiento de 296.000 personas, es decir, un aumento del 27%. Mientras tanto, la pobreza creció un 40%.
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Ahora bien, según Granger y Espinoza (Contexto Media Sep. 4/ 2024) al hacer un análisis sobre los determinantes en los cambios en la pobreza encontraron que, para Valledupar, mientras el crecimiento disminuyó la pobreza en 5.56 p.p, la distribución y la inflación la aumentaron en 1.9 p.p. y 5.02 p.p. Es decir, la inflación es el gran enemigo que hay que derrotar si se quiere disminuir la pobreza en el Cesar, no en balde Valledupar a agosto del 2024 es la ciudad capital en dónde más han subido los alimentos en Colombia, óigase bien, en todo el país con un 7.36% anual.
Con el fin de reducir la pobreza en el Cesar, se recomiendan tres medidas que podrían tener efectos en el mediano plazo.
Existen dos elementos cruciales en este ámbito: el costo de la electricidad y el costo de los alimentos. En cuanto al primero, la administración municipal tiene pocas opciones para intervenir directamente, aparte de presionar y hacer alianzas con los entes necesarios y gestionar para que el Gobierno nacional logre reducir los precios.
En el caso de los alimentos, sin embargo, es posible tomar medidas más concretas. Como ha señalado CESORE, es fundamental identificar los alimentos de mayor precio y promover políticas públicas de apoyo al campesinado local para que puedan producir estos productos, siempre que las condiciones agroecológicas y climáticas del municipio lo permitan.
Además, se podrían fomentar alianzas con otros municipios del área metropolitana y solicitar el apoyo del departamento para implementar un programa de “sustitución de importaciones de productos de alto costo”.
En cuanto a la distribución, también es posible intervenir, especialmente en relación con los subsidios asignados a través del sistema SISBEN en el departamento. El análisis realizado por Granger y Espinoza muestra que la distribución del ingreso va en dirección opuesta a lo que debería ser, ya que el ingreso se está concentrando en lugar de distribuirse de manera más equitativa.
Una razón puede ser filtraciones en la selección de beneficiarios del SISBEN. Se encuentran incluidos algunos que no son y excluidos algunos que deben estar. Por lo tanto, es necesario hacer un esfuerzo doble: en primer lugar, depurar el SISBEN, y en segundo lugar, ser muy cuidadoso en la selección de los nuevos subsidios que otorgará el Gobierno nacional, en particular los destinados a los ancianos. Es crucial eliminar la politiquería del SISBEN. Si se logra una asignación adecuada de los subsidios, se puede reducir la pobreza.
Finalmente, y haciendo un llamado al sector empresarial, es importante destacar que, aunque el Cesar, y en particular Valledupar, está logrando reducir el desempleo, este avance está asociado a empleos de baja calidad. La informalidad en Valledupar alcanza el 59,6%, la cuarta más alta del país.
Esto indica que hay numerosos negocios informales, como mototaxismo y ventas callejeras, que no generan ingresos suficientes para un nivel de vida digno.
Por lo tanto, es crucial generar empleos de calidad o, al menos, mejor remunerados. Esto comienza por mejorar las condiciones educativas de los aproximadamente 16.000 desempleados de Valledupar, muchos de los cuales se encuentran en la categoría de NINIS (ni estudian ni trabajan) y necesitan continuar su formación para mejorar sus ingresos.
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Una propuesta de CESORE consiste en subsidiar un número significativo de becas completas para los bachilleres, con el objetivo de que puedan continuar sus estudios en carreras técnicas y tecnológicas pertinentes que respondan a las necesidades del mercado regional.
El costo estimado es de aproximadamente $3.080.000 por alumno al año, lo cual incluye el pago educativo, así como subsidios para transporte e internet. Educar al menos a 2.000 estudiantes anuales tendría un costo total aproximadamente de 6.160 millones de pesos, una cifra perfectamente factible para un municipio como Valledupar y aún más para un departamento como el Cesar.
En resumen, la pobreza se puede reducir mediante tres vías: disminuyendo la inflación, distribuyendo mejor los subsidios y generando más y mejores empleos. Estas son las salidas; ninguna es milagrosa y todas requieren tiempo, recursos, esfuerzo y, sobre todo, voluntad política.
Por: Fernando Herrera Araújo, director CESORE.
Harold Caro, asistente de Investigación.