Los niños de la manzana siete del barrio Mareigua a pesar de no tener canchas cercanas para jugar fútbol, se recrean en las polvorientas calles del sector.
Los niños de la manzana siete del barrio Mareigua a pesar de no tener canchas cercanas para jugar fútbol, se recrean en las polvorientas calles del sector.
Los pequeños adecúan improvisados escenarios deportivos compuestos por piedras que hacen las veces de porterías para pasar un rato entre amigos antes de culminar las vacaciones.
“A nosotros nos encanta jugar al fútbol y por eso lo hacemos en donde vemos que podemos. Las calle del barrio aunque no están pavimentas ahí nos la arreglamos para divertirnos”, contó Marlon Benitez, un niño de 10 años quien en compañía de otros cuatro compañeros más pateaban un viejo balón en el frente de su casa.
Esta es una de las entretenciones favoritas de los infantes y preadolescentes de este sector ubicado en la comuna número tres, sur de Valledupar.
Los niños de la manzana siete del barrio Mareigua a pesar de no tener canchas cercanas para jugar fútbol, se recrean en las polvorientas calles del sector.
Los niños de la manzana siete del barrio Mareigua a pesar de no tener canchas cercanas para jugar fútbol, se recrean en las polvorientas calles del sector.
Los pequeños adecúan improvisados escenarios deportivos compuestos por piedras que hacen las veces de porterías para pasar un rato entre amigos antes de culminar las vacaciones.
“A nosotros nos encanta jugar al fútbol y por eso lo hacemos en donde vemos que podemos. Las calle del barrio aunque no están pavimentas ahí nos la arreglamos para divertirnos”, contó Marlon Benitez, un niño de 10 años quien en compañía de otros cuatro compañeros más pateaban un viejo balón en el frente de su casa.
Esta es una de las entretenciones favoritas de los infantes y preadolescentes de este sector ubicado en la comuna número tres, sur de Valledupar.